Las democracias en Centroamérica se encuentran en peligro, debido al resurgimiento de movimientos autoritarios. La esperanza sembrada en la década de 1990 se ha desvanecido y la Región se encuentra en un punto crítico, marcado por la erosión de instituciones democráticas.

Para sorpresa de muchos analistas, a mitad de la segunda década del siglo XXI, el índice de medición de las democracias de The Economist Intelligence Unit calificó a Costa Rica como una democracia imperfecta, a la par de Panamá y El Salvador, mientras que Honduras, Guatemala y Nicaragua fueron clasificadas como regímenes híbridos.
A qué se debe el resurgimiento de autoritarismos en Centroamérica
Según explicó el investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), David Díaz Arias, la caída en estos índices democráticos se atribuye a múltiples factores, tales como el crecimiento de caudillismos autocráticos y el incremento de la corrupción.
Los ciudadanos, a menudo resignados, parecen tolerar el desfalco, siempre y cuando sea «leve». Este fenómeno plantea preguntas inquietantes sobre la salud de la democracia en la Región. Díaz reflexionó sobre las lecciones del pasado. La década de 1990 fue un período de optimismo tras la firma de acuerdos de paz que prometían el establecimiento de democracias plenas.
Sin embargo, esa ilusión no se tradujo en sociedades democráticas que incluyan justicia social. Después de más de veinte años, los regímenes autoritarios han recobrado fuerza, reviviendo una herencia que no se ha superado.
Un escenario complejo para la democracia
El escenario en el que se desarrolla la política contemporánea en Centroamérica es complejo. La brutalidad del narcotráfico, la corrupción desmedida y las crecientes tasas de violencia se entrelazan, creando un caldo de cultivo para el autoritarismo.
El historiador también se refirió al descontento social, el cual ha generado un caldo de cultivo fértil para el surgimiento de líderes populistas que prometen soluciones rápidas a problemas complejos. Esto debido a que la figura del ‘outsider’ se ha convertido en una estrategia electoral efectiva, pero a menudo carece de un verdadero compromiso con la democracia y los derechos humanos.
En este contexto, el presidente costarricense Rodrigo Chaves Robles ha captado la atención con un discurso anti-“establishment” similar al de otros líderes en la Región, generando tanto esperanzas como preocupaciones. Ante este sombrío panorama, David Díaz reiteró la urgencia de que los ciudadanos asuman un papel activo en la defensa de la institucionalidad democrática.

Democracia y desigualdad
El análisis de Díaz Arias no solo se limita a un diagnóstico de la situación democrática en Centroamérica, sino que también evalúa el impacto social y económico de la erosión de las instituciones. La desigualdad y la pobreza afectan a un porcentaje alarmante de la población en los países centroamericanos. La exclusión social y el narcotráfico no son fenómenos aislados, sino síntomas de un sistema que se ha debilitado internamente y que ha marginado a las poblaciones más vulnerables.
El Díaz enfatizó la importancia de la educación como pilar fundamental para el fortalecimiento de la democracia. El empoderamiento ciudadano y el compromiso cívico son elementos imprescindibles para frenar el avance del autoritarismo. Una ciudadanía bien informada es menos susceptible a caer en la trampa del populismo y más capaz de exigir rendición de cuentas a sus gobernantes.