La Orquesta, formada por unos sesenta músicos, ha hecho alarde de un virtuosismo ejemplar y ha maravillado al público con un sonido compacto, exacto y digno de la excelente categoría de esta formación. No menos ha sido el Coro, con unos cuarenta intérpretes. Éstos eran los protagonistas de la parte más conocida y emotiva de la sinfonía, en la que se interpreta el himno de la alegría. Y entre músicos y cantantes han conseguido llenar de magia el espacio del teatro, haciendo vibrar a todos los asistentes.
Por su parte, los solistas han acabado de redondear la velada con una fascinante entonación en la que hay que destacar la voz de la soprano, Consuelo Garres, que ha deleitado al público con las notas más agudas. Su voz, junto con las del tenor, José Manuel Zapata, la mezzosoprano, Isabel Egea, y el barítono, Gerardo Bullón, han brillado en una perfecta adecuación, de la que ya hablaba Zapata esta tarde al explicar el porqué de la elección de ellos cuatro como solistas.
El concierto, compuesto por cuatro movimientos en los que se ha embelesado a los asistentes con melodías dulces y románticas que se entremezclaban con partes llenas de fuerza y marcialidad, ha durado casi dos horas, incluido un bis en el que se ha interpretado uno de los fragmentos con más vitalidad de la obra, en el que orquesta, coro y solistas han rematado la velada con su “reinterpretación”.
Michael Thomas, director de la OCAL, ha conseguido conjugar a todos estos artistas con su siempre magistral dirección, haciendo que todo haya salido a la perfección y que los solistas, a pesar de ser externos a la formación, hayan sonado como parte íntegra del conjunto. Thomas calificaba el concierto como una experiencia increíble. “Ha sido un concierto fuera de sí”, y añadía su gratitud a todos sus compañeros, los músicos y cantantes de la OCAL, por cómo se han volcado con este trabajo, “con mucha voluntad y mucho sacrificio”, destacaba. También ha agradecido también la colaboración de los solistas, con los cuales ha estado encantado de trabajar y espera poder repetir pronto.
Por su parte, el tenor José Manuel Zapata, que ya había cantado con la OCAL en el concierto de feria de este año, ha calificado el concierto como una cita maravillosa, siendo un placer trabajar con Thomas, al que, desprendiéndose del tópico, ha deshecho en halagos de admiración “por su trabajo y por su humilde y genial personalidad”.
La música de Beethoven, magnífica, pasional y llena de momentos líricos que consiguen hacer percibir sentimientos puros de alegría, enfado o amor llenando de intensidad esta obra que con tanto cariño han acogido los almerienses. Una vez más ha quedado latente la excelencia del gran compositor, que consiguió hacer con las bases del Clasicismo una música libre, majestuosa e impulsiva que abrió las puertas al Romanticismo.
Ahora, el trabajo de Michael Thomas y la OCAL se centrarán en la preparación de un concierto conmemorativo del décimo aniversario de la formación, que será el próximo mes de diciembre.
Con la cita de esta noche ha quedado demostrado el gran trabajo que realiza la Orquesta Ciudad de Almería, y lo volcados que están los almerienses con la cultura de nuestra ciudad.
