“La innovación disruptiva hace que el Gobierno responda. Al hablar de Smart Cities (ciudades inteligentes), se piensa mucho en la plataforma que se encargará de generar los datos. Pero ¿Quién los va a controlar?”. Esta afirmación de la directora del Centro para las Infraestructuras Inteligentes de Cambridge, Jennifer Schooling, se ha convertido en el mejor resumen de la II edición del Congreso Ciudadano Intelingente (Smart Citizen Congress) organizado por BIOHUB VLC y Las Naves y celebrado en Valencia, donde los principales expertos a nivel nacional e internacional han profundizado en la necesidad de utilizar la tecnología al servicio de la humanización de las ciudades.
Schooling, quien cuenta con una exclusiva condecoración del gobierno británico (Order British Empire) que señala a las personas más destacadas en el ámbito científico, ha matizado que la inteligencia es la herramienta y no el destino: “la gente no responde tecnología cuando le preguntan qué quiere en su ciudad, y la tecnología sin razón es un juguete muy caro”.
Desde una perspectiva práctica, y a modo de ejemplo de buena práctica, la investigadora ha compartido un proyecto a través del que, por ejemplo, se dividieron las áreas de Cambridge en función de los sectores laborales de sus habitantes, y gracias a ello se resolvió un problema relacionado con el transporte: “analizamos los lugares con trabajos más propensos al teletrabajo, y gracias a ello se llegó a la conclusión de hacer un coworking en una zona determinada”.
En la misma línea de poner el foco en el ciudadano, la directora del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Conventry, Sinead Ouillon, ha trasladado la práctica que se está llevando a cabo en Coventry, donde están ganando protagonismo aquellos ciudadanos que, con la capacidad de entender el lenguaje de las instituciones formales, tienen los recursos para hacer de puente para las áreas más informales a través de la cocreación y la cooperatividad. “El acceso abierto es lo más importante, tanto para ciudadanos como para el Gobierno”, ha concluido Ouillon”.
Se trata de retos que se han materializado en ejemplos en este Smart Citizen Congress, como el que ha detallado la directora del Laboratorio de Ciudadanos Inteligentes de Waag ubicado en Ámsterdam, Imme Ruarus: “viviendo en Shanghai, fui a dar un paseo y me salió un sarpullido. Me dijeron que tenía que haber mirado la app que medía la calidad del aire. Me sentí frustrada, ya que esto no es responsabilidad del pueblo, nosotros tenemos que ser parte del diseño”.
En contraposición a este ejemplo, la experta ha explicado un proyecto de salud desarrollado en su territorio, que comenzó conociendo el interés de la ciudadanía por conocer las sustancias del aire, así como la dirección de este para saber dónde van. “La gente sabe lo que quiere, por ello hay que potenciar una red de colaboración que integre todo tipo de conocimiento. Un sensor no es un sensor sin muchas más cosas detrás, y las personas nos tenemos que ayudar en este proceso”, ha afirmado Ruarus.
También desde una perspectiva global, pero desde un punto de vista marcadamente valenciano, el técnico de Proyectos Ambientales de Valencia Clima y Energía, Andreu Escrivà; y el técnico de Innovación Social Las Naves, Javier Ibáñez, se han referido a la tecnología como la precursora de un cambio estructural que no añada, sino que sustituya. “La tecnología tiene que tender a que haya foros de discusión, tenemos el ejemplo positivo de las videoconferencias.
Se acaba de celebrar una cumbre en Dubai donde se acuerdan políticas contra el cambio climático con 30.000 personas acreditadas, y esta es una gran alternativa”, ha explicado Escrivà. Además de incidir en que “las soluciones a la emergencia climática serán tecnológicas o no serán”, durante esta mesa de debate se ha alertado de la necesidad de que la tecnología no cruce la línea de la adicción.
Humanización tecnológica y la brecha digital
Y precisamente sobre este último problema han debatido la pediatra e impulsora en Valencia del movimiento Adolescencia sin Móvil, Úrsula Maraguat; y la responsable de comunicación y desarrollo en Empantallados, Elena Martínez.
Junto a la agente de Policía Nacional, Diana Rubio, estas expertas han profundizado en los efectos de esta adicción tecnológica en los más jóvenes y han puesto sobre la mesa tendencias no tan escuchadas y que comienzan a ser habituales: “esta adicción provoca en los niños una inseguridad cuando empiezan a pensar que pueda pasar después del colegio, de si se van a enterar de lo que sea que esté ocurriendo y esto genera trastornos”, ha apuntado Elena comparando estos problemas con los que también le pueden ocurrir a cualquier alto ejecutivo.
También desde una perspectiva autonómica, el director general de Capitalidad Verde Europea 2024, Antonio García, se ha referido a los efectos de la humanización tecnológica poniendo sobre la mesa consecuencias directas para el ciudadano: “se trata de implementar cambios que nos permitan consumir menos a nivel municipal pero que también les lleguen a los ciudadanos. Por ejemplo, si implementamos espacios verdes más eficientes, vamos a poder hacer más, y eso la gente lo va a notar”.
La directora de proyectos de AVAESEN, Mariola Guarinos; el director general y, cofundador y director ejecutivo de Green Urban Data, Alejandro Carbonell; y la directora de Transformación de Hidraqua, Cristina Baixauli también han participado en este reto basado en la Capitalidad Verde Europea y en la sostenibilidad e innovación para el ciudadano.
Entre las principales claves aportadas en esta charla, destaca el trabajo que se está desempeñando en la medición para los ciudadanos de los espacios verdes, algo que se lleva a la práctica también a través de la Inteligencia Artificial y que se traduce, por ejemplo, en saber la cantidad de CO2 que estos absorben o la cantidad de agua de lluvia que reducen para evitar inundaciones. De nuevo, y también a nivel local, se ha vuelto a incidir en la necesidad de que el ciudadano decida qué es lo que más le afecta, tal y como ha explicado Baixauli: “hay que poner a disposición de los ciudadanos herramientas para que ellos puedan aportar lo que más les impacta”.
También ha habido momento de hablar de los ciudadanos como trabajadores. Concretamente, mediante una mesa redonda compuesta por el director regional de Adecco, Víctor Manuel Tatay, que ha afirmado que el teletrabajo a nivel nacional tiene una incidencia de entre un 7% y un 10%; la CMO de Sesame, Leticia Gonzalbez, que ha definido el momento actual como el punto en el que verdaderamente se está viendo como es el teletrabajo real; o la oficial ejecutiva de Happydonia, Mª Carmen Lacuesta, que ha incidido en la necesidad de que la tecnología una y deje de desconectar a toda la plantilla.
Como conclusiones generales de esta mesa, destaca la apuesta común por la presencialidad, al menos parcial, y la subjetividad que implica el término deslocalización laboral. “Una empresa tiene que valorar hasta dónde llega con la deslocalización. Igual ahorras contratando a profesionales de determinados países, pero hay que valorar que es otra cultura y son otras condiciones. Hay que determinar si realmente estamos aportando valor con esto, y se trata de una decisión de cultura de empresa”, ha explicado la representante de Sesame.
Una de las voces más autorizadas en lo que respecta a brecha digital y especialmente a cómo esta tendencia en alza afecta a las personas mayores es el impulsor de la campaña “Soy Mayor, no Idiota”, Carlos San Juan. Además de detallar su importante trabajo para lograr un “mantenimiento obligatorio de la cultura analógica”, durante esta mesa se ha incidido en como este problema afecta especialmente en el sector bancario.
Para ello, en la conversación ha participado la responsable del segmento de Personas Jubiladas en Caixa Popular, Mónica Arego. “La clave está en no poner limitaciones de horarios o días. Hacer que sea la persona la que decida en qué momento utiliza cada canal. Sí, esto supone un esfuerzo y no ganar tanto, pero la seguridad que de esta forma le aportamos a nuestros clientes es mucho más grande que este coste”, ha recalcado Arego.
La brecha energética y la privacidad de los datos
Desde una perspectiva estrictamente económica, esta humanización tecnológica también ha contado con un capítulo especial enmarcado en el sector energético. Para ello, el investigador senior del Oxford Instituto de Estudos Energéticos, Rahmat Poudineh, ha pronosticado un cambio de paradigma: “lo que hoy conocemos del sector energético va a cambiar, llega un modelo bidireccional, un sistema de capas durante todo el proceso en el que el usuario pueda producir energía y enviarla a otros usuarios”. Además de destacar la importancia de cambiar la mente de los consumidores, el experto ha matizado que, con el actual modelo, la ciudadanía no está viendo el resultado, ya que “pagamos por mucho más que por la electricidad, pero la gente no lo ve”.
Sobre este último punto, Poudineh ha indicado que, antes de la eliminación de sobrecargos de 2022, la parte de transmisión de energía a los consumidores representaba solo un 50% de la tarifa total. “Hay más carga para la gente que no tiene valores económicos, y esa diferencia está en las tasas. Esto perjudica a la gente menos pudiente”, un factor que se ha relacionado en el congreso con el concepto de eficiencia: “el Gobierno comenta que, si consumimos menos de la media, se paga menos. Pero, si tu casa no es eficiente, vas a consumir más de la media y vas a paga más”.
Y, sin duda, una de las ponencias que más han impactado a los asistentes del Smart Citizen Congress ha sido la impartida por el Director de Daylight en el Centro para la Ciberseguridad a Largo Plazo de la Universidad de Berkley, Nick Merrill. Más allá de afirmar que la comercialización de los metadatos es un hecho y que está ocurriendo a nivel global, Merrill ha puesto el foco en la importancia de preservar la privacidad mental en todo este proceso: “tenemos derecho a no compartir con nadie lo que estamos pensando, esto excede a la privacidad de los datos, estamos hablando de pensamiento que ni siquiera sabes que ocurren. Ahora no hablamos solo de privacidad, sino también de vigilancia”.
A modo de conclusión que resume gran parte de lo tratado en el congreso, Merril ha expresado su preocupación por lo que respecta a las Ciudades Inteligentes del presente y del futuro de la siguiente forma: “es un hecho que las Smart Cities van a llegar, pero ¿Quién las desea y quién las decide? Va a ocurrir, habrá beneficios y si las empresas que recopilan el metadato lo venderán”. Por ello, el experto apunta a la responsabilidad gubernamental para que este proceso no se convierta “en un desastre para la privacidad”.
Durante el encuentro, patrocinado por Caixa Popular, Hidraqua y Adecco, ha participado la concejala de Turismo, Innovación y Captación de Inversiones del Ayuntamiento de Valencia, Paula Llobet, que ha hablado de la necesidad de que los ciudadanos valencianos entiendan a los datos y a la innovación como una herramienta vital, ya que solucionan problemas de forma más rápida y permite una medición óptima.