El ADN de cualquier organismo vivo es algo así como su manual de instrucciones y cuando se descifra, se obtienen las claves para modificarlo o incluso atacarlo letalmente. Y justamente esto es lo que ha logrado un equipo de investigación internacional coordinado por científicos de las universidades de Sevilla y de Murcia, que ha logrado un avance significativo en la regulación genética de hongos, que podría abrir la puerta al desarrollo de nuevos productos para combatirlos y la producción de biocombustibles.
El equipo, coordinado por Luis Corrochano, de la Universidad de Sevilla, y Victoriano Garre, de la Universidad de Murcia, está formado por investigadores de varios laboratorios norteamericanos, entre ellos el Joint Genome Institute del Departamento de Energía de EE.UU. Han caracterizado la abundancia de 6mA y 5mC en una amplia variedad de hongos, publicando sus resultados en la prestigiosa revista Nature Communications.
Qué elemento ayuda a modificar el ADN de los hongos
Los investigadores descubrieron que la 6mA se agrupa cerca del inicio de los genes, facilitando el acceso de proteínas que activan estos genes. En el hongo Phycomyces blakesleeanus, los genes activados por la luz o durante la diferenciación celular presentan una mayor cantidad de 6mA, confirmando su papel en la regulación génica. Contrariamente, la 5mC reprime la actividad génica y podría servir como mecanismo para evitar la actividad de los transposones, segmentos de ADN que pueden alterar la estructura y el funcionamiento del genoma si no se controlan adecuadamente.
El hongo Mucor lusitanicus, un patógeno humano y productor de lípidos, fue crucial en estos estudios. Mutantes en genes de diferentes metilasas permitieron identificar las proteínas responsables de la metilación de adenina. Algunos mutantes mostraron alteraciones en su crecimiento, subrayando la importancia de esta modificación. El análisis de la proteína MetB sugiere que el gen responsable de esta función en hongos proviene de una bacteria que parasitó a un ancestro de Mucor.
Este conocimiento sobre las modificaciones del ADN y las proteínas que las regulan abre nuevas vías para el desarrollo de antifúngicos y la mejora en la producción de lípidos, esenciales para la generación de biocombustibles.