La iniciativa está enmarcada dentro del ‘Almería Summer Festival’ que organiza el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería, junto a Almería Urban y cuenta en este caso también con la colaboración del Obispado de Almería, que ha posibilitado que un sensacional rincón de la Almería histórica, religiosa y cultural se convierta en un epicentro musical de primera magnitud, creando un clima inigualable para disfrutar de la noche veraniega y de la música más profunda.
Este ciclo de Noches en el Claustro consta de dos citas, la primera celebrada el viernes, con la actuación de la Joven Orquesta de Cádiz, dirigida por el ‘concertino’ de la Orquesta Ciudad de Almería, José Vélez; y la segunda que se desarrolló este sábado, con la Orquesta Joven de Almería, bajo la dirección de Michael Thomas, director a su vez de la propia OCAL.
Los 30 arcos del Claustro de la Catedral, la fuente central, las dos gigantescas palmeras incrustadas sobre el escenario, la vigilancia muda de la Torre al fondo, el sonido de las campanas catedralicias cada cuarto de hora y el auditorio lleno hasta la bandera fueron, anoche, complementos para una velada que será inolvidable para muchos, por la profundidad de los temas escogidos, la perfección interpretativa de los jóvenes músicos de Cádiz y la magistral dirección de José Vélez.
En ese ambiente, entre los arcos, las fuentes, los rosetones y las palmeras, se fueron deslizando las notas de la obertura ‘La Gazza Ladra’ (en castellano ‘La Urraca Ladrona’), compuesta en 1917 por el compositor italiano Gioachino Rossini como una ópera de miseria en dos actos. El espectacular uso de las cajas fue un prólogo impresionante a las sensaciones que habían de llegar a lo largo de la noche.
La temperatura musical y artística subió sobremanera con el ‘Capricho Español’ del ruso Nicolai Rimsky Korsakov. La obra, de 1887, está en su totalidad basada en melodías españolas, descubiertas por el compositor en sus viajes como integrante de la marina rusa en la década de los 60 del siglo XIX, con la que visitó, entre otros puertos, el de Cádiz. Anoche, Korsakov se reencontró de nuevo con aquella ciudad andaluza, a través de las manos y los instrumentos de la Joven Orquesta de Cádiz. La actuación solista del violín fue destacada en varios momentos de las piezas interpretadas, la ‘Alborada’, ‘Variaciones’, ‘Scena e canto gitano’ y ‘Fandango asturiano’. Con ellas, los muros del Claustro de la Catedral se estremecieron con una visión rusa del alma española de la música.
La magistral culminación a una noche única llegó con la archiconocida ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’ de Antonin Dvorak. Ésta, su ‘Sinfonía número 9 en mi menor’, es un reflejo de la estancia de este compositor checo nacido a finales del XIX en lo que él definió con su música como ‘el nuevo mundo’, es decir, Estados Unidos. Utilizada hasta la saciedad en algunas de las grandes obras del cine americano, con una espectacular combinación entre el viento y la cuerda, anoche Almería pudo escuchar, salidas de los instrumentos de la joven orquesta gaditana, algunos de sus fragmentos como el ‘Adagio-Allegro molto’, ‘Largo’, ‘Scherzo: Molto Vivace-Poco sostenuto’ y ‘Allegro con fuoco’.
Orquesta Joven de Almería
Tras el abrumador éxito de la Joven Orquesta de Cádiz el pasado viernes, la Orquesta Joven de Almería, OJAL, puso en ayer sábado un magnífico broche de oro a la segunda y última cita de las ‘Noches en el Claustro’. Un concierto que volvió a completar el aforo del patio del Claustro de la Catedral.
Michael Thomas, director de la Orquesta Ciudad de Almería, fue el encargado de dirigir en esta segunda ocasión a la OJAL, relevando a la JOCA y a su compañero, el concertino José Ángel Vélez.
Para esta ocasión eligieron un nuevo repertorio compuesto por grandes obras de la historia de la música. Comenzaron con la Obertura de ‘Las Bodas de Fígaro’, del maestro Mozart, una composición viva y brillante perfecta para abrir la velada. Continuaron con el ‘Concierto para trompa y orquesta Nº 3 en Mi bemol Mayor’, también de Mozart, en sus movimientos, Allegro, Romance y Allegro. Para esta ocasión contaron con la participación del joven solista David Torres Cantón. La trompa, que de por sí es un instrumento de sonido rico y grandioso, hizo vibrar al público. El joven Torres demostró una gran maestría, a pesar de su corta edad, y un virtuosismo de excepción.
Tras un breve descanso, la OJAL volvió con una joya de la música clásica para cerrar el concierto. Nada más y nada menos que la 5ª Sinfonía del gran compositor L. V. Beethoven. Una obra poderosa, llena de contrastes entre fragmentos de mucho vigor y melodías dulces. Una sinfonía en la que el maestro supo plasmar su identidad romántica y su caracter enérgico.
Al final de la velada, los asistentes se pusieron en pie para aplaudir a esta joven orquesta de sonido excepcional, compuesta por aprendices de músico que bien se han ganado el cariño de su ciudad y el respeto como artistas que ya pueden ser considerados como tal.