El bullying evoluciona con la edad pero permanece durante años

La evolución del bullying y su manifestación en comportamientos específicos conforme avanza la edad de los adolescentes ha centrado el trabajo de un equipo internacional que incluye a los investigadores de la Universidad de Córdoba IzabelaZych y Vicente J. Llorent, junto con los científicos Manuel P. Eisner, David P. Farrington y Maria M. Ttofi de la Universidad de Cambridge y Denis Ribeaud de la Universidad de Zúrich.

Este equipo ha identificado comportamientos específicos de acoso escolar en cada grupo de edad y cómo los adolescentes siguen involucrados en él, o por el contrario, escapan en algún momento antes de la adultez. Los recientes hallazgos del estudio han sido publicados en la revista Child Development, donde se explica cómo existe una evolución en la manera de acosar, que se vuelve menos física con la edad. En este sentido, el daño físico es la forma habitual en que se manifiesta el bullying en edades tempranas y las formas más sutiles, tales como los insultos y exclusión social, se mantienen a lo largo de toda la adolescencia.

El análisis de este estudio se ha basado en casi 1.000 adolescentes, que respondieron a un cuestionario sobre la agresión y la victimización a los 11, 13, 15 y 17 años. Lo novedoso de este estudio recae además en que se trata de un análisis longitudinal, estudiando al mismo grupo de adolescentes desde los 11 a los 17 años, es decir, durante seis años continuados para ver la evolución del bullying. 

La investigación muestra la existencia de roles en el bullying. Estos son: agresores, víctimas y agresores victimizados (víctimas y a su vez agresores). Cerca del 15% de los casi 1.000 participantes en la muestra han estado involucrados en un uno de estos roles durante todos sus años adolescentes, es decir, a los 11, 13, 15 y 17 años. Además, se encontró que la mayoría de los niños no involucrados en el acoso a los 11 años nunca se vieron afectados por este problema, o lo hicieron sólo una vez durante sus años de adolescencia. 

Por el contrario, es común que los niños involucrados en el bullying a los 11 años permanezcan involucrados durante varios años más. Las víctimas generalmente siguen siendo víctimas o pasan a ser no involucrados, mientras que los agresores generalmente siguen siendo agresores o pasan a ser no involucrados. Los agresores victimizados , suelen transitar entre diferentes roles de bullying, pero rara vez pasan a estar libres de este fenómeno, es decir, estarán afectados durante años. También se ha detectado que con los años, disminuye notablemente el porcentaje de niños implicados en el rol de agresor victimizado.  

La investigación de este equipo internacional hace más comprensible la evolución del bullying. Esto puede ser crucial para la detección del acoso, dado que las formas físicas pueden ser más fáciles de percibir, mientras que las formas sutiles pueden requerir habilidades y entrenamiento específicos. Este estudio abre nuevos horizontes de investigación sobre factores de riesgo y de protección, que en un futuro próximo puede centrarse también en  las consecuencias de estar involucrados en el bullying de forma persistente o esporádica. 

El conocimiento sobre la estabilidad del acoso en el desarrollo y el cambio puede abrir nuevos horizontes en la investigación sobre prevención e intervención temprana para ayudar a los niños a no involucrarse o escapar del acoso.  

Este estudio se enmarca en el Proyecto de Zúrich sobre Desarrollo Social desde la Infancia hasta la Adultez (z-proso) dirigido por el profesor Manuel P. Eisner y director del Violence Research Centre en la Universidad de Cambridge. Los investigadores Izabela Zych y a Vicente J. Llorent de la UCO llegaron a formar parte de esta iniciativa gracias a la beca de movilidad José Castillejo concedida por el Ministerio de Educación de España. Izabela Zych forma parte del grupo de investigación LAECOVI en la Universidad de Córdoba, con una larga trayectoria en el estudio del acoso escolar. En la actualidad, ambos son investigadores visitantes en el Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge, donde colaboran en z-proso con un enfoque específico centrado en el acoso escolar. 

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