La Universidad de Huelva desarrolla un sistema para identificar bosques primarios con tecnología LIDAR, una herramienta de utilidad para detectar localizar estas formaciones boscosas que solo representan el 4 por ciento, consideradas como auténticos reservorios de biodiversidad y el manual de instrucciones del monte.
Los bosques primarios se consideran como reservorios de la biodiversidad, se han desarrollado al margen de la intervención humana y representan como una especie de guía o manual de instrucciones, que muestra hasta dónde puede llegar el desarrollo de la flora y fauna asociada de un bosque.
Qué características permiten identificar al bosque primario
El bosque primario se identifica por árboles grandes y viejos, asociados a un conjunto de arbustos, de plantas de suelo, de hongos y líquenes que normalmente no se encuentran en las fases iniciales de formación del bosque. En estos contextos, abundan la madera muerta y arboles derribados, que favorecen la presencia de una biodiversidad asociada.
La condición de espacios vírgenes y libres de cualquier tipo de interferencia del ser humano los hace actuar como santuarios de la naturaleza, con árboles centenarios o incluso milenarios, en torno a los que se ha desarrollado un ecosistema de gran valor, que se perfila como el ideal a alcanzar a muy largo plazo, en cualquier proyecto de restauración ambiental tras un incendio o trabajos de recuperación de un entorno natural degradado.
Su valor ha hecho que en los últimos años, los investigadores hayan puesto un interés mayor en conocerlos mejor y analizar sus características con mayor profundidad. Sin embargo, se encuentran con el problema de que encontrarlos es muy difícil, e identificarlos, todavía más, ya que para determinar si se está o no ante uno de estos bosques se necesitan realizar un conjunto de mediciones costosas en tiempo y dinero.
Qué método ha desarrollado la UHU para localizar bosque primario
Para dar respuesta a este problema, el grupo de investigación de Análisis y Planificación del Medio Natural de la Universidad de Huelva (UHU) ha desarrollado una metodología que permite identificar el bosque primario de una manera rápida y certera, a partir de datos tomados sobre terreno e imágenes del sensor aéreo LIDAR que, llevados a un sistema de geoestadística, permiten estimar la cantidad y localización de bosque primario que existe en una zona concreta.
La metodología creada por este grupo de investigación de la Universidad de Huelva se ha desarrollado en un bosque de pino salgareño de la Sierra de Cazorla, porque en las zonas altas de este entorno natural se encuentran los árboles más viejos de España, pero puede extrapolarse a cualquier masa boscosa del mundo, con un ajuste de los datos previo, y así calcular con un margen de error bastante escaso el volumen de superficie forestal que entraría en la clasificación de bosque primario.
Cómo se ha elaborado la metodología para localizar bosque primario
El investigador de este grupo y profesor en el Máster en Ingeniería de Montes de la UHU, Javier Vázquez, explica que para contar con esta metodología para identificar el bosque primario, el trabajo se ha dividido en dos bloques. Por un lado, se han analizado los datos del inventario forestal tradicional, que realizan operarios forestales. Para realizar este inventario, los operarios dividen la zona de estudio en parcelas de unos 150 metros cuadrados por cada cuatro hectáreas de monte, y detallan las especies que encuentran en cada una de ellas, sus características y se calcula la edad de los árboles a partir de su diámetro.
«Nosotros hemos utilizado la información de un total de 700 parcelas, para definir un índice que nos dice si los árboles de esa parcela están más cercanos a un bosque viejo o un a bosque joven», explica Javier Vázquez. Una vez que se tiene ese trabajo de base, entra en juego la geoestadística, que permite predecir lo que hay en el conjunto de la zona natural que se encuentra en estudio.
La segunda parte de la metodología de trabajo permite extender la estimación de presencia de bosque primario a extensiones mucho mayores. Para ello han utilizado datos de un sensor aéreo LIDAR, que, gracias a sus emisiones láser, realiza un dibujo tridimensional de la zona. Esta información sobre el bosque tomada desde el aire se ha correlacionado con la tomada por los operarios forestales de manera manual. Así se ha obtenido el modelo que «nos permite predecir el índice de masa vieja con los datos del sensor».
Para este estudio se ha empleado el vuelo de 2016 del Centro Nacional de Información Geográfica, una toma de datos que se repite cada seis años y que va permitir hacer un seguimiento de la evolución de los bosques primarios y los bosques viejos.
Cuál es la presencia de bosque primario en Europa
La presencia de bosque primario o de bosque viejo en Europa se estima en torno al 4 por ciento de toda la superficie forestal. Esta proporción tan baja es todavía menor en la zona mediterránea, mucho más poblada que regiones boreales o escandinavas, donde sí resulta más fácil dar con porciones de bosque en las que nunca se ha realizado una intervención humana.
Normalmente, explica Javier Vázquez, este tipo de bosque se encuentra en zonas más elevadas e inaccesibles. Y aún así, en la cuenca mediterránea resulta complicado encontrar bosque primario, si acaso, viejo, porque, aunque leve, ha habido algún tipo de intervención humana.
La metodología para la identificación y localización del bosque primario del grupo de Análisis y Planificación del Medio Natural de la Universidad de Huelva forma parte de un proyecto de investigación mucho más amplio, financiado con fondos del Ministerio de Ciencia, en el que se están estudiando más en profundidad los bosques viejos y su reacción frente al cambio climático y la sequía, en comparación con el bosque más joven.
Cómo responde el bosque primario al cambio climático
Una de las conclusiones principales obtenidas por el grupo de la Universidad de Huelva es que el bosque primario de zonas húmedas, como por ejemplo la Sierra de Cazorla, responde bien a las condiciones climáticas actuales y los eventos de sequía de los últimos años.
No ocurre lo mismo con los bosques viejos de zonas como la Sierra de María, en el norte de la provincia de Almería, donde las condiciones de aridez son más severas y estas masas forestales están acusando la falta de agua. «En las zonas más secas, la fisiología del árbol se ha visto afectada, no se puede recuperar bien y puede decaer si la situación persiste», añade este investigador.
El seguimiento del bosque primario dará pistas nuevas sobre los efectos del cambio climático. De la misma manera que el método desarrollado por este grupo de investigación de la Universidad de Huelva se ha convertido en una herramienta que puede ayudar en la gestión de estos espacios. Ahora, el objetivo está puesto en masas forestales del Sistema Central y la Meseta Norte, donde el Grupo de Gestión Forestal va a desarrollar nuevos estudios para profundizar en el conocimiento de estos bosques que son una especie de guía de la biodiversidad posible.