En esta muestra se presenta una selección de propuestas escultóricas con un marcado carácter de la libertad plástica de las vanguardias. En la exposición no sólo se pueden contemplar obras escultóricas que se mueven dentro de un concepto de arte ampliado, sino una cierta investigación artística en busca de nuevas formas de expresión.
‘Espacios activados’ no deja de ser un juego con los volúmenes, con las tres dimensiones. Y no solamente, a través de la escultura, sino también del video arte, la fotografía y la instalación, igualmente presentes en la exposición.
TRECE ARTISTAS
Javier Huecas organiza series protagonizadas por personajes infantiles de profunda viveza, herederos del expresionismo que representan distintos estados anímicos. Utiliza el barro como materia prima, el autor recrea la conexión entre la mano que modela y el objeto creado a través de la huella.
Paqui Villegas organiza series de corpiños de manipula creando una contradicción entre el exterior y lo aparente y el interior o lo subyacente. En la parte externa, los objetos se recargan de adornos llamativos como perlas y cristales, mientras en la interna aparecen imágenes de fuerte contenido crítico referente a cuestiones sociales y de género.
Toña Gómez trabaja en esta ocasión con un espacio íntimo como la casa. Se trata de varios módulos, de formato semejante pero diferente material, que cambian con sutileza y perspicacia. Cada alteración propone al espectador nuevas posibilidades textuales y sendas de interpretación.
Rodrigo Valero juega al equívoco entre la realidad y su imagen; en los trabajos que presenta el elemento articulador es el espejo, sobre él coloca formas geométricas tridimensionales que, gracias al reflejo, se hacen dobles. El plano del suelo se abre y permite ver la dimensión que esconde: el espacio secreto.
Elena González trabaja en la estrecha franja que separa lo sutil de lo cruel y, aunque ese espacio es estrecho, los resultados son amplios. El material utilizado es vidrio procedente de botellas rotas, que ella entreteje con alambre para crear interesantes formas que hacen reflexionar acerca de la dualidad placer-dolor connatural a cualquier situación del ser humano.
El viaje se convierte en algo imprescindible para la creación artística de José Almécija, que mantiene un estrecho contacto con la naturaleza y sus elementos, quedando estos integrados en sus obras. El paisaje adquiere en ellas un nuevo sentido y se convierte en espacio de reflexión.
Carlos de Gredos conecta simbólicamente objetos provenientes del medio natural con otros manufacturados y crea entre ello9s una relación tan poética como irónica.
Las instalaciones de Antonio Llanas se muestran como dispositivos de alto valor simbólico. Las piezas escultóricas combinan elementos fabricados por él con objetos de naturaleza variada, ambos se relacionan de manera metafórica y así ofrecen al espectador una visión de la realidad paradójica, Teresa Tomás basa su obra en una animación de 3D, que se desarrolla en la pintura, la escultura y la fotografía. La serie está protagonizada por siete personajes con doble personalidad. Por un lado son seres de luz, gestados en pequeñas esculturas de cera y por otro son personajes que surgen virtualmente en la animación.
Lucas Gómez se apropia de la tridimensionalidad en su instalación, en ella domina el soporte fotográfico sobre el objetual. Su visión sobre el patrimonio cultural, del pasado industrial reciente, es reflexiva y connota una enorme fuerza y expresividad.
Para Enrique Demetrio no hay quietud en la descripción de las obras, puesta tratan de producir efectos en la cultura, en la propia media que esa cultura les afecta. El universo antropológico es entonces actualizado, rescatando orígenes antiguos y modernos, neolíticos o urbanos, encarnando una hibridez y una sobredosis de significados que van desde elevar a otro contexto un símbolo regional hasta llevar a tres dimensiones imágenes que parecen ser sacadas de los desolados muros de la ciudad.
Pablo Blanes crea un mundo imaginario que crece y se redefine con cada nueva intervención plástica, para ello vertebra habitaciones imposibles, geometrías que invaden el espacio, lo tensan y aprisionan, elementos arquitectónicos que usurpan el vano que deberían crear.
Anne Kampshulte propone un juego: alterar las propiedades físicas de la materia y trasmutarla en otra cosa. Esta artista trabaja la piedra, concretamente el mármol, material escultórico por antonomasia. A la par que quita materia del bloque de piedra, proyecta quitarle a esta sus cualidades de peso, resistencia y gravedad, para conferirle otras provenientes de los estados líquidos o gaseosos.