Las personas con dolor crónico suman a su malestar físico la incomprensión, el estigma; frustración por no poder hacer actividades como cualquier otra persona; no atender a sus hijos pequeños o a sus nietos y jugar con ellos como realmente merecen; y en los casos más extremos, tienen que hacer frente a burlas o mofas, sobre todo en el caso de niños y adolescentes, por parte de quienes no entienden su situación. Especialistas remarcan la importancia de combinar los tratamientos farmacológicos con los psicológicos, para aprender a convivir con el dolor.
¿Y qué tipo de soluciones se le plantean a estos pacientes? El remedio suele ser un medicamento con el que mermar ese malestar físico, fármacos que generan tolerancia y pueden llegar a convertirse en una fuente de adicción, como ocurre con las drogas. Y poco más se hace… Sin embargo, sí hay alternativas.
Qué enfoque nuevo ayuda a combatir el dolor crónico
Existe un enfoque nuevo para el dolor crónico, una estrategia multidisciplinar en la que se combinan la administración de fármacos y las soluciones de la medicina, con un abordaje de la dolencia desde el punto de vista psicológico. El problema es que esta forma de entender el tratamiento del dolor no está muy extendido en España, a pesar de que la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor defina a este impacto sobre la salud como una experiencia física y emocional desagradable.
El sistema de salud no está preparado. Las unidades especializadas en dolor no tienen la capacidad para atender a todas las personas que viven con un dolor crónico, y tampoco han incorporado el enfoque multidisciplinar, de manera que al final se recurre a lo que los especialistas llaman la «escalera de analgésicos», en la que cada peldaño representa un fármaco cada vez más potente, hasta que se llega arriba del todo, donde se encuentran los opioides, medicamentos diseñados en un principio para dolores agudos.
Desde el Grupo de Investigación Vulnerabilidad al Dolor Crónico: Implicaciones para la Intervención Psicológica de la Universidad de Málaga trabajan por hacer ver las ventajas de un tratamiento multidisciplinar del dolor crónico, en el que se combinen las soluciones de la medicina con la terapia psicológica, la fisioterapia o incluso también el trabajo social. El objetivo es ofrecer una atención integral a estos pacientes, a los que el dolor no solamente les supone un daño físico, sino también emocional y social.
Por qué se necesita un abordaje multidisciplinar del dolor crónico
El dolor crónico afecta no solamente a la salud física de la persona, sino también a su estado emocional y sus relaciones sociales, por eso estos pacientes necesitan un abordaje multidisciplinar. Una de las investigadoras de este grupo de investigación malagueño, Rocío de la Vega, explica que en todas las revisiones sistemáticas de estudios científicos se recomienda un enfoque multidisciplinar.
Las personas que padecen un dolor crónico ven cómo su vida da un cambio radical, y ya no pueden hacer actividades que antes les proporcionan bienestar, como salir con los amigos, hacer deporte o trabajar. Esto se traduce, explica la investigadora de la Universidad e Málaga, en insomnio, frustración, ansiedad y también en depresión. De ahí, el valor de los tratamientos integrales, que tienen en cuenta los aspectos biológicos de la dolencia, así como todos los aspectos psicosociales que la acompañan y que generan un malestar grave, hasta el punto de que la tasa suicidio sea mayor en personas con dolor crónico.
Qué tipos de dolor existen
Para esta investigadora es importante distinguir los tipos de dolor que existen para saber de qué se habla cuando se refiere a dolor crónico.
Por un lado está el dolor agudo, la situación de malestar que se siente, por ejemplo, cuando alguien se dobla un tobillo o se produce un corte con un cuchillo. En este caso , el dolor funciona como una señal de alarma del organismo, para avisar de que hay algo no funciona adecuadamente y «activa reflejos para ponerse a salvo». Este tipo de dolor lo ha sufrido todo el mundo a lo largo de su vida y su tratamiento no va más allá del adecuado para curar ese esguince o el corte en el dedo.
Y el dolor crónico, que es mucho más complejo. En estos casos, «por el motivo que sea, nuestro cerebro interpreta que hay una amenaza y envía una señal de dolor a modo de alerta, cuando realmente esa intensidad de dolor no tiene por qué estar relacionada con un daño en los tejidos, sin embargo sí que es un dolor absolutamente real», explica Rocío de la Vega.
Por qué los medicamentos no son suficientes para abordar el dolor crónico
Con este tipo de pacientes, los medicamentos resultan insuficientes, porque no consiguen acabar con el dolor, simplemente paliarlo en parte. De ahí que desde la psicología se esté apostando por vías complementarias a los tratamientos farmacológicos, para ayudar a que los pacientes aprendan a convivir con ese dolor y su problema de salud no se convierta en un obstáculo que le impide realizar todas.
«Si se aprenden técnicas para disminuir el estrés y soltar esos músculos tensos, es muy probable que la intensidad del dolor disminuya. Y a lo mejor el objetivo no es tanto que baje el dolor, sino que la persona no deje de hacer las actividades que le hacen feliz y le reportan bienestar, porque al final eso va a repercutir indirectamente en la sensación de dolor. Que tengan una vida plena y sigan haciendo actividades importantes para ellas, a pesar del dolor», explica.
Qué terapias de la psicología ayudan a convivir con el dolor
Una de las maneras de ayudar desde la psicología a que el dolor no interfiera en la vida de los pacientes es con un trabajo desde un óptica cognitiva-conductual. Con esta terapia se busca trabajar con los pensamientos y las emociones, para reducir los pensamientos catastrofistas relacionados con el dolor, contemplar alternativas a esa visión negativa de su propia existencia y lograr que los pacientes atisben salidas a su situación.
Se buscan, añade la investigadora de la Universidad de Málaga, «alternativas, un cambio de perspectiva, para llegar a pensamientos más adaptados; y también reconocer las emociones que nos está causando ese dolor y aprender a gestionarlas».
La otra línea de trabajo con personas afectadas por dolor crónico que ofrece la psicología viene de la mano de las terapias de aceptación y compromiso, también conocidas como terapias de tercera generación, que se centran más en los valores y las cosas por las que es importante vivir.
Con esta terapia se persigue que la persona consiga hacer más de las cosas que le hacen feliz, a pesar del dolor; aceptar que el dolor va a estar ahí y aprender a hacer un cambio de perspectiva, que ayude a seguir el día a día, en vez de tratar cambiarlo.
¿La terapia psicológica sustituye a los fármacos?
«Una terapia psicológica no va a sustituir a los fármacos, pero si la persona aprende a vivir con ese dolor es muy probable que la sensación de dolor sea menor, y pueda reducir el consumo de estos medicamentos», dice Rocío de la Vega, algo fundamental por el peligro que comporta el abuso de los opioides.
Las investigadoras del grupo de Vulnerabilidad al Dolor Crónico: Implicaciones para la Intervención Psicológica están preocupadas por el mal uso que algunos pacientes de dolor crónico hacen de los opioides.
En sus estudios han descubierto que las personas con más propensión a caer en una actitud catastrofista y también quienes presentan una sensibilidad especial a la ansiedad y al dolor presentan una probabilidad mayor de caer en un uso problemático de estos fármacos. Pero no son los únicos, por eso están ultimando un cuestionario que sirva como herramienta de cribado, y permita determinar cuáles son los perfiles personales más propensos a abusar de estos medicamentos y a utilizarlos, además de para calmar el dolor, ante situaciones de estrés.
Un dolor crónico es uno de los peores compañeros de viaje, sin embargo, se puede aprender a vivir con él. Basta con tener la ayuda adecuada para poder enfrentar la vida desde otra óptica y que el dolor no tape la luz del Sol.