Un cajón lleno de palabras

La premio Nobel de Literatura en 2009, Herta Müller, no juega con las palabras. Aunque sus poemas sean un collage con frases y palabras recortadas de revistas y periódicos, la autora rumano alemana ha sufrido bastante a lo largo de su vida para tratar de forma banal elementos que pueden aportar tanto significado y que valen para expresar sus estados de ánimo. Herta Müller contó su forma de crear poemas en la segunda cita del festival de poesía Mayo Poético, ante un Salón de Plenos de Diputación completamente lleno y que acogió con expectación a la fría y distante Nobel alemana.

La vida y la obra de Herta Müller ha estado marcada por las dictaduras. Víctima del régimen comunista de Nicolae Ceausescu y exiliada a Alemania, esta autora ha hecho de la dictadura y de la ruptura de las relaciones humanas que provocan los regímenes totalitarios sus temas preferidos en sus narraciones. Una escritora comprometida, que ha vivido desde pequeña la represión en sus propias carnes y en su entorno más cercano, y que no puede permanecer ajena ante esos abusos de poder.

Sin embargo, en el encuentro de la tarde de ayer, Herta Müller no fue a hablar de sus novelas, de sus narraciones, sino que abordó el proceso creativo de su poesía. Se trata de una lírica muy actual, puesto que se nutre de las palabras y las frases de la prensa escrita. Un mosaico, un collage tan visual como intenso, en el que la autora alemana alcanza mensajes poéticos unitarios a base de textos fragmentados.

Esta forma de crear poemas surgió, como Herta Müller comentó, durante un viaje en tren, cuando se le ocurrió recortar palabras de revistas y periódicos para pegarlas en tarjetas postales que luego enviaba a sus amigos. Y lo hizo casi como juego, aunque la parte lúdica quedara solapada por el intenso significado de sus escritos. Lo que empezó como una experiencia en un viaje se convirtió en hábito. La autora confesó que tras ese viaje, su cocina y varias estancias de su casa se llenaron de palabras recortadas, a la espera, “como en una estación de tren”, a que fueran incluidas en un poema.

Y es que, para Herta Müller, este proceso creativo se presta a un “contacto mucho más íntimo” con las palabras, por el hecho de la relación que se establece con ellas, por poder tocarlas, observarlas, incluso destruirlas. Confesó que en su casa tiene cajones llenos de palabras, algo que comparó con la situación que han vivido miles de represaliados, muchas veces confinados en campos a la espera de un destino, en muchos de los casos, incierto.

Esta forma de crear, “tan difícil como con el bolígrafo”, le permite tomar algo de distancia con sus novelas, donde siempre aparecen la presión que las dictaduras ejercen sobre los ciudadanos y las penurias que éstos sufren. Parte de este compromiso, así como su calidad narrativa y poética, le valieron para que la Academia sueca le concediera el premio Nobel de Literatura en 2009, un hecho que le ha llevado a ser conocida en toda Europa.

La autora realizó la lectura de varios de sus poemas escritos en alemán, marcados por una musicalidad y un ritmo perceptible incluso para quienes nada entienden de la lengua germana. Suerte que unas fotocopias, con los poemas en alemán y español, y la ayuda de un traductor permitieron que todos los presentes entendieran la poesía de Herta Müller.

 

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