Los organismos extremófilos no dejan de sorprender a los científicos por las posibilidades que ofrecen en campos tan diversos como la biotecnología y la minería. Ahora, nuevas especies descubiertas en un salar de Chile podrían emplearse para el reciclado de litio contenido en la chatarra tecnológica.
El descubrimiento lo ha realizado un equipo de la Universidad de Chile en el Salar de Ascotán, situado a más de 3.000 metros de altitud, donde se han encontrado unas especies de bacterias y arqueas desconocidas hasta ahora. La investigación, publicada en la revista Microorganisms bajo el título “Diversidad, novedad taxonómica y funciones codificadas de la microbiota del Salar de Ascotán, reveladas por genomas ensamblados mediante metagenomas”, profundiza en la diversidad genética de bacterias y arqueas adaptadas a condiciones extremas como alta salinidad, radiación UV y presencia de metales pesados como el arsénico.
Según uno de los autores del estudio, Andrés Marcoleta, el principal objetivo del estudio fue entender cómo estos microorganismos sobreviven en uno de los entornos más hostiles del planeta. “Nos interesaba no solo saber quiénes habitan allí, sino también cuáles son sus capacidades para soportar condiciones tan extremas”, comenta el investigador. Para ello, el equipo utilizó técnicas avanzadas de reconstrucción de genomas, logrando identificar las funciones genéticas que permiten a estos organismos prosperar en el salar.
Qué capacidades tienen estas bacterias y arqueas
Junto a las bacterias, los investigadores han hallado arqueas que desempeñan un rol predominante en el ecosistema del salar. “Las arqueas en estos ambientes extremos son fundamentales, ya que participan en procesos como la generación de metano y la captura de minerales, lo que podría tener aplicaciones en biotecnología minera”, explica Marcoleta. Asimismo, el profesor señala la posibilidad de aplicar el conocimiento de estos microorganismos para el reciclaje de litio a partir de chatarra electrónica, una propuesta en la que ya están trabajando en colaboración con la Universidad Católica del Norte.
“Estamos comenzando un proyecto en conjunto con la Universidad Católica del Norte, que busca aplicar estos microorganismos en procesos de recuperación de litio sin dañar los ecosistemas, aprovechando sus características únicas”, adelanta el investigador.
El equipo de investigadores de la Universidad de Chile también sugiere que la biodiversidad microbiana de los salares chilenos podría ofrecer pistas sobre la posible existencia de vida en planetas como Marte, dada la similitud de condiciones extremas. “El Altiplano chileno, con sus características geológicas y biológicas únicas, se asemeja en varios aspectos a Marte. Por eso, entender cómo estos microorganismos sobreviven en el Salar de Ascotán nos permite abrir una ventana hacia la astrobiología“, indica Marcoleta.
Cómo se han estudiado estos microorganismos
A través de estas técnicas de metagenómica avanzada, el equipo logró reconstruir el genoma de numerosas bacterias y arqueas presentes en el salar, muchas de ellas nunca antes descritas a nivel mundial. “Descubrimos especies inéditas que abren nuevas posibilidades para la biotecnología, desde la bioremediación de ambientes contaminados hasta la extracción más limpia de litio”, añade Marcoleta.
El Salar de Ascotán, situado a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, en la Región de Antofagasta, representa un laboratorio natural para la investigación científica debido a su aislamiento geológico y su ecosistema único. Los resultados del estudio son especialmente relevantes en el contexto actual de la minería del litio en nuestro país. “Antes de intervenir estos terrenos con fines mineros, es crucial conocer y preservar la biodiversidad microbiana que albergan”, subraya el investigador, destacando la importancia de encontrar un equilibrio entre la explotación económica y la conservación ambiental.
En el estudio participaron también investigadores como Marcelo Veloso, Angie Waldisperg, Patricio Arros, Camilo Berríos-Pastén, Joaquín Acosta, Hazajem Colque, Macarena A. Varas y Luis H. Orellana. Su trabajo destaca el valor del Altiplano chileno como un espacio clave para la ciencia. “Chile es un laboratorio natural, y como científicos chilenos tenemos la responsabilidad de estudiar lo que nuestro territorio nos ofrece, no solo por su valor biológico, sino por sus aplicaciones tecnológicas”, concluye Marcoleta.