La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) ha pedido que se mantengan los nombres de los científicos españoles en los Premios Nacionales de Investigación, después de que el Ministerio de Ciencia haya decidido cambiar la denominación de sus categorías y designarlos exclusivamente por el área que premian.
Para CRUE es «una sociedad avanzada, dotada de la imprescindible cultura científica para reconocer e incorporar los avances de la ciencia, necesita ante todo disponer de referentes próximos, personajes históricos y actuales capaces de actuar como modelos de ingenio y esfuerzo para sus conciudadanos«.
En un comunicado, CRUE denuncia «el deplorable estado, cuando no la demolición, de las casas familiares y en las que habitaron algunos de los escasísimos Premios Nobel españoles, que en otros países ya hace años serían museos, pueden parecer simples anécdotas»; y lo identifica como el «síntoma de la indiferencia por el patrimonio científico de nuestra sociedad».
Lamenta que no existan ningún tipo de plan o estrategia para conservar este patrimonio y la memoria de «quienes hicieron y hacen contribuciones al acervo científico colectivo, y decisiones como despojar los Premios Nacionales de la referencia de grandes científicos españoles no hacen más que confirmar el desamparo de la perspectiva de la ciencia«.
España es la cuarta economía de la UE, a pesar de su falta de apuesta por Investigación e Innovación. Mientras la mayoría de los países de la UE y la OCDE mantuvieron o incluso incrementaron durante las crisis económicas el esfuerzo en I+D+i, España lo redujo hasta situarse en casi la mitad de la media de la UE y la OCDE, lo que da una idea del enorme esfuerzo que ahora deberemos realizar para recuperar el terreno perdido. A este dato tan negativo, se suma la constante advertencia que realizan numerosos autores sobre nuestra brecha en las denominadas disciplinas STEM que suponen un exiguo 17% de la demanda de los estudios universitarios, cuando representan un 36% de las nuevas ofertas de empleo. En el ámbito de la generación de patentes y de creación de empresas spin-off y de base tecnológica, nuestro margen de mejora es, desafortunadamente, más que amplio.
La Historia está para analizarla, extraer conclusiones y aprovechar lo mejor de ella. Si el resultado no es un nuevo rumbo en políticas públicas y culturales, en las que la ciencia sea un elemento central, el futuro de nuestra sociedad se demorará indefinidamente.