La Universidad de Málaga ha detectado que la calima del pasado mes de marzo, además de polvo del Sáhara, dejó caer partículas de Cesio, un material radiactivo liberado por bombas atómicas y en accidentes nucleares.
El pasado mes de marzo, la Península Ibérica vivió uno de los episodios de calima más intensos desde que se tienen registros. El cielo de las ciudades de todo el país se tiñió de ocre y toneladas de tierra procedentes del desierto del Sáhara dejaron una huella que, en algunos casos, todavía persiste.
Este fenómeno atípico de polvo sahariano provocó problemas respiratorios en algunas personas e incluso las autoridades llegaron a desaconsejar la práctica de deporte al aire libre, por los efectos que esta acumulación de polvo en el ambiente podría tener sobre la salud.
Qué material radiactivo llega con la calima
Sin embargo, lo que no se sospechaba en esas fechas es que esta nube de polvo no solamente contenía tierra sahariana. Un equipo de investigación de la Universidad de Málaga estudió el ambiente en esos días y descubrió que junto al tradicional polvo sahariano, la nube de polvo trajo también partículas radioactivas, concretamente Cesio, cuyo origen está estudiando un equipo de investigación de la universidad malagueña.
Cada vez que hay un fenómeno de calima llegan a la Península Ibérica partículas que hay depositadas en la arena del desierto. Ha habido ocasiones que durante estos fenómenos se han detectado niveles anómalos de elementos radiactivos en el ambiente, pero nunca antes como en marzo de 2021, debido a la cantidad de polvo que entró procedente de África.
Aun así, a pesar de que se trata de sustancias nocivas para la salud y su concentración era elevada, resultaba insuficiente para provocar daños en las personas, tal y como informó a esta revista la investigadora de los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación de la Universidad de Málaga, Elisa Gordo, que concretamente se encarga de la Unidad de Técnicas Radiométricas.
De dónde vienen esas partículas radiactivas que vuelan con la calima
Actualmente se está estudiando el origen de estas partículas radiactivas y se barajan varias hipótesis. Una de ellas, quizás la de mayor peso, es que estos elementos procedan de las pruebas nucleares que Francia realizó entre los años 60 en el Centro Sahariano de Experimentación Militar de Reggane, en pleno desierto argelino. Sustancias que quedaron liberadas en el ambiente debido a las bombas nucleares que se detonaron en la zona. Concretamente se realizaron 17 ensayos, entre los que había detonaciones atmosféricas en torre, superficiales, aunque la mayoría fueron subterráneas en túnel.
Otra hipótesis es que se trate de radiactividad suspendida en la atmósfera, procedente de pruebas nucleares realizadas en otras regiones del mundo y que cuando entra la calima, también arrastra estas partículas y caigan por gravedad; o partículas procedentes de accidentes nucleares como los de Chernóbil o Fukushima.
Cómo viajan las nubes de elementos radiactivos
La Universidad de Málaga es uno de los colaboradores de la red de vigilancia radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear integrada por 22 laboratorios, y ya detectó la presencia de partículas procedentes de la central de Fukushima, que alcanzó España tan solo dos semanas después de la explosión nuclear.
En aquel momento se detectó contaminación radiactiva por yodo-131, cesio-134 y cesio-137 en aire, leche y vegetales, y en menor número de muestras en agua de lluvia y suelo. Se detectaron también trazas de plata-110m, cesio-136, teluro-132 y yodo-132.
Sorprendentemente, la nube con material radiactivo procedente de la central japonesa llegó por la ruta más larga, es decir, entró por Portugal después de haber cruzado los océanos Pacífico y Atlántico.
¿Llegaría material radiactivo a España en caso de desastre nuclear o uso de bombas nucleares en Ucrania?
El hecho de que en España esté entrando restos de radiactividad procedente del Sáhara y que partículas liberadas en Fukushima alcanzaran la Península Ibérica, incrementa la incertidumbre por lo que pueda ocurrir si Rusia da el paso que todo el mundo teme y emplea la bomba nuclear en Ucrania o daña alguna de las centrales nucleares existentes en el país atacado. En ese caso, confirma Elisa Gordo, nos podemos preparar para que nos llegue una tormenta de partículas nucleares, aunque, las consecuencias para la salud en estas latitudes serían prácticamente inexistentes, gracias a que la presencia de este material estaría por debajo de los niveles establecidos como preocupantes
Cabe recordar que la radiactividad liberada en la explosión de la central de Chernóbil, también en Ucrania, considerada como el mayor desastre nuclear de la historia, ya llegaron a nuestro país, incluso más allá, como acaba de confirmar en una investigación un equipo conformado por científicos de la Universidad de La Laguna (ULL), en Santa Cruz de Tenerife, y la Universidad de Málaga, y en el que también ha participado Elisa Gordo.
La investigación, que se ha publicado recientemente en la revista científica ‘Journal of Geochemical Exploration’, aborda la presencia de radiación de Cesio 134 y 137 en suelos de Tenerife, que podría estar relacionada con el desastre nuclear de 1986 y que habría llegado a la isla a través del polvo en suspensión procedente del Sahara.
Este trabajo se ha basado en un análisis retrospectivo de los datos recopilados a principios de la década de los noventa por el Laboratorio de Física Médica y Radiactividad ‘FIMERALL’, adscrito al Servicio General de Apoyo a la Investigación de la ULL, que mostraba el contenido de radionúclidos en aerosoles en los suelos de la isla.
En aquel momento no se tenía una visión tan general de las contribuciones de los episodios de polvo sahariano en suspensión y, sobre todo, no se disponía de una serie temporal larga para poder explicar la aparición de dichos radionúclidos de origen antropogénico en las muestras de suelos.
Cómo llegó la radiactividad de Cherbóbil a Canarias
Basándose en trabajos previos realizados por la investigadora de la ULL, María López Pérez, ha sido posible dar una explicación plausible a la aparición de dichos radionúclidos en aquellos años, lo cual ha dado origen a este nuevo artículo científico, del que es también autora principal.
Así, de acuerdo con López, a pesar de la gran distancia entre Canarias y la central nuclear de Chernóbil, la fuente más probable de las concentraciones de Cesio 134 y 137 registradas en los suelos de las Islas Canarias Occidentales en los años 90 fue la resuspensión de terrenos y arenas previamente contaminados por dichos isótopos de origen artificial. Los isótopos liberados durante el accidente, según señala, se dispersaron principalmente por Europa, sin embargo, también por todo el hemisferio norte en pequeñas cantidades.
Las simulaciones de las columnas radiactivas liberadas por Chernóbil no mostraron una ruta de deposición directa hacia las Islas Canarias Occidentales durante los días posteriores al accidente. Los autores consideran que el escenario más probable fue que, después del desastre nuclear, los isótopos se depositaran primero en la superficie del suelo del norte de África y, luego, se resuspendieran en la atmósfera, permitiendo que fueran transportadas y se depositaran (deposición secundaria) sobre las islas mediante tormentas de polvo, muy comunes en el norte de África.