Seguro que en más de una ocasión se ha menospreciado la clase de educación física. Pues todo un error, porque un equipo científico de la Universidad de Jaén ha demostrado que el ejercicio contribuye a que mejore la capacidad cognitiva en estudiantes de preescolar, primaria y secundaria.
La Educación Física ha demostrado ser una asignatura fundamental en la educación de los escolares, incluso desde las edades más tempranas.
Lo han comprobado investigadores del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Jaén, con un estudio en el que ponen de manifiesto que la actividad física mejora la cognición de los estudiantes.
Experimento con alumnado de preescolar, primaria y secundaria
Este trabajo, dirigido por Pedro Ángel Latorre Román, ha demostrado una realidad de la que ya se tenían ciertas pistas, y a la que ahora se le ha dado validez científica, gracias a un trabajo exhaustivo, con estudiantes de preescolar, primaria y secundaria. Estos investigadores afirman haber “comprobado científicamente a través de psicometría” lo que se conoce como paralelismo psicomotor, un concepto introducido a principios del siglo XX.
“Hay determinadas áreas cerebrales que comparten centros neuronales comunes al movimiento y a la capacidad cognitiva”, como es el hipocampo, asegura Pedro Ángel Latorre.
Estos resultados se enmarcan en una tesis doctoral de la que han salido varios artículos que demuestran esta realidad.
Madurez intelectual y creatividad
Los investigadores de la Universidad de Jaén han medido la madurez intelectual de niños de 3 a 6 años, así como la creatividad en estudiantes de primaria y secundaria, para relacionar estos conceptos de la cognición con la condición física que presentaban cada uno de los grupos de alumnos estudiados.
Y han comprobado que aquellos alumnos de primaria y secundaria con mejor condición física también presentan una mayor “creatividad narrativa y gráfica”. A su vez ya en edades precoces como de 3 a 6 años, aquellos niños que mostraban mejor condición física, presentaban mayor madurez intelectual.
Para llegar a estas conclusiones han realizado una serie de experimentos con los que han descubierto que existe un “efecto agudo” de la actividad física en determinadas capacidades cognitivas como la concentración y la atención o la memoria. “Hemos comprobado que aquellos niños que reciben una clase de educación física, están más concentrados y atentos, o mejoran la capacidad memorística que aquellos que no la han recibido”, afirma Pedro Ángel Latorre.
Actividad intensa y de corta duración
Este grupo de investigadores ha realizado otro estudio longitudinal de intervención, con el que han comprobado que mediante actividad física de “corta duración y alta intensidad” en los recreos durante diez semanas, se consigue que los alumnos mejoren las aptitudes escolares, la creatividad y funciones ejecutivas.
La pregunta que surge es qué ocurre en el cerebro de los niños cuando realizan una actividad física de cierta intensidad, para que se mejore su rendimiento cognitivo. Los investigadores de la Universidad de Jaén consideran que ese aumento de las capacidades cognitivas tras el ejercicio físico está relacionado con un “aumento del flujo sanguíneo cerebral y la activación de determinadas áreas cerebrales que comparten neuronas tanto motoras como cognitivas”, algo que ya se había demostrado previamente con estudios de neuroimagen.
La comprobación de esta realidad se ha llevado a cabo, en el caso de los estudios transversales, a través de la toma de datos de las capacidades cognitivas y la condición física de los estudiantes. Al tiempo que se han realizado una serie de experimentos, en los que se han tomado datos previos a la actividad física y también después de realizarla.
Actividad física en los centros escolares
Los investigadores se han ceñido al ejercicio físico que realizan los alumnos en el contexto escolar y no tanto las actividades deportivas que puedan realizar los estudiantes fuera de las aulas, como actividades en el marco de un equipo deportivo, con unos entrenamientos y una competición regulares.
Y como en todo, hay una actividad física más indicada o que reporta mejores beneficios que otra. “Parece ser que aquella actividad física que tiene cierta intensidad y además incorpora determinadas estrategias de cooperación o posición, como las que se pueden dar en un partido de fútbol, tienen mejor efecto en los parámetros cognitivos que aquélla que no requiere esas tomas de decisiones, como, por ejemplo, correr”.
Implícitamente, este estudio sugiere una reformulación de la actividad académica de los escolares, en la que la educación física tenga un peso mucho mayor del que tiene actualmente, que suele ocupar dos o tres horas a la semana. “Siempre ha existido una obsesión por las materias instrumentales y la educación física ha sido una materia complementaria, anecdótica, y hoy en día se está demostrando que la actividad física en el contexto escolar tiene una función importante en el incremento del rendimiento escolar”.
40 minutos al día de educación física
Los autores de este estudio proponen que se aumente el número de horas a la semana de educación física, incluso que se tenga todos los días, “unas cuatro o cinco sesiones de 40 minutos o media hora a la semana”. Se tendrían repercusiones “importantísimas” tanto en el rendimiento académico como sanitario, porque tampoco hay que olvidarse de que las nuevas generaciones son cada vez más sedentarias y realizan menos ejercicio.
Pedro Latorre pone en cuestión el hecho de que los niños a muy corta edad estén cinco o seis horas sentados, porque es algo “contra natura” y es de la opinión de que los niños deberían tener una hora de educación física reglada, porque el movimiento es “algo consustancial a los propios niños y porque es “fundamental” para su desarrollo motor. El movimiento es una necesidad y motivación primaria para los niños, afirma el profesor.
Esta investigación invita a una reflexión sobre el modelo educativo actual y la distribución de las horas que los alumnos pasan en la escuela, al tiempo que supone un espaldarazo a una asignatura que hasta ahora apenas se ha tenido en consideración. Además es una constatación de una idea que viene muy de lejos, y que relaciona la vida equilibrada con la práctica regular de ejercicio físico con el desarrollo de la actividad intelectual.