La Universidad de Almería ha sido la primera en analizar los bioplaguicidas, detallar el conjunto de sustancias que acompañan al principio activo de estos productos para agricultura ecológica y cómo se comportan. Los resultados muestran que son seguros y se ha generado una información de base para el desarrollo de nuevas formulaciones.
La presión de los consumidores unido a una mayor conciencia ambiental por parte de los agricultores ha hecho posible que en la provincia de Almería, una de los principales focos europeos de producción de frutas y hortalizas bajo invernadero, se haya cuadruplicado al superficie dedicada a la agricultura ecológica en la última década, caracterizada por sustituir los plaguicidas químicos por bioplaguicidas. Según datos de 2022 de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, de las más de 32.000 hectáreas de invernaderos registrados en la considerada ‘huerta de Europa’, casi 5.500 se dedican a los cultivos ecológicos, unas mil más que en 2021.
El crecimiento exponencial de la agricultura ecológica ha potenciado el desarrollo de la industria de los bioplaguicidas, productos esenciales para este modelo, que necesitan mejorar para ofrecer unos parámetros de resultados equiparables a los de sus homólogos de origen no biológico.
En Europa, los bioplaguicidas son sometidos a los mismos controles de seguridad que los pesticidas químicos, sin embargo, esos análisis se centran en la sustancia activa, y no entran a estudiar en profundidad todos los componentes y los aditivos de la fórmula comercial que llega a las plantas de los invernaderos.
Cuál es el primer estudio que detalla de qué están hechos los bioplaguicidas
Para conocer qué hay en realidad en un bioplaguicida, cuál es su sustancia activa, qué otros ingredientes forman parte de la formulación de producto y, sobre todo, cómo se comportan sobre la planta, el fruto y el medio ambiente, el grupo de investigación Química Analítica de Contaminantes de la Universidad de Almería (UAL) ha desarrollado un proyecto de investigación, que le ha permitido dar respuesta a estas cuestiones y, además, elaborar unas bases de datos con los componentes encontrados en estos productos, una documentación que vale de base para desarrollar nuevos productos más efectivos y seguros.
El proyecto de investigación arrancó en 2018 y ha terminado este mismo año. A lo largo de este tiempo, el equipo que dirige Antonia Garrido Frenich se ha centrado en el análisis de bioplaguicidas de origen vegetal, basados en extractos de naranja y de canela, porque son de los más empleados en los invernaderos de la provincia de Almería. Del mismo modo, también ha analizado otras soluciones comercializadas como bioestimulantes para la agricultura ecológica, basadas en extractos vegetales, que no están obligadas a pasar ningún tipo de control y sobre las que se conoce todavía menos.
Qué técnicas se han empleado para conocer los componentes de los bioplaguicidas
Antonia Garrido Frenich, que figura en la lista de los investigadores más influyentes del mundo de la Universidad de Stanford, explica que en este proyecto se han aplicado técnicas de análisis más avanzadas, que permiten detectar la presencia de sustancias en concentraciones que antes no se podían detectar.
“En este proyecto empleamos técnicas de análisis avanzadas mediante cromatografía de gases y de líquidos, acoplados a analizadores de espectrometría de masas de alta resolución. Esto nos ha permitido crear bases de datos con sustancias de origen botánico presentes en los bioplaguicidas y bases de datos con los aditivos que se añaden a los plaguicidas y bioplaguicidas”, explica la investigadora de la Universidad de Almería.
¿De qué se compone un bioplaguicida?
En un bioplaguicida, al igual que ocurre con los pesticidas tradicionales, se encuentra el principio activo, es decir, la sustancia que realmente ataca o debilita a la plaga, pero no es lo único. Junto a este principio activo hay un conjunto de aditivos, para facilitar que la materia prima activa se adhiera a la planta, se disuelva, mejore el recubrimiento. Y este proyecto de la Universidad de Almería ha sido el primero en evaluar cuáles son estas otras sustancias que hay en los bioplaguicidas, y que las casas comerciales no están obligadas a declarar cuando registran sus productos bioplaguicidas.
“Hemos visto las sustancias mayoritarias, las composiciones de las diferentes casas comerciales y hemos encontrado estos aditivos en los frutos. Como parte positiva, hay que aclarar que estos bioplaguicidas se degradan muy rápidamente, incluso en plazo de horas”.
Qué ocurre cuando se aplican los plaguicidas ecológicos
En estos análisis avanzados, el grupo de Química Analítica de Contaminantes ha descubierto que en el proceso de descomposición de las sustancias presentes en los bioplaguicidas se generan metabolitos (sustancias que se generan en cualquier proceso de degradación) que “no estaban en bibliografía, pero también es cierto que desaparecen muy rápidamente y son muy poco tóxicos”, añade.
Según se ha podido comprobar en los análisis realizados, el comportamiento de los bioplaguicidas se ha ajustado a los parámetros de seguridad y respeto medioambiental que se espera de este tipo de productos. Los estudios realizados en suelos han sido “muy positivos”, ya que no quedan restos de estas sustancias de origen natural empleadas contra las plagas; incluso, los metabolitos generados en el proceso de degradación desaparecen en un plazo de días. Igual ocurre con los análisis de aguas cuyos resultados, aunque todavía no son definitivos, muestran que la desaparición de los restos del bioplaguicida resulta también muy rápida.
¿Son seguros los bioplaguicidas?
A tenor de estos resultados, se puede afirmar que la agricultura a dado un paso de gigante en materia de sostenibilidad de la mano de unos bioplaguicidas, productos seguros para la salud y el medio ambiente, así como mucho más ventajosos que los pesticidas químicos tradicionales.
Los residuos de los pesticidas químicos se mantienen en el medio meses o incluyo años, tiempo en el que afectan a suelos, a aguas subterráneas, incluso también a las personas que trabajan en el invernadero y quienes viven en las zonas aledañas a la gran concentración de invernaderos de la comarca del Poniente Almeriense.
Cómo se comportan los residuos de bioplaguicidas
Los residuos de los bioplaguicidas “se disipan, se degradan rápidamente en el fruto y también en suelo. Y esto ocurre tanto el compuesto padre o progenitor, como los metabolitos que se generan, desaparecen en un plazo máximo de tres días”, explica la directora del grupo de Química Analítica de Contaminantes.
Sí hay una salvedad en cuanto al uso de los bioplaguicidas. El equipo de la Universidad de Almería ha detectado la presencia de eftalatos, sustancias químicas procedentes del propio envase de plástico, pero en unas concentraciones tan bajas que no llegan a ser preocupantes. “Lo bueno de nuestro proyecto es que hemos empleado técnicas de análisis que son capaces de detectar las sustancias, incluso a muy bajas concentraciones”, aclara Antonia Garrido Frenich.
En este proyecto tan ambicioso no solamente se han estudiado los elementos presentes en los bioplaguicidas comerciales, sino que también se ha analizado la composición del propio principio activo, con unos resultados sorprendentes, por los que ya se han interesado empresas del sector, que han firmado un convenio de transferencia de conocimiento con este grupo de la Universidad de Almería y que le permitirán mejorar sus productos.
Qué se ha descubierto sobre el principio activo de estos productos contra las plagas
Según se ha comprobado, la composición de los extractos vegetales de canela y naranja que hacen de principio activo en los bioplaguicidas puede variar. Esta información resulta de utilidad para las empresas del sector, para poder afinar todavía más la eficacia y la seguridad de estos productos para la agricultura.
El grupo de investigación de Química Analítica de Contaminantes de la Universidad de Almería lleva desde los años 90 desarrollando métodos para el control de residuos de plaguicidas, una trayectoria que le ha valido para situarse como referencia a nivel europeo. Y con este nuevo trabajo “intentamos adelantarnos a problemas que se van a presentar”, porque en el tiempo de desarrollo del proyecto, la Unión Europea ha publicado una lista con más de cien compuestos que no pueden figurar en la lista de aditivos.
En el crecimiento del sector de los bioplaguicidas hay una serie de retos a superar, como la búsqueda de nuevas sustancias naturales que funcionen contra las plagas; la mejora de los procesos industriales para obtenerlos; así como el desarrollo de nuevos métodos para la extraer las sustancias activas, en los que se obtenga un rendimiento mayor y evite la presencia de componentes tóxicos. Y para estos nuevos pasos de la industria, esta investigación de la Universidad de Almería representa una base teórica de la que partir.