El térmimo “chemobrian” (en español “quimiocerebro”) hace referencia a un déficit cognitivo consecuencia de un tratamiento de quimioterapia. Recordar si se cerró la puerta al salir, la conversación que se acaba de mantener con un familiar, dónde se han dejado las llaves o no dar con la palabra concreta que se quiere expresar son ejemplos de cómo la quimio puede afectar a la memoria, a la atención y a la concentración de las personas tratadas y, en consecuencia, a su calidad de vida.
Los tratamientos de quimioterapia, eficaces contra las células tumorales, tienen una serie de efectos secundarios (cansancio, fatiga, caída de pelo…), a los que se suma un déficit de atención que conlleva limitación de la autonomía, pérdida de confianza en sí mismos, ansiedad, depresión, etc. Estas secuelas suelen afectar al 75% de las personas sometidas a quimioterapia y en ocasiones permanecen varios años. En mujeres con cáncer de mama la incidencia es similar. En torno al 60-70% de las mujeres lo sufren después de terminar su tratamiento.
Cómo se mejora el rendimiento cognitivo de pacientes que han recibido quimioterapia
En esta línea, los grupos de investigación de la UCO Psicología basada en la evidencia y Género, sistemas de comunicación, creencias y educación en colaboración con el Servicio de Oncología Médica del Hospital Reina Sofía de Córdoba están llevando a cabo un ensayo clínico, cuyo protocolo ha recogido la revista Trials, con el que pretenden mejorar el rendimiento cognitivo de las pacientes que han terminado el tratamiento de quimio para el cáncer de mama. Para ello se centran en mejorar el estado emocional ya que se ha comprobado una relación entre ambos aspectos: un mayor rendimiento cognitivo se relaciona con un mejor estado emocional y al revés.
Así, junto al Tratamiento de Rehabilitación Cognitiva que es el más extendido para tratar la “chemobrain” y es muy eficaz, pero solo se dirige a la parte cognitiva, el equipo de investigación está aplicando una adaptación del Protocolo Unificado de Barlow o Tratamiento Transdiagnóstico que está más enfocado a las emociones, pero no a una en concreto, sino a los aspectos comunes de los trastornos emocionales. En palabras de Francisco García Torres, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y participante en este ensayo clínico, «es como un tratamiento de amplio espectro».
Alrededor de unas 120 mujeres han empezado ya a comprobar la validez de este nuevo enfoque. Para ello están divididas en tres grupos: uno recibe el Protocolo del Barlow, a otro se le aplica el Tratamiento de Rehabilitación Cognitiva habitual para que sirva de referencia y el último grupo, denominado lista de espera, permanece sin aplicarle ningún tratamiento hasta que los otros dos grupos acaben. A lo largo de ocho sesiones semanales de una hora u hora y media de duración, las mujeres trabajarán, junto a personal cualificado, sus emociones y cómo determinadas conductas están impulsadas por ellas. Además, utilizarán una app (“BrainHQ”) que contiene ejercicios de atención, memoria y concentración en diferentes niveles.
A través de las diferentes intervenciones y con técnicas cognitivas y conductuales, la adaptación del protocolo de Barlow que está probando el equipo pretende que las personas sean capaces de identificar sus emociones y puedan enfrentarse a la realidad que les rodea.
“Nuestro objetivo”, explica García Torres, “es que las pacientes que reciben el tratamiento de Barlow mejoren su rendimiento cognitivo y, a la vez, también mejoren su función emocional. Así tendremos un elemento diferencial, no solo mejora cognitiva, sino también mejora emocional”.
El proyecto está financiado en la convocatoria de los proyectos UCOFEDER de 2020: «Efectividad de la rehabilitación cognitiva y el protocolo unificado de Barlow (UP) en supervivientes al cáncer para las alteraciones cognitivas: un ensayo aleatorizado y controlado. Referencia: 1380800-R».