Una investigación de la Universidad de Granada (UGR) ha permitido desenterrar los restos de un campamento militar morisco de la Guerra de las Alpujarras. En este enclave, conocido como Tajo del Reyecillo, en el municipio granadino de Bérchules, se capturó a Abén Aboo y se puso fin a la guerra de 1571.

La investigación ha estado liderada por el arqueólogo del Laboratorio de Arqueología Biocultural – MEMOLab de la Universidad de Granada, Blas Ramos, y ha sido promovida por el Ayuntamiento de Bérchules y financiado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
A lo largo del año pasado se ha llevado a cabo prospección y catalogación de los elementos patrimoniales y arqueológicos de Bérchules y Álcutar con el objetivo de divulgar y difundir los resultados obtenidos y así conseguir un conocimiento científico más amplio acerca de la historia de ambas localidades. La investigación ha consistido en un análisis sistemático del término municipal, recorriendo sus distintos lugares y analizando la información histórica extraída de los restos materiales.
Esta labor ha supuesto el descubrimiento de alrededor de una docena de yacimientos arqueológicos, muchos de los cuales son inéditos. La revisión de aquellos lugares de los que ya existían noticias, como la Fábrica de los Moros o el Tajo del Reyecillo, ha permitido esclarecer qué tipo de restos se conservan en estos lugares y cuál es su cronología.
El Tajo del Reyecillo de Bérchules y el patrimonio de la Guerra de Las Alpujarras
Uno de los lugares más interesantes ha resultado ser el Tajo del Reyecillo, un lugar donde, según cuentan las leyendas de La Alpujarra, fue capturado Abén Aboo, el último rey de los moriscos.
“Teníamos constancia de la existencia de leyendas sobre cuevas frecuentadas por la población morisca, pero hasta la actualidad pocos equipos de investigación habían reparado en este lugar para llevar a cabo una intervención arqueológica sistemática. La falta de apuesta por esta clase de trabajos, así como la escabrosidad de algunas zonas, hacen que sea poco atractiva para la investigación; sin embargo, los hallazgos apuntan hacia temas hasta ahora inéditos para conocer una etapa tan importante como la morisca”, apunta el director de la intervención.
De entre los restos que se han podido localizar, se observa una barricada de mampostería de más de 30 metros de longitud y numerosos fragmentos de cerámica del siglo XVI que se encuentran dispuestos en distintas posiciones.

Qué se ha podido conocer sobre este enclave militar
“La dispersión de la cerámica señala que los rebeldes ocupaban distintos abrigos repartidos por todo el tajo, muchos de los cuales podían cubrirse mutuamente, por lo que se encontraba muy bien defendido. Además, contaba con buenas posibilidades de comunicación hacia la sierra. Gracias a los documentos escritos sabemos que este campamento era utilizado por el último cabecilla de la rebelión, Abén Aboo, quien fue entregado a las tropas castellanas por sus propios correligionarios para finalizar la guerra”, apunta el arqueólogo.
Se trata, por lo tanto, de un elemento de gran interés para el conocimiento de la Guerra de Las Alpujarras y del proceso que sufrió una gran parte de la población alpujarreña. Este hallazgo se suma a otros elementos que enriquecen el patrimonio del período morisco en la comarca (1500-1613), como la reciente excavación, por parte del equipo del MEMOLab, de un lienzo de muralla reocupado durante la guerra en el Fuerte de Juviles o los restos de una torre atalaya localizada en Órgiva y catalogada por Blas Ramos.
Qué importancia tienen los restos del Tajo del Reyecillo
“Los restos del Tajo del Reyecillo son clave para entender un conflicto que se saldó con más de 20.000 víctimas y que cambió totalmente la dinámica sociocultural de La Alpujarra. No es el único elemento perteneciente a este periodo: en Murtas, espeleólogos del GAEM hallaron una cueva con restos de varias personas que huían de este conflicto, y en 2022 comuniqué a la Delegación de Cultura el hallazgo de una torre atalaya construida alrededor de 1515 y arrasada durante la razzia de Órgiva en 1565″.
«Hasta ahora habíamos podido documentar distintos elementos defensivos, pero nunca un campamento desde el que se organizaba la rebelión. El patrimonio de este conflicto debe ser puesto en valor, tal y como le corresponde”.