La Teoría de la Relatividad General de Einstein, publicada en 1915, abrió la puerta a la ciencia actual y sentó las bases de la física moderna. Esta propuesta, todavía difícil de comprender para los no muy entendidos en el asunto, causó un impacto a nivel internacional que también tuvo su reflejo en la España de la época.
Por aquellos años se vivía lo que muchos expertos coinciden en tildar como la Edad de Plata de la cultura española y el ámbito del conocimiento quedó dividido en dos: relativistas y antirrelativistas. Este apasionante periodo científico y cultural queda reflejado en la exposición La ciencia española ante Albert Einstein y la relatividad, que se pude ver del 30 de octubre al 30 de noviembre, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Alicante.
Esta exposición, comisariada por el profesor de Historia de la Ciencia de la Complutense de Madrid, Francisco A. González Redondo, permite hacer un recorrido por la ciencia española de la época y conocer a algunos de sus protagonistas, como Leonardo Torres Quevedo, el ingeniero y tecnólogo de referencia en esos años.
A través de un conjunto de paneles explicativos y fotografías de la época, esta exposición permite hacerse una idea del impacto que supusieron en el mundo de la física y de la ciencia en general propuestas tan rompedoras como la hipótesis cuántica de Max Planck, formulada en 1900, que supuso el nacimiento de la física cuántica y, apenas 25 años más tarde, dio pie a que Werner Heisenberg presentara la mecánica cuántica, con la formulación de la mecánica matricial.
Cuando la ciencia de la época trataba de encajar la primera revolución de Max Planck y las teorías a las que dio lugar, en 1905 llegó Einstein con la Relatividad restringida y, en 1915, con las ecuaciones de campo de la Relatividad general, la nueva teoría general de la gravitación que facilitaría el estudio del universo.
Estas revoluciones en la física internacional coinciden con la que en España se ha considerado la Edad de Plata de nuestra Cultura; el período 1898-1936, durante el cual tres generaciones sucesivas de científicos, las del 98, el 14 y el 27, aspirarían a la convergencia científica con Europa.
En este contexto se abrieron debates acalorados en el ámbito cultural y científico, que facilitó división entre quienes entendían las propuestas de Einstein como el camino a seguir en el campo de la ciencia, y quienes las denostaban totalmente. Una época apasionante, en la que España se abría y dio lugar a la célebre visita del padre de la Teoría de la relatividad, en 1923, gracias a la invitación del catedrático de Electricidad y Magnetismo de la entonces Universidad Central de Madrid, Blas Cabrera Felipe.