Ciencias Ambientales es una carrera relativamente nueva y todavía poco conocida, lo que supone un reto adicional para todos aquellos titulados que han optado por crear su propia empresa que, al tiempo que deben buscar clientes, deben convencerlos de la importancia de invertir en medio ambiente.
Ciencias Ambientales es una carrera joven y poco conocida, a pesar de su importancia. La Universidad de Almería fue una de las primeras del país en ofertarla, en 1994, como un título propio, que tomó carácter oficial en 1996. Cuando de habla de ambientólogos, son pocos los que todavía piensan en una persona titulada, capaz de responder de forma ágil y eficaz a los retos que plantea la gestión del medio ambiente o la relación de las empresas con el entorno. Todavía es poca gente la que es consciente de que hay un grupo de profesionales muy bien formados, con una amplia visión de lo que es el medio ambiente y de las exigencias que requieren su conservación, y que las empresas e instituciones deben asumir.
Además, todavía no está claro que la labor de educación ambiental debe ser realizada por profesionales con conocimientos suficientes como para entender los procesos que se interrelacionan en un ecosistema. A todo este desconocimiento es el que tienen que hacer frente los jóvenes que en su día optaron por estudiar Ciencias Ambientales y que hoy día desarrollan su labor profesional en este campo del conocimiento.
Los titulados en Ciencias Ambientales se encuentran todo un terreno por explorar, todo un campo de oportunidades nuevas por descubrir. Y muchos ya lo han hecho. Lejos de buscar trabajo en las pocas empresas que hay creadas en este sector, son muchos los estudiantes que han pasado por la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Almería que se han lanzado a crear su propia empresa, a poner todo su conocimiento al servicio de la conservación del medio ambiente de Almería. Todo alentado por lo que muchos han llamado la revolución verde que, en los próximos años, puede convertirse en un sector económico de gran envergadura, a tenor de la legislación en materia ambiental que deben cumplir las empresas.
Mientras llega el gran ‘boom’ de Ciencias Ambientales, un grupo de emprendedores almerienses se han encargado de preparar el terreno e introducirse en el sector con sus propias empresas; todo para convertirse en los verdaderos artífices del empleo verde y de la revolución medioambiental que ha generado la preocupación que la sociedad siente por asuntos como el cambio global y la conservación de los espacios naturales.
“Tal y como está la situación, lo mejor es emprender; antes podías pensar que trabajando para otros podías contar con alguna seguridad, pero la situación actual ha cambiado mucho y no hay nada seguro”, explica Clara María Ferreira, una de las tituladas en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería que en el mes de noviembre creó Ecogistema (www.ecogistema.com), su propia empresa dedicada al campo medioambiental y especializada en trabajos relacionados con los sistemas de información geográfica.
Clara María Ferreira no emprendió sola, contó con la colaboración de Sebastián Márquez. Tras nueve años como responsable del Departamento de Medio Ambiente en una consultoría técnica, ella, y después de haber trabajado durante seis años como investigador la Estación Experimental de Zonas Áridas él, estos dos ambientólogos se quedaron sin sus respectivos trabajos a causa de la situación económica actual. Sin embargo, en vez de venirse abajo, se armaron de valor y se lanzaron a crear su propia empresa, con la que trabajan para hacerse camino en el sector del empleo verde.
Su empresa está recientemente creada y todavía está ubicada en uno de los despachos que cede el CADE de Almería. Los inicios siempre son duros, pero estos dos ambientólogos ya han sabido abrirse camino en un campo tan novedoso como los sistemas de información geográfica, que les permiten desarrollar aplicaciones de carácter turístico, que son muy interesantes para el desarrollo de zonas rurales. Su conocimiento del medio ambiente, así como de estos sistemas de localización, son esenciales para el éxito de su joven proyecto.
“La captación de clientes ha sido muy difícil”, explica Clara María Ferreira, cuando habla de los primerísimos pasos de su empresa; aunque se muestra convencida de que en un plazo breve de tiempo va a cerrar varios proyectos que hay pendientes y verá despegar a su compañía, eso sí, después de haber realizado un “cambio de perspectiva” en el negocio medioambiental, que los ha llevado a proyectos que están muy vinculados con el desarrollo de entornos rurales.
Mucha más experiencia al frente de una empresa tiene Jonatan Sánchez, uno de los socios fundadores de la cooperativa Ecomímesis (www.ecomimesis.com). Este joven ambientólogo creó su empresa junto a tres compañeros más, que también estudiaron Ciencias Ambientales en la Universidad de Almería, que después de varios años colaborando con la asociación Posidonia, decidieron montar su propia empresa para llevar al plano comercial proyectos de educación ambiental que desarrollaban en el seno de la asociación.
El estímulo definitivo para crear su propia cooperativa lo recibieron hace seis años, con la consecución del Premio de Iniciativas Empresariales, concedido por la Universidad de Almería, y por el que recibieron 6.000 euros, que emplearon para poner en marcha la cooperativa.
“El problema es que no teníamos ni idea de gestión”, explica Jonatan Sánchez, que asegura que encontraron toda la ayuda necesaria para los trámites administrativos en el CADE de Almería y reconoce el “acierto” de haber contratado a una asesoría que, al mismo tiempo, es también cooperativa y conoce perfectamente el funcionamiento de este tipo de empresas de carácter social.
Esta empresa ha tenido que alterar su modelo de negocio con la llegada de la crisis económica. Antes estaban especialmente dedicados a la educación ambiental, a través de convenios y colaboraciones con instituciones públicas, aunque con el recorte en las administraciones, han sido muchas las propuestas que se han quedado en el aire y la inversión que la administración dedica a esta parcela se ha reducido notablemente. Por este motivo han buscado salida a sus proyectos en áreas como el desarrollo de áreas como la responsabilidad social corporativa de empresas y la gestión ambiental.
Jonatan Sánchez echa la vista atrás y se queja de que durante su etapa de estudiante en Ciencias Ambientales no contó con formación ni estímulo al autoempleo. Aunque el mayor problema al que han tenido que hacer frente es la ausencia de una cultura ambiental asentada en la sociedad, y afirma que han tenido que desarrollar esta cultura entre la empresas con las que trabajan, a las que les han tenido que hacer ver la importancia de ajustar sus proyectos al medio ambiente.
Margarita Cobos, al frente de Ecoeq (www.ecoeq.es), es otra titulada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería que decidió montar su propia empresa en 2007, después de comprobar que en el sector de la construcción había un hueco medioambiental por cubrir. “Cuando empezamos era muy difícil meter la cabeza en el sector, pero hoy día no es complicado”, explica Margarita Cobos, cuya empresa cuenta con una amplia trayectoria en la realización de estudios de impacto ambiental, estudios de residuos, o el desarrollo de los programas Agenda 21 para instituciones públicas.
Los titulados en Ciencias Ambientales se encuentran ante sí un panorama prometedor, a medida de que crece el compromiso social con el medio ambiente y se desarrolla la normativa de respeto a los entornos naturales; una situación que les permite trabajar en algo que les apasiona y cuyo resultado tiene calado en la calidad de vida de las personas que les rodean. Trabajar en el campo medioambiental es complicado, por eso, como han contado estos jóvenes, lo mejor es crear tu propio puesto de trabajo, tu propia empresa.
Reportaje publicado en el número 80 de Nova Ciencia
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