Investigadores de la Universidad de Huelva dan a conocer los secretos de la red suberránea onubense por el Día Mundial del Agua.
Investigadores de la Universidad de Huelva han dado a conocer a medio centenar de personas, con ocasión del día Mundial del Agua, la importancia de las aguas subterráneas en la ciudad de Huelva y las características del acuífero, de unos 6 kilómetros cuadrados de superficie, que se encuentra bajo ella y del que se alimentaban algunos manantiales, que fueron fundamentales para sus primeros pobladores. En el periodo romano, para aumentar la disponibilidad de los recursos hídricos, se construyó una densa red de galerías subterráneas que finalizaban en Fuente Vieja.
Investigadores y personas interesadas participan cada año en las actividades organizadas con ocasión del Hidrogeodía, una iniciativa abierta a todo tipo de público, impulsada a nivel nacional por la Asociación Internacional de Hidrogeólogos con motivo del Día Mundial del Agua, que este año tiene como lema ‘Aguas Subterráneas, hacer visible lo invisible’. En la provincia de Huelva, ha sido organizado por hidrogeólogos del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Huelva, con el apoyo de la Facultad de Ciencias Experimentales, el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos de Andalucía y la Cátedra Aguas de Huelva.
Durante las visitas realizadas el pasado 19 de marzo a diversas zonas de la ciudad, las personas participantes pudieron conocer de primera mano que la captación de aguas subterráneas mediante galerías ha sido una técnica muy extendida en la historia para el abastecimiento de numerosas ciudades, así como para obtener agua para regadío.
De hecho, se cree que estos sistemas se desarrollaron inicialmente en el primer milenio antes de Cristo en Oriente Medio, donde se denominan ‘qanats’. Durante el periodo de dominación romana, esta tecnología se expandió por todo su imperio y llegó a Huelva. Las galerías romanas que constituyen el llamado Acueducto de Huelva fueron el principal sistema de abastecimiento de agua de la ciudad hasta finales del siglo XIX, cuando el crecimiento de la población hizo que se tuvieran que buscar otras fuentes de suministro.
Durante la actividad, se resaltó también el elevado valor científico, didáctico y paisajístico de los cabezos de la ciudad, resultado de la historia geológica, que constituyen uno de los principales rasgos de la capital onubense, formando parte del Inventario Andaluz de Georrecursos.