La Universidad de Jaén implanta nuevas técnicas de cultivo sostenibles para el pueblo batwa, en Burundi.
Los batwa son un pueblo pigmeo que hoy día vive en Burundi, pero que en tiempos pasados fueron los primeros en habituar el área del continente africano que hoy ocupan Ruanda y Burundi.
Su vida nunca ha sido fácil, y más por tratarse de un pueblo que habita en una región especialmente inestable, donde las luchas entre grupos étnicos dejaron imágenes espeluznantes en los años 90.
Quizás, su carácter pacífico y las amenazas a las que históricamente se han visto sometidos hizo que se asentaran en zonas rurales y de difícil acceso, lo que les condenó a quedar al margen del desarrollo experimentado por otras sociedades africanas.
Batwa, cazadores y recolectores desubicados
Su subsistencia ha estado vinculada a la caza y recolección de alimentos, con una agricultura mínima, prácticamente de subsistencia, que apenas les da para obtener los recursos necesarios para salir adelante.
Aun así, han sido capaces de desarrollar una cultura muy rica, en la que destaca sobremanera su alfarería.
Recientemente, este grupo étnico ha sufrido una de las mayores amenazas, que han puesto en peligro su propia existencia. Multinacionales europeas compraron grandes extensiones de bosque al gobierno de Burundi, para dedicarlas a plantaciones de té. El mismo gobierno encargó a estas multinacionales buscar una solución para los batwa y decidieron trasladarlos al norte del país, a un entorno despejado, sin bosques, que no tiene nada que ver con el ambiente en el que siembre habían habitado.
Se encontraron perdidos en ese nuevo ambiente, sus técnicas de supervivencia habituales no eran válidas en este entorno, un problema que detectó la ONG Se Puede Hacer, que se puso en contacto con la Universidad de Jaén, para que enseñase a los batwa estrategias y conocimiento que contribuyan a mejorar sus condiciones de vida.
Transferencia y cooperación internacional para los batwa
Así nació un proyecto de cooperación internacional que ha durado un año y medio, y que se ha volcado con una población de batwa de la zona de Ngozi (Burundi). En el que se han puesto en valor la investigación y la transferencia de conocimiento, y que ha llevado a cabo un grupo de investigación dirigido por el catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén, Roberto García Ruiz.
En el marco de esta cooperación se han llevado a cabo una serie de experiencias demostrativas in situ, que han servido para contribuir a la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición de esta población africana.
Abonos naturales con materia orgánica
“Fuimos a enseñarles a utilizar fuentes de nutrientes locales, materia orgánica, para poder suplir la demanda de nutrientes para los cultivos. También les enseñamos cómo cultivar maíz, cuándo sembrar, cómo conservar las semillas, la forma de recolectar y, sobre todo, cómo pueden hacer uso de los fertilizantes orgánicos que están localmente disponibles. Y es que los batwa, originariamente, son cazadores-recolectores, con escasa cultura y conocimientos para cultivar y producir alimento, de ahí el objetivo del proyecto”, explica Roberto García Ruiz.
Este proyecto de cooperación lo es también de transferencia de conocimiento, en la medida en que se han aplicado avances desarrollados por este grupo de investigación. Y se ensayaron en el propio poblado, de manera que la población local pudo aprender de todo el proceso y comprobar los beneficios de unas técnicas de cultivo y mejora de suelos basadas en el propio funcionamiento de la naturaleza.
Esta experiencia sirvió para que los investigadores enseñasen a los batwa a realizar el seguimiento de los cultivos de maíz y recolectar la cosecha. Del mismo modo, también se determinó qué biomasa y cuanta cantidad necesitan las plantaciones de maíz, para contar con suelos ricos en nutrientes, que contribuyan a la obtención de grano. Porque la idea de estos investigadores consiste en que este pueblo aprenda las técnicas de cultivo, para aplicarlas en próximas cosechas y aproveche los recursos que tiene a su alcance, con lo que da un salto en su autonomía, con la obtención de recursos por sus propios medios.
Rendimientos comparables a agriculturas muy avanzadas
Y los resultados han sido “espectaculares”, según explica el propio Roberto García. Se han conseguido unos rendimientos agrícolas comparables a los de las agriculturas más avanzadas, solo que sin usar ni un solo plaguicida, herbicida o químico fertilizante, simplemente con la puesta en valor de una materia orgánica, que le ha dado al cultivo todo lo que necesitaba.
Así, con bokashi, que es el compost orgánico preparado allí mismo, se llegó a producir una cantidad anual de grano similar a la que produce en una hectárea en Estados Unidos un año, concreta el investigador de la Universidad de Jaén, solo que en dos cosechas, algo factible en Burundi gracias a que cuenta con el mismo clima durante todo el año.
Productividad de suelos con materia orgánica
La transferencia de conocimiento de este proyecto de cooperación ha girado en torno a todo el proceso de cultivo. Los investigadores de la Universidad de Jaén han trabajado con los batwa en la mejora de la productividad de los suelos, mediante el uso de materia orgánica y solamente con los recursos a su alcance.
También se han probado distintos sistemas de conservación de semillas locales de distintos cultivos. Se han seleccionado un conjunto de plantas arbóreas y arbustivas, para la formación de setos seminaturales intercalados en los cultivos, una técnica con la que se obtiene un aumento de la biodiversidad y se favorece la proliferación de insectos y otros animales especializados en el control de plagas.
El trabajo también ha tenido un cierto reflejo en la Universidad de Ngozo, cuyos estudiantes de la Escuela de Ingeniería han recibido una formación especializada y también se han implicado en el desarrollo de todas estas acciones que, a la postre, han contribuido a mejorar el empoderamiento de este pueblo, que con estas técnicas y estrategias tendrá acceso a un volumen de alimentos mayor y de una calidad mejorada.
Este proyecto pone de relieve la capacidad de transformación de las investigaciones científicas, que han servido para que un pueblo con verdaderos problemas para obtener los recursos más básicos, pueda disponer de alimento necesario y de un excedente que le sirva para prosperar socialmente.