Un total de 136 propuestas han concurrido al concurso para renovar el espacio del Parque de la Hoya, donde se ubica uno de los barrios más antiguos de la ciudad, y en el que el Ayuntamiento de Almería espera levantar esa zona verde de la que carece la ciudad. El concurso se abrió con la idea de recopilar propuestas para la integración de este entorno, con principios de sostenibilidad y la puesta en valor del patrimonio.
El espacio objeto de la actuación se localiza en el denominado barranco de La Hoya, delimitado entre el cerro de la Alcazaba y el cerro de San Cristóbal, lugar donde se ubicaba uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Está en una situación urbana que puede considerarse insólita, dentro de la ciudad y la bahía, y no sólo ha resistido al empuje del crecimiento urbano, sino que se encuentra aislada respecto a construcciones posteriores. La muralla árabe del siglo XI, recientemente restaurada, la franquea separándola de la Estación Biológica de Fauna Amenaza perteneciente al CSIC.
El concurso reordenará una superficie de 55.586 metros cuadrados divididos en dos zonas. La primera, con una superficie de 40.744 metros, delimitada por la propia Alcazaba al sur, y en el norte por el Cerro de San Cristóbal. La segunda zona de actuación tiene una superficie de 14.841 metros.
El concurso de ideas ha tenido una difusión internacional y consta con una primera fase con las modalidades de concurso de ideas y concurso por currículum, que se completará con una segunda donde los seleccionados presentarán una idea de ordenación, de la que se seleccionará la propuesta más acertada y su equipo redactor.
De los proyectos, el jurado valorará las ualidades urbanas, medioambientales, paisajísticas, arquitectónicas y culturales; la capacidad de respuesta e integración en su entorno urbano, y paisajístico; el carácter innovador de la propuesta; la viabilidad económica, técnica y urbanística; las cualidades técnicas de la propuesta; la adecuación de todos los aspectos antes descritos con criterios de sostenibilidad y respeto al medio ambiente (materiales, mantenimiento, consumo energético, contaminación lumínica, acústica, etc.); y la adecuación a los criterios culturales de respeto e integración al patrimonio arqueológico.