Calar Alto decide estos días cómo será su futuro científico en una reunión internacional que se desarrolla en el Insituto de Astrofísica de Andalucía, en Granada. Jesús Aceituno, que rige los destinos de esta etapa nueva en el observatorio, nos cuenta en esta entrevista cómo ve el futuro del centro.
Calar Alto ha estado dos años sin director, ¿cómo ha sido este tiempo?
No ha existido la figura del director, pero sí la director en funciones. Cuando José María Quintana dejó el centro – lo hizo porque no quería hacerse cargo del Observatorio en las condiciones presupuestarias que quedaba– atravesábamos una circunstancia complicada, la crisis nos azotó. Hubo que hacer recortes presupuestarios. Cuando Quintana finaliza su mandato se consigue firmar un convenio para darle continuidad al centro y a partir de ese momento yo soy nombrado vicedirector, asumiendo también la tarea de director en funciones. Aquella etapa fue complicada, pero poco a poco se ha ido superando, hasta el punto de que podemos afirmar que a día de hoy volvemos a tener una velocidad de crucero, manteniendo gran cantidad de proyectos, colaboraciones internacionales… Durante este tiempo, hay que decirlo, no se ha perdido ni una noche de investigación y todo esto también ha sido posible gracias a que la plantilla ha estado muy concienciada con el centro. Con mucha garra, con mucho coraje y dando todo lo que tenían, entre todos hemos sido capaces de sacar el centro adelante.
¿Se ha recupera la normalidad?
La situación actual es más que aceptable, pero todavía hay muchas cosas que mejorar. Un centro como el Observatorio de Calar Alto tiene muchas necesidades, pero seguiremos trabajando para conseguirlo. La conclusión es que la situación actual es mucho mejor que la que teníamos en 2014. Hemos terminado proyectos iniciados hace años, como CALIFA, que ha tenido una repercusión mundial; hemos conseguido iniciar retos tecnológicos tan importantes como CARMENES que suponía un desarrollo instrumental de última generación, ya que es un instrumento que no existen en otra parte del mundo. Y a pesar de la crisis se ha conseguido poner en funcionamiento el uno de enero de este año.
¿Se puede decir que Calar Alto vive una nueva etapa con CARMENES y CALIFA?
A partir de CARMENES, sin lugar a dudas. CALIFA ha sido muy importante, con sus datos se han conseguido producir casi una veintena de tesis doctorales, un centenar de artículos en revistas de impacto internacional. Pero quiero hacer una especial mención al proyecto CARMENES. Existe la idea de que la importancia de un observatorio se define por el tamaño de los telescopios que tiene. Por supuesto, el tamaño es importante. Sin embargo, un observatorio astronómico es la conjunción entre un telescopio y los instrumentos de observación. Si un observatorio tiene una instrumentación que no existe en otra parte del mundo, permite hacer una ciencia que no se puede generar en otro lugar. Y ése es el caso de Calar Alto. Apostó en 2009 por el desarrollo de un instrumento de frontera que permitiera hacer una ciencia que no se pudiera realizar en ningún otro sitio, y ese instrumento fue CARMENES. Ha sido un reto increíblemente grande, donde participan tres instituciones internacionales, con más de 130 personas entre científicos y tecnólogos, y con un presupuesto de más de siete millones de euros. Conseguir finalizar el instrumento y hacerlo en el plazo previsto, el uno de enero de 2016, ha sido todo un reto. Acabar en hora este tipo de proyectos tan complicados es muy difícil y nosotros lo hemos conseguido, a pesar de la crisis y a pesar de todo.
¿CARMENES ha comenzado a producir?
Sí. Durante estos meses hemos conseguido la base de datos más extensa, con mayor resolución y con mayor cobertura de longitud de onda de estrellas tipo M que jamás se ha obtenido. La detección de un planeta requiere acumular un gran número de observaciones, no es apuntar con el telescopio a una estrella y si hay un planeta se detecta con una sola foto. Hay que acumular un número de observaciones durante un tiempo, para poder reproducir las órbitas de esos planetas. Y es precisamente eso lo que está haciendo CARMENES. Durante los tres años que vamos a estar dedicados a buscar planetas extrasolares no quiere decir que cada noche vamos a descubrir uno, se trata de acumular un montón de datos y gracias a ellos, reproducir las órbitas. Muy pronto empezarán a salir esos planetas como palomitas de maíz. Y no sólo eso, sino que CARMENES va mucho más allá, ya que va a proporcionar una información que a día de hoy resulta inalcanzable por otros sistemas. Una vez que se haya producido la detección vamos a poder ofrecer información sobre la composición química de las atmósferas, además de la temperatura, gravedad de los planetas, que nos darán información de si son compatibles con la vida.
PANIC ha sido otra de las referencias para Calar Alto, ¿no?
PANIC también ha sido otro de los grandes ejemplos de la superación y de la confirmación de que estamos en la velocidad de crucero de la que hablaba anteriormente. Ha sido resultado de una colaboración entre nuestros institutos de referencia – IAA y Max Planck –. Fue un desarrollo bastante ambicioso, que consistía en construir una cámara de gran campo, cuyo rango de funcionamiento está en el infrarrojo. Esta cámara entró en funcionamiento a finales de 2014 y está dando resultados muy interesantes en el telescopio de 2,2 m.
¿Ha podido la crisis con la ciencia hecha en Calar Alto?
Cuando más fuertemente nos ha afectado la crisis ha coincidido con la consecución de proyectos de calado que veníamos arrastrando desde hace tiempo atrás, así que no. Podemos presumir que la instrumentación que tenemos para los dos grandes telescopios es de última generación y, además, muy actualizada.
¿Está paralizada la idea de construir el telescopio de 6,5 metros?
Cada proyecto tiene su tiempo. PANIC y CARMENES eran proyectos en marcha desde el 2008-09. En el caso del telescopio se comenzó en 2011, cuando se realizaron los primeros estudios conceptuales. Es un proyecto al que la crisis le pilló de lleno y se quedó sin financiación para poder continuar. En la situación actual es mucho más lógico apostar por los proyectos ya iniciados, como era el caso de CARMENES Y PANIC, apostar por lo seguro, porque para nosotros es muy importante no caer en la obsolescencia. Si en un futuro se retoman proyectos de este tipo, la situación económica lo permite y hay instituciones dispuestas a apoyarlos, pues encantados. A nosotros, ganas de trabajar nunca nos faltarán para abordar los proyectos, pero dependerá de la situación económica.
En 2019 hay un nuevo escenario en lo económico con la retirada de la parte alemana, ¿entrará la Junta en el consorcio?
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, visitó Calar Alto el pasado mes de mayo y nos prometió el apoyo de la Junta, dado que a finales de 2018 concluye el acuerdo entre el CSIC y Max Planck. La Junta de Andalucía ha mostrado un interés por apoyar la instalación y entrar en el escenario que se plantee en 2019. Se están buscando fórmulas para ver cómo encajar ese apoyo, y las perspectivas son muy buenas.
¿Qué otras instituciones podrían sumarse al consorcio en 2019?
Estamos abriendo el observatorio a toda la comunidad internacional. Actualmente hay agencias europeas, asiáticas y americanas interesadas, porque están viendo que las cosas en el observatorio están funcionando. De momento no queda clara la fórmula, y por ello vamos a celebrar una reunión científica el 13 y 14 de octubre, en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, en Granada, para hacer una llamada a toda la comunidad internacional para que propongan ideas científicas a medio y largo plazo, que hagan que el observatorio siga teniendo esa posición de prestigio. Queremos proyectos de calado que nos permitan mantenernos a la vanguardia. Nosotros esperamos que como resultado de esa reunión científica se puedan reservar o evaluar las propuestas mejores que definan nuestra estrategia a nivel científico más allá de 2019. Una vez establecida la estrategia científica, nos ocuparemos de buscar financiación. En ciencia se funciona así, no vale primero pedir dinero y luego ver qué se hace con ese dinero; primero hay que decir: queremos hacer esto, esto y esto que es muy competitivo y por tanto necesitamos tanta financiación. Estamos muy ilusionados con esa reunión científica y, de hecho, ya hay bastantes charlas que tienen muy buena pinta.
¿Qué rumbo quiere darle al observatorio?
Una mayor apertura a toda la comunidad científica internacional, de manera que diferentes agentes quieran usar nuestros telescopios, que ayuden a hacer que la instalación sea sostenible. Aprovechar la posibilidad de acceder a fondos europeos, que nos permiten financiar hasta el 80 por ciento la mejora de infraestructuras. Fortalecer las relaciones con agentes internos como la Junta de Andalucía.
El observatorio se ha abierto al astroturismo, ¿qué es más importante el aporte económico o la posibilidad de divulgar la ciencia?
En el observatorio somos conscientes de que tenemos que responder a una demanda de la población. Casi a diario recibimos llamadas de gente interesándose por lo que hacemos. Y era una obligación moral abrir el observatorio al público y ofrecer la posibilidad de quedarse una noche aquí y observar las estrellas con uno de nuestros telescopios. Se trata de una iniciativa que no se lleva a cabo en ningún otro observatorio de Europa. Esto hay que hacerlo compatible con la actividad científica del centro. Se ha subcontratado las labores a una empresa externa que se está encargando de coordinar las visitas al centro. El número de noches destinado a este proyecto es muy limitado porque estamos centrados en la investigación. Consideramos que el esfuerzo merece la pena, la gente está respondiendo con unas ganas desproporcionadas. El aporte económico que supone no es significativo en absoluto, pero lo que ganamos en cuento que la gente entienda la complejidad que tiene un sitio como éste y que la gente sea partícipe de nuestra ilusión es muy gratificante.
Entrevista publicada en el último número de Nova Ciencia.