Artículo de
Gloria Espinosa Spínola
Profesora del Área de Historia del Arte de la Universidad de Almería.
Coordinadora científica junto a Rafael López Guzmán y Yolanda Guasch Marí de la exposición Las Universidades de Carlos V. Patrimonio y Memoria.
Durante el gobierno del emperador Carlos V tres universidades fueron creadas en los territorios conquistados y recién incorporados a los dominios de la Monarquía Hispánica, nos referimos a las universidades de Granada, Lima y México. Estas fundaciones, a pesar de responder a sus propias realidades, tuvieron como principal objetivo formar a las élites civiles y religiosas encargadas de la administración de sus territorios.
El interés del monarca, no solo se limitó a estas nuevas universidades, también se ocupó de dotar, proteger y modernizar otras ya creadas, como las de Valencia y Alcalá de Henares, no faltando las de consolidado prestigio como la de Salamanca, la cual llegó a visitar hasta en dos ocasiones, en los años 1522 y 1534.
También durante el mandato carolino, se crearon otro tipo de centros de enseñanza superior, las denominadas universidades menores, promovidos bien por ayuntamientos e instituciones religiosas, bien por señores de la nobleza, y en los que se impartían determinadas cátedras, y entre las que podemos mencionar los casos de la Universidad de Santi Spiritus de Oñate o el Colegio-Universidad de Osuna. Incluso en los territorios del Sacro Imperio Germánico se establecieron dos nuevas universidades: Marburgo en 1541 y Dillingen en 1551, la primera auspiciada por los príncipes protestantes, la segunda por la Compañía de Jesús.
Como vemos, el interés del Emperador por la educación superior fue una contante durante los cuarenta años de su mandato, multiplicando los espacios destinados para ello, dotándolos de cátedras y recursos económicos, muchas veces limitados, produciéndose entonces resultados dispares, tanto a nivel educativo como en relación al prestigio y consolidación de estas instituciones. Pero, de la historia cultural y artística de esta fecunda relación entre Carlos V y las universidades de su tiempo, ¿que conservamos a día de hoy? ¿Conocemos y valoramos su legado patrimonial?
Documentos, bienes muebles e inmuebles y todo un patrimonio inmaterial es la herencia de la política del Emperador para con el mundo universitario, el cual debemos conocer y conservar, especialmente aquel relativo a las tres fundaciones directas carolinas, ya que nos encaminamos a la celebración de su Quinto Centenario en los próximos años.
Fundación de la Universidad de Granada
La Universidad de Granada tiene su fundación en la carta de real merced que el Emperador Carlos V otorgaba el día 7 de diciembre de 1526 para el inicio de un estudio general en la ciudad, siendo expedida la Bula de confirmación y erección de la universidad el 14 de julio de 1531 por el papa Clemente VII. Se construyó, entonces, el llamado “palacio del saber” un extraordinario edificio frente a la catedral, ocupado hoy por la Curia, diseñado por el afamado arquitecto Diego de Siloé.
Los estudios granadinos estuvieron orientados, en un principio, a instruir al clero encargado de la conversión y evangelización de los moriscos, buscando una administración religiosa más comedida con este grupo de población, alejada de imposiciones anteriores como la que llevó a su bautismo forzoso en 1502. Ahora bien, se implantaron estudios de Artes, Teología, Leyes, Cánones y Medicina, suponiendo en la práctica un funcionamiento similar al resto de universidades formando, consiguientemente, también a los responsables civiles de la administración, la sanidad, la educación y la cultura del reino conquistado por sus abuelos.
En Granada, la estancia Carlos V y la emperatriz Isabel dejó una profunda huella, definiendo la ciudad moderna, no solo con sus estudios superiores, sino promoviendo otros espacios de representación y prestigio, entre los que la construcción del palacio alhambreño y la catedral como panteón regio son los hitos más significativos.
Universidad de San Marcos de Lima, decana de las universidades de toda América
En América, la única potencia europea que creó estudios superiores fue España. El vasto territorio que paulatinamente se fue incorporando a los dominios hispanos, con todas sus riquezas, estaba poblado por diferentes culturas con sus propias creencias y lenguas, razones que aconsejaban la implantación de estudios superiores, al menos, en las dos capitales virreinales.
La Universidad de San Marcos de Lima, fue la primera, pues la Provisión Real de su creación fue dada el 12 de mayo de 1551, siendo ratificada por la Bula del papa Pio V, el 25 de julio de 1571. La iniciativa de la fundación partió de la orden de Santo Domingo, la cual, junto a otras órdenes religiosas, como los franciscanos y agustinos principalmente, fueron las encargadas de la conversión y evangelización de importantes grupos de población indígena. De esta manera, la primera sede universitaria estuvo en el propio convento dominico hasta que, por la intervención del virrey Francisco de Toledo en 1571 se traslada a la iglesia de San Marcelo.
Además, en este momento se dota de unas constituciones y recibe el nombre de Universidad de San Marcos de la Ciudad de los Reyes de Lima, mediante sorteo realizado entre los nombres de los cuatro evangelistas. Pero, sobre todo, el patrocinio de este virrey destaca porque proveyó a la institución de una cátedra de lengua quechua, la más hablada en el virreinato peruano, con la finalidad principal de instruir a los religiosos encargados de la administración de las poblaciones indígenas.
Tras varios traslados de sede, en el siglo XIX San Marcos se reubicó en el Convictorio de San Carlos, un espacio que hoy día sigue siendo centro cultural de la universidad.
Universidad de San Pablo en México, precursora de la UNAM
La creación del estudio general de la Ciudad de México se produjo por la Real Provisión firmada por el príncipe Felipe el 21 de septiembre de 1551, siendo confirmado por Bula de Clemente VIII el 7 de octubre de 1595. Como en el caso de Lima, se produjo la implicación de la máxima autoridad virreinal, en este caso el virrey Antonio de Mendoza, quien, junto al arzobispo de México, el franciscano fray Juan de Zumárraga, y el cabildo de la ciudad fueron los grandes impulsores del proyecto.
La Universidad de San Pablo contó con un edificio propio construido en la Plaza del Volador, junto a la Plaza Mayor, el cual conocemos gracias a diferentes planos, pinturas y biombos en los que se reproduce el entramado urbano de la ciudad, puesto que hoy nada se conserva tras su destrucción en el año 1910.
Tan solo han sobrevivido algunos elementos arquitectónicos y decorativos, como la portada del paraninfo conservada en la fachada del Colegio de San Pedro y San Pablo en el centro de la capital mexicana. A pesar de esta pérdida, la Universidad Nacional Autónoma de México, mantiene vivo el legado fundacional carolino mediante importantes iniciativas como el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación y el Museo “UNAM hoy”.
Al igual que en Lima y con idéntica finalidad, una de las cátedras a destacar en la Universidad de San Pablo fue la relativa al principal idioma nativo, en este caso el náhuatl. Una preocupación por el lenguaje y la comunicación que tuvo su expresión, dentro del ámbito indígena, en el colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco construido junto al Convento de Santiago de la misma ciudad, una institución apoyada por el Emperador, y promovida nuevamente por don Antonio de Mendoza y fray Juan de Zumárraga, donde los frailes franciscanos educaron a los hijos de la élite indígena en materias propias del nivel universitario de las facultades menores, prestando especial atención a los idiomas, pues allí se enseñaron y cultivaron el latín, el español y el náhuatl.
Qué huellas dejó en el arte la vinculación de Carlos V con las universidades
La vinculación del Emperador Carlos con las Universidades de su tiempo, en estas líneas brevemente trazadas, dejó su huella en el arte y la cultura de su época, todo un legado que ha pasado desapercibido en muchos momentos de su ya larga historia, propiciando el abandono, la destrucción y el olvido, de una parte muy significativa del mismo.
Por esta razón, y con el horizonte puesto en el V Centenario de la fundación de la Universidad de Granada a partir de 2026, a la que se unirán las de Lima y México en años próximos, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada, Rafael López Guzmán, ha dirigido sendos proyectos del plan Feder de la Junta de Andalucía y del Plan Propio de la Universidad de Granada, con el objetivo principal de identificar, conocer, valorar y difundir el patrimonio artístico y documental que todavía hoy conservamos sobre Carlos V y su vinculación al mundo universitario.
Exposición itinerante en España y América
Una memoria imperial que hemos querido dar a conocer en distintos ámbitos universitarios mediante una exposición de carácter itinerante que ya ha recorrido la Universidad de Granada (Hospital Real y Facultad de Letras), la Universidad de Almería y la Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde el pasado 19 de septiembre, y en colaboración con el Instituto de América de Santa Fe, es posible acceder a esta exposición en su formato virtual, traspasando con ello los límites de nuestras instituciones, queriendo difundir entre la ciudadanía en general este rico patrimonio.
Una exposición con la que visitar aquellos edificios que aún conservamos, algunos de gran calidad artística como el mencionado de Diego de Siloe en Granada o las fachadas de las universidades de Salamanca y Oñate.
A ello se une, la visualización de documentos fundacionales, esculturas, pinturas, y todo tipo de obras relacionadas con los distintos protagonistas vinculados de una manera un otra con estas universidades carolinas, tanto en España como en América, además de la propia imagen imperial, no olvidando que durante un largo tiempo la nuestra fue una historia compartida. Tras el recorrido, en cada visitante queda valorar todo lo perdido y lo mucho conservado, para ello, están ustedes invitados.