El pasado domingo se clausuraba el Curso de Otoño de la Universidad de Almería sobre ‘Fracaso y Violencia Escolar: variables implicadas’. Durante sus sesiones, profesionales y expertos han reflexionado sobre la realidad y explicaciones de un fenómeno preocupante en el contexto educativo actual. En la clausura, el Catedrático de la UAL José Jesús Gázquez Linares apuntaba “El consumo de sustancias como el tabaco, las dogas, dentro del ámbito educativo; la pertenencia a un grupo de iguales conflictivo; vivir en una sociedad carente de valores como solidaridad, generosidad, bondad; la existencia y observación de conductas violentas en la escuela; y la existencia y observación de conductas violentas en la escuela, constituyen los aspectos sociales que más importancia poseen en el origen de las conductas violentas”.
Entre un público que manifestó su satisfacción por el curso de otoño que ha tratado temas muy candentes a la actualidad del ámbito escolar, Gázquez Linares también propuso debatir la incidencia de la realidad de las familias almerienses en la violencia escolar. Así señalo que entre “los aspectos familiares que más importancia poseen en el origen de las conductas violentas se encuentran la falta de dedicación y atención por parte de los padres/tutores; la observación, por parte de los/as niños/as de episodios de violencia entre los padres/tutores; la escasa educación en el respeto a los demás y a las cosas; la falta de educación en valores como solidaridad, generosidad, bondad; la despreocupación de los padres/tutores hacia la educación de los/as hijos/as; y también el consumo de sustancias como el alcohol, tabaco, drogas, por los miembros de la familia”.
En un ambiente donde prevalecían maestros y futuros docentes y profesores, el ponente Gázquez Linares sugirió que en los alumnos “existen elementos de afectación personal a tener en muy en cuenta en la realidad del ámbito escolar, tales como enfrentamientos entre profesores y alumnos, la no existencia de normas claras de convivencia; la expresión de malas palabras en clase; insultos entre alumnos/as; peleas entre alumnos/as; grupos que no se llevan bien; alumnos/as que no están integrados/as y se sienten solos/as; los profesores van cada uno a lo suyo; los/as alumnos/as piensan que los profesores no los/as entienden; los/as alumnos/as están desmotivados/as, se aburren; uso o presencia de objetos de agresión; consumo o presencia de drogas; y problemas de convivencia intercultural”.
Puestos a conocer cual es la realidad actual del grado de violencia escolar, sugirió conocer en detalle el Estudio de la Oficina del Defensor del Pueblo de 2006. Se desacata en el mismo que “la incidencia del maltrato escolar entre iguales tiende a disminuir respecto a los datos del estudio dado a conocer en el 2000, especialmente en lo referente a las conductas más frecuentes y menos graves”. Agrega que el “porcentaje de los alumnos víctimas de insultos pasa del 39,1% al 27% y de motes ofensivos del 37,7% al 26%”. Pero también advierte que “otras conductas como la exclusión social directa, entendida como el ‘no dejar participar’ a un alumno, así como ciertas formas de agresión física y amenazas graves sí se mantienen en niveles similares a los de hace siete años”. Concluyendo que se “pone de manifiesto que las políticas preventivas y las líneas de intervención han resultado insuficientes a la luz de los resultados alcanzados hasta el momento”.
Por último, Gázquez Linares señaló algunos de los principales programas de intervención y prevención que se llevan a cabo sobre la violencia escolar. Entre ellos propuso conocer al “Plan Andaluz para la cultura de paz y no violencia 2001 – 2010 que tiene por objetivos promover la paz como acción colectiva e individual; saber convivir con los conflictos y proponer soluciones creativas y pacíficas a los mismos; detener, disminuir y prevenir las manifestaciones de la violencia”.
¿A quién culpar del fracaso? A esta pregunta ha intentado dar respuesta el día previo a la clausura la Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid Maria Victoria Gordillo. La que fuera coordinadora del área de psicología y educación de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva señalaba que en el debate sobre a “quien culpar por el fracaso escolar, hay que conocer el rol que desempeña en la formación educativa el profesor, los alumnos, los padres, la familia, la sociedad toda”.
En relación a los elementos a tener en cuenta en los fenómenos de la violencia escolar los describió a los están vinculados con “la disrupción en las aulas, los problemas de disciplina (conflictos entre profesorado y alumnado), el entre compañeros («bullying»), el vandalismo y daños materiales, la maltrato violencia física (agresiones, extorsiones) y el acoso sexual”.
En su descripción de los vinculados a los individuales, “los más importantes a mencionar son la ausencia de empatía, la baja autoestima, impulsividad, egocentrismo, fracaso escolar, consumo de alcohol y drogas y trastornos psicopatológicos”.Mencionando los familiares, se pueden precisar “la prácticas de crianza inadecuadas, autoritarias o negligentes, el maltrato intrafamiliar, la familia disfuncional, el poco tiempo compartido en familia y los pobres o escasos canales de comunicación”.
En su disertación tampoco podían faltar el de señalar los de riesgo sociocultural, donde Maria Victoria Gordillo preciso a “la influencia de los medios de comunicación en la presentación de modelos carentes de valores, la baja calidad educativa y cultural de la programación, la alta presencia de contenidos violentos en TV y el tratamiento sensacionalista de las noticias con contenido violento. Se le pueden agregar otros como la situación económica precaria, los estereotipos sexistas y xenófobos instalados en la sociedad y la justificación social de la violencia”.
Ya de lleno en la temática del fracaso escolar, afirmo que “es un tema compartido por alumnos-profesor. Hay temas de los alumnos que afectan al profesor, y a la inversa. Se genera un clima donde no se sienten satisfechos ninguna de las dos partes”. Por ejemplo, destaco que “el problema lo tiene el profesor cuando se siente frustrado o molesto, interfiere con sus necesidades, el alumno no se siente mal, pero sí el profesor en su autoridad y control”.
En el caso de los problemas que lo comparten ambos, preciso a los que “interfieren con sus respectivas necesidades, el estudiante tiene dificultad para asumir su rol y esto repercute en la necesidad de control del profesor”.
Y cundo el problema lo tiene el estudiante, hay que tomar en cuenta que “existe con independencia del profesor y no le afecta directamente, teniendo sentimientos negativos hacia si mismo, con conflictos que le impiden lograr sus metas”.
Para mejor explicación ante los alumnos asistentes a este curso de otoño, indico que es muy importante el rol del profesor, y que “tiene 2 tareas primordiales: manejo del aula como líder del grupo y la metodología de enseñanza”Para describir el rol del profesor, señalo que los elementos que podrá encontrar en el aula y darle importancia son, entre otros, esta “el fracaso, falta de rendimiento, hostilidad, pasividad, desafío, hiperactividad, escasa atención, inmadurez, rechazo de iguales, timidez”.
Ya en el camino de encontrar solución a estas realidades, señalo que “el proceso de solución depende de las atribuciones sobre al alumno y de las propias atribuciones de si mismo, de la percepción de su rol. En el caso de los alumnos se debe tener en cuenta la causalidad, la intencionalidad en su comportamiento”.
Por último, afirmo que “la solución de fondo al tema de la violencia escolar es la educación en valores, ya que el fracaso escolar es más una cuestión de carácter que de inteligencia. Hay ausencia de formación en valores comunes, muchas veces nos quedamos en aspectos formales de la formación”.