“Debemos preparar a los sanitarios a tratar con la muerte”

El alumnado de las carreras sanitarias como enfermería o medicina no tienen suficiente preparación para afrontar el sufrimiento y la muerte de los pacientes. Es una de las ideas que se han podido extraer de la ponencia “Nuevos retos para la formación de los profesionales tras la legalización de la eutanasia” a cargo del enfermero y profesor de bioética en la Universidad de Sevilla, José Antonio Suffo. La sesión forma parte de uno de Cursos de Verano de la UNIA en La Rábida titulado Eutanasia: controversia, retos y oportunidades y ofrecido en formato virtual.

Suffo denuncia que los profesionales, los formadores y el alumnado de enfermería y medicina se han educado generalmente bajo la influencia del tabú de la muerte, a pesar del contacto inevitable con ella. “Debemos preparar a los futuros profesionales sanitarios a tratar con la muerte, para que estén formalmente preparados para afrontar el contacto directo y continuo con el final de la vida”.

El experto ha señalado que la literatura académica confirma la poca o nula preparación de los alumnos en este ámbito, que tienen un elevado miedo a la muerte y además ellos mismos se consideran poco cualificados. También se hacen patentes las dificultades para expresarse emocionalmente y la falta de formación obligatoria (más allá de las asignaturas optativas) y correctamente regulada en cuidados paliativos.

Para Jose Antonio Suffo, “resulta necesario trabajar con el alumnado el razonamiento moral”, entendiendo con ello el análisis crítico de situaciones concretas para determinar lo que está bien o mal y cómo deben actuar las personas. También se debe potenciar la empatía y la sensibilidad ética, es decir, la habilidad para reconocer conflictos éticos con el fin de tener un mejor juicio clínico ante situaciones complejas e inciertas.

Para un correcto desarrollo moral es imprescindible formar en aspectos de fundamentación de la ética y la bioética con una planificación fuera de la optatividad. “Muchos alumnos tienen una posición respecto a la eutanasia pero no hay un razonamiento profundo que sustente esa postura”, ha señalado Suffo. También apunta a que se debe garantizar que profesores y tutores “moralmente competentes” sean los que impartan esta formación.

Gestión emocional para trabajar con los demás

Según el ponente, los profesionales se deben formar en gestionar algunos aspectos fundamentales que aparecen en la práctica clínica. El primero es la gestión emocional, es decir, “entender que las influencias positivas y negativas de las emociones es un elemento crucial para mejorar la calidad de la asistencia”, y subraya que reconocer los subtextos emocionales proporciona un mejor cuidado de los pacientes. También en este sentido, el experto apunta a la importancia de aprender cuál es la distancia óptima respecto al paciente, usando la analogía del dilema del erizo de Schopenhauer: si hay poco contacto emocional, la persona no percibirá ayuda, pero si hay demasiada implicación, el profesional no podrá dar la asistencia correcta.

La capacidad para trabajar en equipo también debe potenciarse desde la universidad, poniendo énfasis en la capacidad de crear una complicidad emocional de los integrantes y que Suffo resume con la frase “enséñame tus cicatrices”. Asimismo, también se debe enseñar a “gestionar la propia fragilidad y la aceptación de la mortalidad”, ya que el experto sostiene que para preocuparse por los demás, “uno debe ofrecer el propio ser vulnerable a los otros”.

Es necesario trabajar el razonamiento moral, etica…

Para un correcto desarrollo moral resulta necesario formar en aspectos de fundamentación de la ética y la bioética con una planificación fuera de la optatividad. Muchos alumnos tienen una posición respecto a la eutanasia pero no hay un razonamiento que sustente esa postura.

También apunta a que se debe garantizar que profesores y tutores “moralmente competentes” sean los que impartan esta formación.

Suffo denuncia que los profesionales, los formadores y el alumnado de enfermería y medicina se han educado generalmente bajo la influencia del tabú de la muerte, a pesar del contacto inevitable con ella. Por ello, cree fundamental formar a los futuros profesionales para que estén formalmente preparados para afrontar el contacto directo y continuo con el final de la vida.

En concreto, Suffo apunta a que los profesionales se deben preparar y formar en cuatro aspectos fundamentales. El primero es la gestión emocional, es decir, “entender que las influencias positivas y negativas de las emociones es un elemento crucial para mejorar la calidad de la asistencia”, y subraya que reconocer los subtextos emocionales proporciona un mejor cuidado de los pacientes. También en este sentido, el experto apunta a que debe aprenderse cuál es la distancia óptima respecto al paciente usando la analogía del dilema del erizo de Shopenhauer: si hay poco contacto emocional, la persona no percibirá ayuda, pero si hay demasiada implicación, el profesional no podrá dar la asistencia correcta.

La capacidad para trabajar en equipo también debe potenciarse desde la universidad, incluyendo la capacidad de crear una complicidad emocional de los integrantes que Suffo resume con la frase “enséñame tus cicatrices”. Asimismo, también se debe enseñar a gestionar la propia fragilidad y la aceptación de la mortalidad

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