Del aula al premio Max de las Artes Escénicas

    Hace treinta años, en el Departamento de Lengua y Literatura de la entonces Universidad Laboral de Almería (hoy, Instituto “Sol de Portocarrero”) se abrió una vía para que el teatro clásico entrara en las aulas, con la idea de que la mejor enseñanza sobre el teatro está en el escenario. Así se puso en marcha el proyecto de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería, toda una referencia para el teatro clásico en nuestro país. Al cumplirse los 30 años, las Jornadas han sido distinguidas con uno de los premios nacionales ‘Max’ de la Crítica de las Artes Escénicas, un gran momento de la escena teatral y su papel cultural en España. La noticia ha hecho sonreír a muchos representantes del sistema, prestos para la fotografía oficial, y ha puesto en el centro de la imagen a las instituciones, cuando en realidad, junto a lo merecido del premio, qué duda cabe, habría que hacer otras valoraciones. El Premio Max se entregará el 13 de mayo en Madrid al fundador y coordinador de las Jornadas, durante 27 años, Antonio Serrano, y a Ascensión Rodríguez Bascuñana, actual directora.

    Si las Jornadas han conseguido sobrevivir, lo han sido a trancas y barrancas. Y al enorme trabajo y esfuerzo de un grupo de trabajo. Hace treinta años la idea se gestó en la cabeza del profesor Antonio Serrano, verdadera “alma mater” del proyecto, junto con otros profesores: Heraclia Castellón, Javier Marchante, José Bervel y Lola de Juan. Antonio Serrano lo explicó cuando se conmemoraron los 25 años: “La idea era que los alumnos conocieran el teatro de manera distinta a como se venía haciendo. Debían ver, oír, sentir el teatro desde un patio de butacas”. La realidad en las aulas era (es) lamentable, en las relaciones entre alumno y teatro (más o menos como las relaciones con el cine, la música clásica o el folklore, la poesía, la ciencia, la filosofía, etc.). Antonio Serrano da el paso cuando se da cuenta que “la mayoría de los alumnos no habían ido nunca al teatro, así que menos aún a una representación del teatro clásico español del Siglo de Oro”.

    Durante estos años, la evolución ha sido tremenda. Lo que empezó siendo una apuesta didáctica terminó convirtiéndose en una cita de proyección internacional en el mundo cultural y universitario (hasta doce Universidades de España, Estados Unidos, Francia, Italia, Inglaterra, Canadá, México, etc. han participado), con desigual respuesta oficial, en reconocimiento del legado de Calderón de la Barca, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Lope de Rueda, etc., que permanece vigente.

    Almería ha sido durante años lugar de representaciones clásicas, por las principales compañía nacionales, pero también de encuentros y debates entre profesores e investigadores de la escena clásica y el mundo del teatro, que era la esencia de las Jornadas. Reunir las dos propuestas. Y junto a ello, la función de la enseñanza, con cursillos que destacados protagonistas del teatro: José Carlos Plaza, Mari Paz Ballesteros, Carmelo Gómez, por ejemplo, han impartido a alumnos que abrían de esta manera su interior a iniciales estímulos de la escena teatral. Y además, estaban los homenajes: José Tamayo, Francisco Ruiz Ramón, Alfredo Hermenegildo, María Fernanda D’Ocón, Rinaldo Froldi, Manuel Canseco, Martin Recuerda, Ricart Salvat, Juana de José Prades, González Vergel, Mari Carrillo, etc.

    Lo que se inició en Almería capital se fue ampliando a otros municipios que sumaron el proyecto: Roquetas de Mar, Adra, Vícar, Tabernas, Vélez-Rubio, El Ejido, etc., cada uno en función de sus disponibilidades económicas.

    La memoria de las Jornadas está en sus actas, editadas por el Instituto de Estudios Almerienses, documento primordial para el estudio y conocimiento, no sólo de las Jornadas sino también de la importancia del teatro clásico en la formación del hecho cultural frente a una realidad decepcionante.

    Durante todo este tiempo, año tras año, se producía un choque contra la pared para garantizar un futuro estable de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro. Se habló de una Fundación, otras opiniones apuntaban a un Patronato. Pero nunca se ha llegado a cerrar este círculo, entre Diputación, Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Universidad de Almería (que no siempre ha dado su respaldo). Hace tres años, Antonio Serrano tiró la toalla, cansado tras veintisiete años de coordinación, pero también del trabajo que suponía convencer año tras año a concejales, diputados, y otros representantes institucionales, de las virtudes de las Jornadas, de que no sólo es cultura sino también un factor económico. Y eso hay que explicárselo a determinados representantes del sistema, que si no ven la vertiente de negocio de una actividad cultural no la valoran. Antonio Serrano recibió buenas respuestas, con apoyos económicos que tardaban en llegar, lo que en ocasiones obligaba a Antonio Serrano a arriesgarse a pedir préstamos personales para pagar a las compañías participantes, a sabiendas de que el dinero de las instituciones terminaría por llegar.

    Ahora con el premio “Max” anunciado, satisfacción plena en todas las direcciones. Antonio Serrano, por supuesto el primero en congratularse, pero se mantiene realista por experiencia y recuerda treinta años después, que “las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro todavía no han despegado como debieran”. A ver si ahora…

    (Artículo publicado en “El Secreto del Olivo, Revista cultural digital andaluza contemporánea”, 23 de abril, 2013)

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