Investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la Universidad de Granada (UGR) han elaborado un modelo para conocer cómo las cubiertas vegetales contribuirían a combatir los efectos de las denominadas ‘islas de calor’ en las zonas urbanas. Según este modelo las cubiertas vegetales pueden ayudar a reducir la temperatura de una ciudad en hasta tres grados.
El verano de 2023 fue terrible, el más cálido desde que se tienen registros. Si la situación no cambia, y todo apunta a que no lo va a hacer, el de este 2024 no será mucho mejor. El calor se ha convertido en un problema para las ciudades, hasta el punto de interferir en la vida cotidiana de sus ciudadanos, afectar a su salud, a la calidad del sueño, y hacer que salir a la calle, a según qué horas, se convierta en todo un suplicio.
La configuración de los entramados urbanos no ayuda: multiplica los efectos del cambio climático y los fenómenos de calor extremo; el asfalto absorbe el calor y lo libera por la noche; falta vegetación en las calles que contribuya a reducir el efecto de isla de calor de las ciudades; y los grandes parques son insuficientes para generar un efecto de refresco del ambiente. Además, los nuevos espacios urbanos se siguen construyendo parámetros de hace años, cuando el cambio climático era algo que se conocía, pero sus efectos no habían comenzado a alterar la vida de las personas, como está ocurriendo ahora.
Así, las ciudades no están preparadas para el nuevo escenario climático y, salvo algunas excepciones como París, que sí se ha tomado muy en serio rediseñar la ciudad para hacerla más habitable ante el calor, no se están tomando medidas de mejora del confort de la población en los espacios públicos.
¿Son las cubiertas vegetales una fórmula para reducir el calor en las ciudades?
En un principio, las cubiertas vegetales representan una fórmula para reducir el calor en las ciudades, pero se desconoce científicamente hasta dónde llega su influencia sobre la temperatura. Por eso, un equipo de investigación de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación (ETSIE) de la Universidad de Granada (UGR) ha iniciado un proyecto de investigación, en el que analiza la capacidad de las cubiertas verdes para atenuar el calor y el cambio climático, y sus efectos sobre la isla de calor urbana.
Concretamente, David Hidalgo y Julián Arco, investigadores principales de este proyecto financiado con fondos FEDER, tratan de averiguar la mejor configuración de estas cubiertas de vegetación, de ahí lo de verdes, para sacarles el máximo rendimiento en la lucha contra el calor que se concentra en las ciudades.
Los estudios se están llevando a cabo en las cocheras del Metro de Granada, donde se han instalado unas cubiertas vegetales de carácter experimental en la zona de oficinas y vestuarios del personal. Allí, el equipo de la ETSIE estudia el comportamiento de estas techumbres verdes, las tradicionales y otras superficies pintadas con un blanco especial, que potencia el efecto albedo.
«Vamos a realizar un estudio comparativo del comportamiento de cada una de ellas, con sondas de temperatura y humedad, para comprobar si, tal y como pensamos, la cubierta blanca y la vegetal contribuyen a reducir la temperatura, y en qué grado lo hacen, para conocer cuál es la mejor».
Qué efecto tienen las cubiertas vegetales sobre la temperatura
Hasta ahora, las primeras mediciones realizadas por el grupo de trabajo de David Hidalgo y Julián Arco han mostrado resultados muy prometedores. El primer efecto constatado por los investigadores es que gracias a la cubierta verde, la temperatura en el interior del edificio sea más baja, lo que mejora el confort y también contribuye a reducir el gasto energético vinculado a la climatización.
Sin embargo, este dato, ya de por sí positivo no es el más interesante. Los investigadores granadinos han constatado que la temperatura en las inmediaciones de la cubierta vegetal es entre dos y cuatro grados menor, por el efecto de la evapotranspiración de las plantas que forman la cubierta. «Para una ciudad de un millón de habitantes, el efecto de isla de calor es de unos tres grados, con lo que una extensión de las cubiertas vegetales contribuiría a neutralizar ese efecto», considera el investigador de la ETSIE.
Qué tipo de plantas se emplean en las cubiertas vegetales
En estas cubiertas vegetales se están empleando plantas autóctonas, adaptadas a las condiciones de humedad y temperatura del entorno, para que el consumo de agua para regarlas sea contenido. Concretamente, emplean un tipo de grama que el equipo de botánica de esta investigación está probando en las instalaciones que la UGR dispone en el municipio Escúzar, en el mismo parque tecnológico donde se está construyendo el acelerador de partículas del proyecto IFMIF-DONES. Y como lecho de cultivo en la techumbre, se emplea un sustrato especial, compuesto por tierra y otras capas de material orgánico.
La cuestión del riego y el consumo de agua son aspectos que preocupan en este proyecto de investigación, por ello se ha diseñado un sistema, tan sencillo como eficiente, para que las cubiertas vegetales se rieguen con el agua de los fregaderos y lavabos de las instalaciones del Metro. El equipo de la ETSIE va a instalar una «red separativa», de manera que los inodoros viertan a la red de saneamiento y el agua de lavabos y fregaderos vaya por una ruta distinta y llegue a unos depósitos para el riego de la cubierta vegetal, después de haber pasado por proceso de filtrado, para eliminar los restos jabonosos.
¿Se pueden instalar cubiertas vegetales en edificios ya construidos?
Es cierto que estas cubiertas vegetales se están aplicando en una construcción nueva, pero ¿se podrían extender al resto del parque de una ciudad? David Hidalgo considera que sí. Tras un estudio de cargas, para comprobar que el peso de la cubierta vegetal no supone ningún problema, cualquier edificio podría aguantar una cubierta. Y si no fuera el caso, se podrían instalar fachadas vegetales, cuyo efecto sobre la temperatura sería muy similar.
El cambio climático, explica David Hidalgo, exige ciudades diferentes, porque el escenario ha cambiado. Este experto defiende una renaturalización de los espacios urbanos, con medidas sostenibles, que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos frente a los sucesivos fenómenos extremos de calor, y no los modelos urbanos implantados por la «sobreexplotación del espacio», que han llevado a que las ciudades hayan dejado de ser habitables en algunas épocas del año.
«Si no empezamos a adaptar nuestras ciudades a la realidad del siglo XXI vamos a empezar a pasarlo mal, y no solamente porque se incrementarán las muertes por calor, que ya es bastante grave, sino también porque nos vemos en cierta media confinados en casa», añade.
Las cubiertas vegetales son una solución sencilla e interesante, que ayudan a reducir el efecto de isla de calor, que hace que la temperatura en las ciudades sea tres grados superior. Pero no la única, también se puede aprovechar el efecto albedo con superficies blancas y, sobre todo, llenar de los espacios urbanos de vegetación.