En 1879, Thomas Edison encendió su primera bombilla con energía eléctrica. Arrancaba una nueva era para la humanidad, que ya no dependía solamente del sol y otros métodos más rudimentarios para dar luz. Sin embargo, con este avance comenzó el desmontaje de un trabajo de miles de años de evolución humana, para adaptar los biorritmos a la actividad diurna, que está teniendo sus consecuencias para la salud y que figura como uno de los factores podrían ser clave en la aparición del cáncer y más concretamente, el cáncer de hígado.
En la literatura científica se encuentran evidencias de cómo la ruptura de los ritmos naturales de sueño-vigilia vinculados a luz y oscuridad está detrás del origen de enfermedades de todo tipo. La Organización Mundial de la Salud ha advertido de que los turnos de trabajo nocturnos pueden influir en la aparición de cáncer. Y también se ha comprobado que los tratamientos contra tumores funcionan mejor en personas con unos ritmos vitales más ajustados a ciclo de día y noche. Pero no se sabe bien por qué.
Para arrojar algo más de luz a este problema de salud pública, un equipo de investigadores de la Universidad de Murcia, el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria y el Hospital Virgen de la Arrixaca investigan, con fondos procedentes de la Fundación Séneca, cómo interviene la ruptura de los ritmos circadianos en el desarrollo de los tumores responsables del cáncer de hígado. Este proyecto de investigación está liderado por la investigadora de la UMU, Antonia Tomás Loba, que está convencida de que el cáncer de hígado está muy ligado a nuestro ritmo de vida y a la ruptura constante de los ciclos naturales como los ritmos circadianos.
Cómo cronodisrupción favorece la aparición del cáncer de hígado
El hígado es un órgano que se activa con la luz. Tras miles de años de evolución, ha aprendido que sus jugos empleados en la digestión son necesarios en las horas de luz, pero con la llegada de la luz artificial y, más recientemente con la proliferación de las pantallas y su uso justo antes de dormir o incluso ya en la cama, el hígado está ‘despertando’ a deshoras y se activa una cadena de desórdenes metabólicos que contribuyen al desarrollo de un tumor y otras patologías.
Se ha comprobado que la cronodisrupción es dañina para el hígado, pero se desconoce cómo actúa la ruptura de los ritmos circadianos en el desarrollo del cáncer de hígado, el tercero más letal y del que se estima que su incidencia aumentará en un 62% en 2040, una incógnita que se pretende desvelar mediante este proyecto que se desarrolla en la Región de Murcia, con estudios en animales y en pacientes de cáncer hepático del Hospital Virgen de la Arrixaca.
Qué se persigue con este proyecto de la Fundación Séneca sobre la relación de los ritmos circadianos y el cáncer
Antonia Tomás Loba explica que con este proyecto financiado por la Fundación Séneca se persigue conocer en detalle qué ocurre en el hígado a nivel molecular, cuando se alteran los ritmos circadianos. «Estamos intentando entender qué ocurre a nivel molecular: si hay cambios metabólicos reseñables para el funcionamiento del hígado, si envejece antes, acumula más estrés…», afirma la investigadora.
Por el momento, se conoce de la cronodisrupción tiene efectos negativos en el hígado. Una de las acciones que produce la ruptura de los ritmos circadianos es la alteración de los ritmos el metabolismo de la glucosa. Por la noche, el hígado forma glucosa para surtir de energía a las funciones vitales que nunca cesan, como el funcionamiento del corazón y del cerebro, por ejemplo. En las horas diurnas, el hígado realiza una función totalmente distinta, que consiste en romper la glucosa que nos llega a través de los alimentos, para aprovecharla en forma de energía. Sin embargo, cuando al hígado le llega información de que hay luz, a horas que no corresponde, se genera cierta confusión.
¿Estamos adaptados para los ritmos sueño vigilia actuales?
«El ser diurnos nos ha costado 65 millones de años evolutivamente hablando. Cuando se extinguieron los dinosaurios, los mamíferos de pequeño tamaño comenzaron a colonizar el entorno durante el día. La evolución ha estado tejiendo todos nuestros genes para adaptarnos a la luz y en los últimos 150 años hemos roto con eso. Vivimos en un mundo para el que evolutivamente no estamos adaptados, el cambio ecosistémico es mayor que la velocidad a la que nos podemos adaptar y esto genera una controversia molecular», explica Antonia Tomás Loba.
El proyecto en el que se están estudiando los efectos de la cronodisrupción sobre el hígado está en una fase muy temprana y todavía no se han obtenido resultados concluyentes. Sin embargo, en las pruebas con animales, el equipo financiado por la Fundación Séneca sí ha comprobado «unos efectos preocupantes» sobre el hígado, cuando los ritmos se rompen de manera recurrente, pero «no sabemos exactamente qué pasa».
Qué efectos tiene sobre el hígado unos malos ritmos vitales
El grupo de investigación parte de estudios previos como el realizado con pacientes de tumor hepático, que demostró que el 77% de los que tenían unos ritmos biológicos estables reaccionaron mejor a la quimioterapia; así como otro en el que se comprobó que aquellos pacientes con ritmos biológicos rotos desarrollaban tumores más agresivos.
El ser humano está determinado por el ritmo circadiano, por un conjunto de oscilaciones que ocurren en el organismo, que nos ha aportado una ventaja competitiva para vivir. Sin embargo, la luz artificial y los ritmos a los que nos ha llevado la actividad laboral y social está generando una confusión en el organismo, porque se rompen las dinámicas construidas a lo largo de miles de años y se introducen factores para los que los seres humanos no están preparados, como por ejemplo el trabajo nocturno.
Con el estudio sobre la relación entre el cáncer de hígado y la cronodisrupción se pretende aportar un conocimiento básico sobre los efectos de los ritmos de vida actuales sobre la salud, y pone el foco en uno de los tipo de cáncer que más se está expandiendo.