Según datos del Ministerio de Agriculura, Pesca y Alimentación, cada año se desperdician cerca de 1.400 millones de kilos de alimentos en España de los cuales más del 75% corresponde a alimentos sin utilizar. Con el objetivo de reducir este problema, el Gobierno ha impulsado la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario que promueve actuaciones para evitar el desperdicio de alimentos en toda la cadena alimentaria. La ley entrará en vigor a principios de 2023.
En el ámbito doméstico, no es sencillo cuantificar el despilfarro, sin embargo es posible estimar de forma indirecta el riesgo de despilfarro del hogar a través de los hábitos de compra, manipulación y consumo que pueden predisponer al desperdicio. Consciente de la importancia de esta problemática, el Instituto Silestone ha realizado un estudio de carácter observacional basado en una encuesta que arroja un Índice de Riesgo de Despilfarro Alimentario (IRDA) clasificado en nivel bajo, medio o alto. La encuesta de 15 preguntas se ha llevado cabo entre los meses de marzo y mayo de 2022 y en ella han participado 1.355 personas vinculadas a la gestión de alimentos en el hogar.
Tres consejos para reducir el riesgo de despilfarro de alimentos en el hogar
Observando los resultados obtenidos, los principales hábitos que pueden incidir en la disminución del riesgo de desperdicio en el hogar son:
- En hábitos de compra: el lugar de la compra, la planificación de los menús, la elaboración de una lista, la consulta de las fechas de compra y evitar romper la cadena del frío.
- En hábitos de conservación: ordenar por fechas los alimentos al almacenarlos, revisar los conservados en la nevera y conocer la diferencia entre fechas de caducidad y consumo preferente.
- En hábitos de consumo: practicar recetas de aprovechamiento y gestionar adecuadamente las sobras de los platos preparados.
Algunos factores que pueden influir en el despilfarro de alimentos en el hogar son difíciles de cambiar (p.e. el lugar de compra o la frecuencia de la misma…). Sin embargo es posible influir en la reducción del desperdicio dedicando esfuerzos a la formación, la concienciación y la información.
La formación, especialmente en lo relativo a una correcta planificación de la compra así como a unas buenas prácticas en el transporte y la conservación de alimentos, es esencial a la hora de reducir el riesgo de despilfarro en los hogares.
Por otro lado, la concienciación de los consumidores respecto a este problema global resulta muy interesante para modificar algunos hábitos como tirar alimentos a la basura o conocer y utilizar más a menudo recetas de aprovechamiento.
Los resultados de la encuesta se presentó en el marco de los cursos de verano de la Universidad de Almería (UAL), durante la ponencia-taller “Despilfarro de alimentos en el hogar: evaluación del riesgo y prevención“. La ponencia ha sido impartida por Maite Pelayo, microbióloga especializada en seguridad alimentaria, portavoz técnico del Instituto Silestone y la experta que ha diseñado la encuesta.
¿Cuál es el Índice de Riesgo de Despilfarro de Alimentos es los hogares?
- En mayor o menor medida, todos los encuestados reconocen que llevan a cabo alguna práctica para evitar el despilfarro de alimentos en el hogar. En este sentido, los datos finales de la encuesta se reparten entre el Índice de Riesgo de Despilfarro Alimentario (IRDA) de nivel medio y de nivel bajo.
- Cerca del 30% de las personas encuestadas presentan un riesgo de despilfarro medio, necesitando mejorar sus hábitos y prácticas para conseguir reducir el desperdicio en sus hogares.
- El 70% de los que respondieron a la encuesta tienen un riesgo bajo de despilfarrro, llevando a cabo acciones para evitar el despilfarro de forma regular. Entre éstos, un 49% reconoce que cocina siempre recetas de aprovechamiento, representando un porcentaje cinco veces mayor que los que tienen un riesgo de despilfarro medio (9,8%).
- Las personas del grupo con riesgo medio de despilfarro son doce veces más propensas a tirar alimentos sobrantes a la basura (14,5%) que las del grupo con un despilfarro de nivel bajo. (1,2%)
- Cabe destacar que un 20% de los encuestados reconoce no diferenciar claramente entre fecha de caducidad y de consumo preferente.