Cerca de 5.500 kilómetros en línea recta separan la localidad de Kikaya (Uganda) de Murcia, una distancia que apenas existe cuando amanece en el corazón de África y los voluntarios de Worldproject y la UCAM se enfundan sus camisetas Universidad Católica, que ya son inconfundibles para la población local y representan en estas latitudes un destello de esperanza. Por segundo año consecutivo, un equipo de profesores de la institución docente ha abandonado durante dos semanas la comodidad de su rutina diaria para colaborar con Worldproject ONG en su misión internacional para instalar una clínica, equiparla y formar al personal sanitario de la zona.
“Esta clínica da soporte y asistencia gratuita a unas 15.000 personas. Si es necesario, los pacientes son admitidos para una corta estancia y tenemos la opción de trasladarlos en ambulancia al hospital”, comenta Manuel Luque, presidente de Worldproject, que está muy agradecido a la UCAM por su apoyo decidido a esta causa, que surgió a través del empuje y determinación de Manuel Pardo, vicedecano del Grado en Podología de esta universidad. Son 24 horas de viaje con escalas interminables, tramos en coche por carreteras inexistentes e incluso un trayecto en barco por el lago Victoria para llegar hasta la clínica Chloe, en la que han realizado su misión.
Hoy miércoles, a su regreso, los ha recibido en la UCAM Jerónimo Lajara, decano de la Facultad de Medicina, quien ha puesto en valor la iniciativa de Worldproject, el compromiso de los docentes de la Universidad que se han implicado en esta causa y la implicación de la UCAM “que tiene la vocación de ayudar a los demás, algo que siempre queremos imprimir a nuestros alumnos. Esta misión en concreto tiene el plus de formar a gente allí para que tengan personal entrenado que puede hacer perfectamente el seguimiento a los pacientes, para ir contando poco a poco con servicios completos que tengan continuidad a la hora de atender a su población”.
“El padre Alcaraz (vicerrector de Extensión Universitaria y Voluntariado de la UCAM) nos animó a vincularnos a proyectos de forma que estrecháramos lazos y se creara una verdadera responsabilidad”, comenta el profesor Pardo. Y así ha ocurrido. Cuando llegaron a su destino, ya no fueron necesarias las presentaciones, pues los sanitarios y pacientes de Kikaya les recibieron con abrazos y con el agradecimiento de ver que el compromiso con ellos perdura.
Aprendizaje mutuo entre docentes y sanitarios
Para Asun Quirante, médico del 061 y profesora de la UCAM, ha sido la segunda vez que participa y asegura que no será la última. La formación es continúa y la experiencia enriquece a todos: “Una de las partes más interesantes es que vemos pacientes junto con el personal sanitario de allí y comentamos cómo enfocamos el caso. Es un aprendizaje tanto para ellos como para nosotros”.
La parte central del trabajo de este año ha consistido en equipar la clínica con material nuevo y formar a los sanitarios para su uso correcto. Los docentes de la Universidad Católica han adaptado las clases de simulación clínica que imparten a sus alumnos durante el curso y les han enseñado aspectos esenciales como suturas, inmovilizaciones con escayola, primeros auxilios o asistencia al parto y la realización e interpretación de pruebas diagnósticas como electrocardiogramas o ecografías. Giulio Fenzi, profesor Enfermería, comenta que “esta formación la han apreciado mucho porque han comprobado que puede ser de mucha ayuda. Es algo muy valioso para ellos y nosotros sabemos que será así”.
También han formado parte de esta expedición Dafne Granado (fisioterapeuta), Yassel Parra (médico) y los técnicos de emergencias sanitarias, Rubén Gabarrón y Gustavo López.
Formación y asistencia sanitaria
El día a día transcurrió con largas jornadas de trabajo para aprovechar al máximo las horas de luz solar. Había que dividir esfuerzos para ubicar las nuevas máquinas que habían llegado desde España, formar al personal de la zona, pasar consulta junto a ellos para comparar diagnósticos y enriquecerse mutuamente, y seguir mejorando las condiciones de una clínica que poco a poco va cogiendo el aspecto de un centro médico tal y como lo entendemos en Europa.
Los voluntarios de Worldproject ONG y la UCAM saben que su labor es esencial para que miles de personas dispongan de una atención sanitaria gratuita y digna que les permita contar con una primera referencia en caso de urgencia y con un centro en su entorno al que asistir. Gracias a la ambulancia que se equipó el año pasado y la posibilidad que ofrece la clínica, determinados casos pueden ser atendidos en mejores condiciones e incluso desplazados a los hospitales más cercanos, algo impensable hace unos años.
Las caras de gratitud de los ugandeses lo dicen todo y son la energía extra de los miembros de este proyecto que, tras dejar atrás la comodidad de sus hogares, tienen claro que volverán, tal y como comenta Asun Quirante: “El trabajo es muy duro, pero la experiencia es increíble. La gratitud de los pacientes y de los compañeros que trabajan allí lo compensa todo. Es mi segunda vez allí y seguro que volveré”.
Con el recuerdo en Uganda y sin perder contacto
Los integrantes de la expedición llegaron anoche a Murcia y hoy ya han retomado sus actividades profesionales y académicas. El cansancio físico queda compensado por la energía desbordante que imprime el agradecimiento de la gente de Kikaya. El compromiso de volver permanece y el contacto no se pierde ya que, durante el año, los sanitarios de la clínica comparten experiencias y casos con los docentes para ver cómo enfocarían el tratamiento. Los 5.500 kilómetros que separan la clínica ugandesa de la universidad murciana se difuminan bajo los trazos de la cooperación y la esperanza, una esperanza que WorldProject ONG y la UCAM han llevado al corazón de África.