Artículo de Francisco Javier Rodríguez Tovar. Icnólogo de la Universidad de Granada. En la foto, señalando el limite K-Pg en el estratotipo de El Kef (Túnez).
La importancia del evento de extinción acaecido al final del Cretácico, hace aproximadamente 66 millones de años, es ampliamente conocida, con la desaparición de alrededor del 76% de las especies vivientes tanto marinas como terrestres, e importantes consecuencias en la evolución de la vida sobre la Tierra. El impacto del asteroide que generó el cráter de unos 200 km de diámetro en Chicxulub (península de Yucatán, México), provocó un escenario catastrófico incluyendo tsunamis, incendios masivos, oscuridad perpetua, que ocasionó cambios ambientales extremos. Los resultados y conclusiones alcanzadas en las investigaciones desarrolladas por el Dr. Rodríguez-Tovar en estos años abren una nueva línea de estudio de las extinciones en masa, de gran importancia en la evolución de la vida sobre nuestro planeta y su recuperación tras cambios ambientales extremos.
El registro geológico de este impacto se encuentra a lo largo de todo el mundo, con numerosos afloramientos estudiados en detalle, como los situados en la península Ibérica (Agost, Caravaca, Zumaia, entre otros). Sin embargo, sólo recientemente ha podido ser estudiado el efecto del impacto directamente en el área del cráter, gracias a la Expedición 364 del International Ocean Discovery Program (IODP)-International Continental Scientific Drilling Program (ICDP). La Expedición tuvo lugar entre abril y mayo de 2016, y en ella se recuperaron aproximadamente 829 metros de sondeo, compuestos, fundamentalmente, por rocas sedimentarias post-impacto, y brechas de impacto (suevitas). El sondeo ofrecía, por primera vez, la posibilidad de estudiar las consecuencias del impacto del asteroide del límite Cretácico-Paleógeno (K-Pg) en el propio cráter. Los primeros estudios pusieron de manifiesto la escasez de restos de macro-invertebrados fósiles, pero el buen registro icnológico (trazas fósiles).
Sobre esa base, el Dr. Rodríguez-Tovar (icnólogo de la Universidad de Granada) y los colaboradores de la Expedición 364, estudiaron la recuperación de la comunidad tras el evento. Los resultados obtenidos, publicados en la revista Nature en 2018 (v. 558, p. 288–291), pusieron de manifiesto la sorprendentemente rápida recuperación inicial de la comunidad tras el impacto.
Posteriormente, un nuevo trabajo se enfocó en evaluar las distintas fases de la evolución de la biota tras el impacto del asteroide y calibrar cuando tuvo lugar la completa recuperación de la comunidad macro-bentónica generadora de trazas. El estudio, publicado en la revista Geology en 2020 (v. 48, 1048-1052) reveló que la comunidad de organismos generadores de trazas se había recuperado completamente en un tiempo significativamente rápido, aproximadamente a los 700.000 años tras el impacto, mucho menor que el correspondiente a otras extinciones en masa, como la que ocurrió al final del Pérmico.
Para avanzar en el conocimiento de los efectos del evento del K-Pg sobre la biota en el área del impacto, era esencial conocer la comunidad previa en esta área. El problema radicaba en la dificultad de obtener en el sondeo de la Expedición 364 rocas sedimentarias previas al impacto, ya que en la mayoría de las ocasiones en las que se han estudiado rocas asociadas a impactos, las rocas sedimentarias previas se volatilizan o transforman. En las escasas ocasiones en las que se conservan clastos de rocas sedimentarias, el contenido fósil se restringe, fundamentalmente, a microorganismos (p.e., foraminíferos) y nunca se había observado trazas fósiles.
En este trabajo, publicado en la revista Scientific reports (2022, 12:11376), se presenta el primer registro de trazas fósiles en materiales pre-impacto de edad Cretácico superior incluidos entre rocas post-impacto (suevitas), generadas tras el evento en el área de Chicxulub.
Estas rocas generadas tras el impacto están formadas por fragmentos minerales con diferentes estadios de metamorfismo, entre los que ocasionalmente aparecen relictos de rocas carbonatadas previas al impacto. En este caso, por primera vez, se han observado y clasificado trazas fósiles en estos clastos, incluyendo Chondrites, Planolites, Teichichnus, Asterosoma y Gastrochaenolites.
La información obtenida es de especial relevancia, ya que se trata de la única evidencia, hasta el momento, de la comunidad macro-bentónica generadora de trazas en el área del impacto, lo que tiene importantes implicaciones evolutivas, al permitir comparar la comunidad previa y posterior al impacto y, por tanto, conocer la incidencia del evento sobre la biota existente antes del mismo.
Los resultados obtenidos revelan una comunidad macro-bentónica previa al impacto similar a la registrada en las primeras fases de diversificación tras el evento, y, por tanto, una incidencia comparativamente menor del impacto del asteroide sobre los organismos bioturbadores que habitaban la superficie del fondo marino, sin ocasionar la extinción de los mismos en el área.
Los resultados y conclusiones alcanzadas en las investigaciones desarrolladas por el Dr. Rodríguez-Tovar en estos años abren una nueva línea de estudio de las extinciones en masa, de gran importancia en la evolución de la vida sobre nuestro planeta y su recuperación tras cambios ambientales extremos.