Aceite de oliva de última generación con olivares 4.0

La automatización del aceite de oliva fue protagonista en el Parque de las Ciencias.
La automatización del aceite de oliva fue protagonista en el Parque de las Ciencias.

Las nuevas tecnologías se han implantado en la agricultura. Nuevos sensores, big data y análisis de imágenes permiten automatizar el proceso de producción de aceite de oliva. Investigadores de la Universidad de Jaén han introducido al sector en lo que se conoce como industria 4.0.

Andaluces de Jaén,/aceituneros altivos,/decidme en el alma: ¿quién,/ quién levantó los olivos? Son unos de los versos más repetidos de Miguel Hernández, en los que el gran poeta de la Generación del 27 supo plasmar el espíritu de una provincia intensamente vinculada al cultivo de la aceituna y la producción de aceite de oliva. Una provincia que ha sabido conducir la evolución de un sector fundamental para su economía hacia los caminos que actualmente dibujan las nuevas tecnologías.

El sector del aceite de oliva es uno de los más dinámicos de Andalucía y también uno de los que más contribuye a la economía de la región. El olivo, árbol sin lugar a dudas identificativo de la cultura mediterránea, es fuente de vida y salud; es tradición y cultura; es una forma sureña de entender la vida, en la que el esfuerzo ocupa un papel fundamental.

Sensor instalado en el olivo para controlar la evolución del fruto.
Sensor instalado en el olivo para controlar la evolución del fruto.

Aceite de oliva de última generación

Igual que lo representa en los grupos de investigación que han contribuido a la modernización de este sector de la agricultura jiennense, con cuyo apoyo se ha subido al carro de las nuevas tecnologías.

Análisis de datos, visión artificial, toma de decisiones o automatización de los procesos están pasando a formar parte del lenguaje empleado en las explotaciones más avanzadas, en las que ya se habla de un concepto totalmente nuevo, el de olivares 4.0.

Industria 4.0 en los olivares de Jaén

La revolución propiciada por las nuevas tecnologías en todos los campos de la industria están llegando también al sector agro. Sin prisa, pero sin pausa, es está incorporando una nueva filosofía, una nueva forma de hacer las cosas denominada 4.0, en la que juegan un papel fundamental conceptos como la recogida y análisis de datos, la interpretación de toda la información y la incorporación de procesos automáticos para la toma de decisiones herederos de la inteligencia artificial.

En todo este proceso de modernización de todo el sector del aceite de oliva tienen mucho que ver los investigadores del Grupo de Robótica, Automática y Visión por Computador de la Universidad de Jaén. Estos científicos están comprometidos con su entorno y también convencidos de que una nueva forma de entender el olivar es posible.

Nariz electrónica para evaluar la calidad del aceite de oliva.
Nariz electrónica para evaluar la calidad del aceite de oliva.

“Nuestro objetivo es trasvasar la filosofía 4.0 al sector agro”, dice el director de este grupo de la Universidad de Jaén, Javier Gámez. Y para ello, estos expertos en Ingeniería y nuevas tecnologías explotan al máximo las posibilidades que ofrecen cámaras especiales y sensores que actualmente hay en el mercado, y que ellos ponen a disposición de las explotaciones agrícolas con un objetivo muy claro: aumentar la rentabilidad, conseguir un aceite de oliva prácticamente a la carta y con unos mayores parámetros de calidad.

La evolución de las aceitunas en tiempo real

En el fondo, lo que plantean estos investigadores es algo que han perseguido los agricultores de todas las épocas. No es más que obtener el mayor volumen de información sobre todo el proceso de la producción de aceite de oliva, es decir, desde el campo a la almazara, y utilizarla en su propio beneficio. Lo que ocurre es que ahora se incorpora el uso de cámaras en diferentes longitudes de onda, narices electrónicas, drones y la figura de un maestro artificial de almazara.

Los investigadores de la UJA prueban sus sensores en el taller.
Los investigadores de la UJA prueban sus sensores en el taller.

La actuación que propone este grupo de investigación, y para la que ya han desarrollado sistemas de control automático, parte en la propia finca. Allí instalan una serie de cámaras en el propio olivo que controlan la maduración de la aceituna y permite conocer su situación en cada momento. Toda esta información pasa a una gran base de datos en la que se tiene constancia de todos los parámetros relativos al fruto y también se cuenta con información ambiental y climática. Además de esta información obtenida en el propio árbol, estos investigadores ofrecen un servicio de vuelo de drones, con los que se toman imágenes en diferentes longitudes de onda, que permiten conocer la situación de los olivos. Con toda esta información se tiene constancia de la evolución, del estado de salud del fruto y, lo más importante, las necesidades de fertirriego. Los datos llegan al sistema central que, de forma autónoma, toma las decisiones pertinentes sobre el sistema de riego.

¿Cuándo se recoge la aceituna?

Gracias a esta tecnología, hay un control continuo sobre la explotación, explica Javier Gámez, y se mantienen las condiciones deseadas por el agricultor. Además, gracias a todos los datos recogidos por los diferentes sensores, el sistema es capaz de calcular la fecha de recogida del fruto más ventajosa, en función de los criterios deseados, es decir, si se quiere un tipo de aceite u otro o si se juega con la rentabilidad del fruto en el mercado.

Una segunda fase se da ya en la almazara, una vez que se ha recogido la aceituna. Allí, la selección y clasificación de los frutos es fundamental. Esta tarea puede automatizarse de forma que con un sistema de cámaras especiales, que determinan la calidad de la aceituna y la adecuación del fruto para la producción de un aceite determinado. Los sistemas desarrollados hasta la fecha y que dispone este grupo de investigación permiten clasificar un volumen de 8.000 kilos de aceitunas a la hora, unas cifras mucho más elevadas que las realizadas por personas.

Sistemas electrónicos en la producción del aceite de oliva

Ya en la propia fase de producción del aceite de oliva también intervienen los diferentes sistemas electrónicos y automáticos, por ejemplo, ajustando las condiciones a las características del aceite que se desea producir. Con esta tecnología, explica Javier Gámez, resulta mucho más sencillo producir aceite con cualidades nutracéuticas, que actualmente está muy demandado.

Para ello incorporan sistemas de análisis de la turbidez del aceite, así como novedosas narices electrónicas para controlar que las cualidades organolépticas del aceite de oliva obtenido se ajustan a los parámetros predefinidos en la producción.

Taller de ensayo de producción de aceite de oliva.
Taller de ensayo de producción de aceite de oliva.

Estos investigadores son conscientes de que deben estar al servicio de los agricultores de su provincia. Es por este motivo que realizan un trabajo de prospección para conocer las necesidades planteadas en las explotaciones agroalimentarias y desarrollar soluciones tecnológicas que las salven.

Fincas automatizadas

Toda esta tecnología y control automático de la producción del aceite de oliva es una realidad que se está imponiendo en las fincas. Estas innovaciones ya están incorporadas en varias fincas que colaboran con este grupo de investigación y están muy contentas con los resultados que se están obteniendo. Del mismo modo, los científicos de la Universidad de Jaén han implantado su tecnología en tres almazaras, una de ellas la más grande de todo el mundo, situada en el municipio granadino de Montefrío. Se trata de colaboraciones que sirven a estos científicos de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Jaén a afinar la tecnología y probar nuevos avances. Porque, si de algo están seguros, y así lo manifiesta Javier Gámez, es de la incorporación masiva de estos sistemas para la mejora de la producción de aceite de oliva.

La tecnología está lista y solo falta que los responsables de las fincas den el paso para incorporarla en el proceso y subirse al carro del 4.0. Javier Gámez llama la atención de cómo se ha reducido el coste de estos sistemas innovadores, que ya son mucho más accesibles. También recalca la necesidad de mejorar la formación de los trabajadores del sector, para que estén preparados para estas nuevas tecnologías y permitan apostar por la innovación en el sector de referencia de la provincia de Jaén.

Al mismo tiempo, estos investigadores trasladan su conocimiento al sector productivo a través de la spin off ISR, en la que ya tienen toda esta tecnología al servicio de los agricultores y prevén que la próxima campaña varias fincas y almazaras se beneficiarán de ella, para dar una nueva generación de aceite oliva virgen 4.0, de máxima calidad y altamente tecnologizado.

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