La UGR, la Alhambra, Emasagra y la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía son las tres entidades responsables de la financiación de estas obras, que permitirán recuperar un relevante entorno patrimonial histórico no solo para los estudiantes universitarios, sino para toda la sociedad granadina tanto como zona de esparcimiento como área de reserva arqueológica. El Albercón se encuentra situado en la zona alta del campus de Cartuja, sobre la Facultad de Psicología.
Acompañados de Víctor Medina Flórez, vicerrector de Extensión Universitaria y Patrimonio, de Juan Carlos Torres Rojo, gerente de Emasagra, así como de los diferentes responsables técnicos de estas obras, la rectora, el alcalde y la directora de la Alhambra han recorrido el espacio y han conocido el avance de las obras y las conclusiones que están obteniendo los investigadores.
El Albercón de Cartuja es una infraestructura de origen romano que vivió dos momentos de transformación fundamentales, primero en la época nazarí y posteriormente, a finales del siglo XIX, de mano de la Compañía de Jesús.
En la visita, la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, ha resaltado la importancia de este lugar como “un lugar de conocimiento y de enseñanza que, además, es un ejemplo perfecto del transcurrir de la historia” en la ciudad de Granada. Aranda se ha referido a la colina donde se ubica el albercón como “un espacio perfecto para que nuestros futuros arqueólogos investiguen y comiencen, además, a hacer prácticas”.
La rectora, que ha hecho repaso de los avances que se han dado en los trabajos desde junio, ha hecho hincapié en que “una investigación de excelencia como la que estamos desarrollando aquí acaba resultando en un proyecto de desarrollo local”. La rectora, como el resto de participantes en la visita, ha recordado la importancia de mantener líneas de trabajo conjunta entre las instituciones como ocurre en este caso.
Por su parte, el alcalde de Granada y presidente de Emasagra, Francisco Cuenca, ha enmarcado la relevancia de este proyecto “para la recuperación y el disfrute por parte de la ciudadanía del Albercón y su entorno como zona de esparcimiento y área de reserva arqueológica”.
Se trata, ha incidido el regidor, de una intervención que permitirá “conectar la ciudad con la zona norte a través del campus, donde existen unos elementos patrimoniales excepcionales que nos van a permitir crear un espacio verde de ocio y reclamo turístico para el recreo de todos los ciudadanos”.
Cuenca ha señalado que la intervención, en la que el Ayuntamiento ha invertido 240.000 euros a través de Emasagra, es tan interesante porque “aúna el interés patrimonial, monumental, paisajístico y medioambiental”, recuperando la acequia de Aynadamar para que sus aguas den de nuevo vida al histórico estanque: “Una apuesta en firme por la sostenibilidad y por el respeto y el cuidado del medio ambiente”.
La directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, ha destacado el compromiso de la Alhambra con los proyectos de ciudad como este, de gran valor patrimonial, en el que el Patronato invierte 500.000 euros. “Hoy más que nunca la Alhambra y Granada se dan la mano y su riqueza revierte en los granadinos”, ha subrayado Díaz La financiación de este proyecto se realiza a través de una subvención nominativa recogida en un convenio de colaboración firmado con la Universidad de Granada.
El delegado territorial de Cultura y Patrimonio Histórico, Antonio Granados, ha destacado la importancia que tiene para la ciudad la recuperación de un espacio tan singular como el del albercón, así como ha precisado el interés que tiene para conocer la evolución de la ciudad desde época romana hasta el siglo XX.
La primera fase de las obras de recuperación, que comenzó el mes de junio pasado, se encuentra muy avanzada de modo que se prevé termine en los próximos meses. La obra, en todas sus fases, supondrá una inversión de 1,155.000 euros, de los que algo de la mitad se han requerido para esta primera fase.
Los trabajos son, ha explicado Víctor Medina, “un claro ejemplo de investigación arqueológica resultado de la convergencia entre ecuperación patrimonial, conservación arquitectónica y paisajismo, que convergen en este proyecto y que implica a arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e incluso al jardín botánico de la Universidad”.
Hasta el momento, se ha llevado a cabo la retirada del forjado de hormigón que cubría el albercón, construido en los años ochenta para utilizar este espacio como depósito de agua potable. Además, se han realizado actuaciones de conservación y recuperación de todos los muros del interior así como de las construcciones que lo rodean. Junto con la recuperación arquitectónica, se están realizando excavaciones arqueológicas tanto en el interior del vaso del estanque como en los alrededores, que están permitiendo conocer la evolución histórica de este singular espacio periurbano de Granada que comienza en época romana.
La intervención aúna el interés patrimonial, monumental, paisajístico y medioambiental, ya que no sólo se detendrá en estas actuaciones sino que están previstas otras intervenciones en el icónico templete que corona una de las esquinas del Albercón y, sobre todo, en la recuperación de la acequia de Aynadamar cuyas aguas nutrirán de nuevo al histórico estanque y servirán de sustento a la recuperación del regadío en todo el campus de Cartuja. Una apuesta decidida, por lo tanto, por la sostenibilidad y el medioambiente.
A la vez que las obras, también las investigaciones están siendo muy fructíferas. De momento se conoce que la fase histórica más antigua reconocida son unas canteras de extracción de arcillas que quedan bajo el suelo del albercón, una materia prima hay que poner en relación con el Alfar romano de Cartuja, que queda unos metros más abajo dentro del propio campus.
Sobre esta cantera, probablemente aprovechando que el espacio había sido acondicionado y la enorme pendiente del cerro se había allanado, se edificó un complejo arquitectónico en época medieval, de enorme entidad a juzgar por los potentes muros de tapial y la existencia de al menos dos torres (aunque las fuentes hablan de cuatro), junto con cerámicas y objetos metálicos que nos remiten a las capas más altas de la sociedad andalusí.
Esta construcción, acaso un palacio o almunia de las varias que rodeaban Granada en época nazarí, tenía como elemento más destacado el enorme albercón. Uno de los principales descubrimientos es que fue, sin duda, mucho más grande lo que hasta ahora se pensaba. El hallazgo de un quinto contrafuerte extiende al menos cinco metros más por cada lado los límites de la alberca medieval en cuyo interior llegaron a practicarse simulacros recreativos de batallas navales, según algunos relatos antiguos.
Tras el abandono de las funciones palatinas se ha reconocido un periodo de conversión de la infraestructura al servicio de la agricultura por parte de los Cartujos, cuando construyeron el monasterio que da nombre al campus en el siglo XVI. En el siglo XIX se produce una nueva actuación de recuperación del Albercón, cuando la Compañía de Jesús se hizo dueño de gran parte de los terrenos. Fue entonces cuando el albercón adquirió el aspecto que ahora se está recuperando. Se construyó un nuevo albercón, lo que enmascaró totalmente los restos medievales tanto del interior como del entorno, que también se acondicionó como un jardín con grandes árboles y algunas fuentes y acequias, muy al gusto romántico que impregnó aquella época.
La Universidad de Granada ha apostado por recuperar todo este espacio en la imagen más antigua posible, esa jesuita a la que nos referimos, pero dejando bien explicadas y evidentes todas las fases históricas que se están reconociendo.