Los efectos del cambio climático se están haciendo sentir en nuestros bosques. Un estudio del comportamiento de cinco especies dominantes de árboles en las áreas mediterráneas de montaña ha revelado que disminuye el número de árboles nuevos, pero por contra, los que ya hay crecen más.
En el trabajo, realizado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), se sugier que para hacer frente al cambio climático, las poblaciones de árboles inician un proceso de estabilización de la demografía en las primeras etapas del crecimiento.
El estudio se ha centrado en medir el impacto del cambio climático en
ejemplares de árboles juveniles (de entre dos y cinco años) bien establecidos y con posibilidades de llegar a adultos en áreas mediterráneas de montaña. En concreto, han analizado tres especies cuyo límite de su distribución se encuentra en estas regiones: el pino silvestre, Pinus sylvestris, el pino negro, Pinus uncinata y el haya común, Fagus sylvatica, y dos propiamente mediterráneas: la encina, Quercus iliex, y el pino laricio, Pinus nigra subespecie salzmmanii.
“Lo que hemos hecho ha sido analizar los patrones de distribución
comprobando la abundancia y midiendo el crecimiento de estos ejemplares
juveniles de 306 puntos distribuidos en diversos rangos de altitud en nueve
regiones montañosas previendo que ante el calentamiento global las especies tienden a elevar su rango de distribución buscando áreas más frescas”, contextualiza Fernando Valladares, investigador del MNCN.
Pese a las diferencias notables entre las especies estudiadas, han detectado
un patrón de comportamiento similar en la aparición de nuevos ejemplares.
“Hemos visto que se produce un reemplazo asimétrico de las áreas boscosas. Aparecen más ejemplares en las zonas algo más elevadas del área de distribución de cada especie, pero el crecimiento de los nuevos ejemplares es mayor a menor altura”, explica Valladares. “Se trata de una compensación entre la supervivencia y el reemplazo con nuevos ejemplares. Podría ser una forma de contrarrestar en parte el efecto negativo que provoca el calentamiento global en los límites del área de distribución de las diferentes especies”, continúa.
El cambio climático está alterando la distribución geográfica de las especies
en todos los ecosistemas del planeta. En función de la climatología y las
barreras que encuentran, las especies se redistribuyen por zonas donde
consiguen sobrevivir pero se desconoce hacia dónde se mueven exactamente y la magnitud de este cambio en su distribución real. “Nuestros resultados destacan la importancia de considerar las diferentes respuestas de una misma especie en cada edad o fase demográfica (juvenil, adulto, senescente) a lo largo del rango climático de su distribución para entender los efectos que el cambio climático podría ejercer en la distribución de especies y las dinámicas de las poblaciones”, concluye Valladares.