Una encuesta realizada entre alumnos del primer curso de la Universidad de Almería (UAL) revela que sólo el 17 por ciento de estos estudiantes se ha mantenido al margen de la droga. El estudio, realizado entre un total de 310 alumnos de la UAL, saca a la luz los hábitos de consumo y pone de manifiesto que el consumo de cannabis y alcohol conduce a conductas impulsivas entre los jóvenes universitarios.
El “Estudio longitudinal de la evolución del consumo recreativo en alumnos universitarios”, ha sido dirigido por la Catedrática de Psicología de la Universidad de Almería, Pilar Flores Cubos. El mismo ofrece datos sobre consumo ocioso –referido a los fines de semana- de alcohol, tabaco y cannabis entre los alumnos de primer curso de carrera. El objetivo, como señalaba la profesora Flores esta mañana, era conocer cómo influye el consumo de alcohol y cannabis en lo que los psicólogos denominan como ‘impulsividad’, que define cuando una persona es incapaz de parar una conducta no adecuada o de tomar decisiones arriesgadas.
“Tratamos de averiguar qué es primero: si un rasgo impulsivo lleva a consumir o, si por el contrario, el consumo provoca la impulsividad”, explicaba hoy la directora de este estudio, de cuyos resultados se deriva que los estudiantes de primer curso de la Universidad de Almería no tienen puntuaciones elevadas en impulsividad y que es el consumo de cannabis o alcohol lo que les lleva a tomar decisiones arriesgadas.
En el “Estudio longitudinal de la evolución del consumo recreativo en alumnos universitarios” han participado 310 alumnos de la Universidad de Almería, divididos en cuatro grupos de alumnos en los que se han combinado a los consumidores de cannabis, alcohol, nicotina y grupo de no consumidores. La participación de los alumnos consistió en la realización de auto-informes sobre consumo y vulnerabilidad psicopatológica, la realización de cuestionarios sobre cantidad y frecuencia de consumo drogas, la realización de cuestionarios de personalidad y riesgo a la psicopatología, y el desarrollo de pruebas neurocognitivas. El estudio analizaba la cantidad y frecuencia mensual en el consumo de cannabis, la frecuencia semanal de consumo de alcohol, y la frecuencia diaria o semanal en el consumo de cigarrillos.
De los 310 alumnos que realizaron el cuestionario, el 52 % fueron mujeres y el 48 % hombres, un 62% tenía una edad entre 18-19 años, un 30 % entre 20-22 años y el 18 % de la población estaba comprendido en una edad entre los 23-30. De todos ellos, el 84% de la población eran estudiantes de 1º curso de la Universidad de Almería, mientras que un 13 % era de segundo curso y porcentajes minoritarios del resto de cursos. En el estudio han participado alumnos de distintas facultades de la UAL.
De los encuestados, el 8% reconoció consumir cannabis, el 11% alcohol, nicotina el 17%, no clasificado el 47% y no consumidores, el 17%. Los consumidores de cannabis, alcohol y nicotina obtuvo puntaciones medias significativamente más altas en la variable de búsqueda de sensaciones (Escala de Zuckerman), en tanto que los del grupo cannabis mostraron las mayores puntuaciones en la ‘Escala de Impulsividad de Barrat’, seguido por el grupo consumidor de alcohol y por el de nicotina, en comparación con el grupo de no consumidores.
El grupo consumidor de cannabis es el que mayores puntuaciones (estadísticamente significativas) presenta en la mayoría de las medidas utilizadas para evaluar síntomas psicopatológicos, según ha explicado la profesora Flores Cubos. A este grupo de consumo le sigue el grupo consumidor de alcohol y, en menor medida, el grupo consumidor de nicotina. El grupo consumidor habitual de cannabis presentó durante el estudio mayores puntuaciones en depresión (Inventario de Depresión de Beck), mayor ansiedad (ASI), test de ansiedad), esquizotipia (cuestionario O-LIFE), pensamiento alterado medido mediante la evaluación de las meta-cogniciones (cuestionario MQC-30) y predisposición a tener alucinaciones (Cuestionario de Launay- Slade).
Sin embargo, la investigadora destaca que todos los resultados se refieren a “tendencias” y que no suponen, en ningún caso, mayor presencia de trastornos clínicos psicopatológicos, lo que tiene clara explicación teniendo en cuenta que se estudia una población joven, universitaria y sana. “No obstante, los resultados, en cuanto a posibles factores de riesgo y posibilidades de prevención parece clara”, señala Pilar Flores Cubos.
Este tipo de estudios sobre consumo ocioso de drogas entre jóvenes universitarios se lleva realizando en la UAL desde 2004. La conclusión global es que desde entonces se han producido un descenso en el consumo de alcohol, tabaco y cannabis. No hay evidencias del consumo de otro tipo de drogas entre universitarios.