En todos los barrios del país hay contenedores específicos para ropa usada, unas prendas que, en un principio, van destinadas a un segundo uso, en caso de que se encuentren en buen estado, o a servir como materia prima para fabricar otra nueva o productos basados en los materiales con los que están hechas. Sin embargo, la realidad es bien diferente. Greenpeace ha realizado el seguimiento mediante GPS de una treintena de prendas depositadas en estos contenedores para ver dónde acababa esta ropa usada y ha obtenido unos resultados que cuesta creer.
Según ha comprobado la organización conservacionista, una mínima parte de la ropa usada que se deposita en los contenedores específicos se recicla y se reutiliza como materia prima para producir nuevas prendas o se emplea en otros usos.
Dónde acaba la ropa usada que se deposita en un contenedor
La ropa usada que se deposita en un contenedor acaba quemada, hecha trapos, o en un viaje de 9.000 kilómetros con destino a un vertedero (legal o ilegal) de un país de Asia o de África. Este sinsentido es la conclusión a la que ha llegado una investigación de Greenpeace que ha durado más de un año.
Para conocer el viaje de la ropa, Greenpeace ha colocado dispositivos de seguimiento en 23 prendas de ropa usada que fueron depositadas en contenedores de once ciudades diferentes de España, tanto municipales como contenedores situados en tiendas de ropa de Zara y Mango entre agosto y septiembre de 2023.
Las prendas han llegado a once países diferentes de cuatro continentes distintos: Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Marruecos, India, Egipto, Camerún, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Rumania y Chile. En total, han recorrido una distancia equivalente a más de cinco vueltas a la tierra.