El grupo de Sistema Solar del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) participa en el esfuerzo internacional para seguir de cerca el asteroide 2024 YR4. El objetivo es determinar con la mayor precisión posible su órbita antes de que deje de ser observable por los telescopios terrestres y espaciales el próximo mes de abril, afinando así la probabilidad de que este impacte con la Tierra en 2032.
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En este contexto, varios telescopios de los Observatorios de Canarias, del IAC, están teniendo un papel muy destacado en esta campaña de observación.
Cuál es la aportación de los telescopios de Canarias al seguimiento de 2024 YR4
Por una parte, el Gran Telescopio Canarias (GTC), ubicado en el Observatorio del Roque de los Muchachos en La Palma y con 10,4 metros de espejo primario, ha obtenido el mejor y único espectro del asteroide que se ha hecho, lo que ha permitido precisar su composición y tamaño. Gracias a los datos del GTC, la estimación inicial del diámetro del objeto, que se estableció entre 40 y 100 metros inicialmente, se ha refinado, estableciendo un rango más preciso de entre 40 y 60 metros. El trabajo liderado por la investigadora del IAC Julia de León Cruz demuestra que se trata de un asteroide rocoso, constituido principalmente de silicatos de hierro y magnesio.
También se ha medido con precisión la posición en el cielo del objeto contribuyendo a mejorar su órbita. El equipo del IAC continuará en las próximas semanas este seguimiento con observaciones programadas con el GTC. Además, la investigadora forma parte del equipo que utilizará el telescopio espacial JWST para estudiar a 2024 YR4 en marzo y mayo de este año lo que permitirá precisar aún más el tamaño y composición, y mejorar la determinación de la órbita.
A esto se suman las observaciones del Nordic Optical Telescope (2,5 metros), del Observatorio del Roque de los Muchachos, realizadas en las últimas noches por un equipo liderado por el investigador de la Agencia Espacial Europea (ESA) Marco Michelli. Estos datos han permitido refinar aún más la órbita del asteroide. Gracias a las mediciones precisas obtenidas con el telescopio VLT de 8 metros (ESO, Chile), la probabilidad de impacto, que había aumentado hasta un 3 %, ha vuelto a situarse en un 1,5 % a fecha del 20 de febrero.
Por su parte, el telescopio de 1 metro de diámetro Transient Survey Telescope (TST) del Observatorio del Teide fue utilizado para obtener posiciones del objeto en enero, y actualmente Miquel Serra Ricart y Miguel Rodríguez Alarcón están utilizando el nuevo telescopio de 2 metros Two-meter Twin Telescope (TTT) para intentar obtener nuevas medidas de su posición.
Según explica Julia de León, “es esperable que la probabilidad de impacto aumente en las primeras fases del cálculo, ya que, al mejorar la determinación de la órbita, también se reduce la incertidumbre sobre la región por la que podría pasar el asteroide el 22 de diciembre de 2032, cuando cruce la órbita terrestre. Mientras la Tierra permanezca dentro de esa región, el valor de la probabilidad seguirá siendo significativo. Sin embargo, lo más esperado una vez que la órbita sea calculada con suficiente precisión y esa región se haga más y más pequeña, la Tierra quede fuera de la misma y la probabilidad de impacto pase a ser 0%”.
La investigadora insiste en que “hay que esperar y obtener más datos. Si esto ocurriera antes de mayo, cuando ya no sea visible, podremos descartar el riesgo. Si no fuera así habrá que esperar a 2028, cuando el asteroide sea nuevamente visible y podamos obtener más datos. En el hipotético caso de que estas nuevas medidas aumentaran la probabilidad significativamente, habría que comenzar a pensar en una misión que intente modificar la órbita del asteroide al estilo de la misión DART, que impactó contra Dimorphos, el satélite del asteroide Didymos, y modificó su órbita con éxito”.