La Universidad de Málaga estudia la evolución del humor desde el siglo XVIII hasta nuestros días y reflexiona sobre las líneas rojas que se ponen a los humoristas.
Desde siempre, el humor ha sido una herramienta muy útil para poner en cuestión la realidad cotidiana y las costumbres. Cuenta con una condición transgresora inherente, con la que se invita a la reflexión de una manera sencilla y, además divertida.
Del bufón a la revista satírica
Y esa misma condición le ha traído infinidad de problemas. De ahí que en las cortes medievales se instituyera la figura del bufón, en quien se delegaba la tarea hacer reír, en muchas ocasiones, ridiculizando a quienes nadie se atrevía a cuestionar.
Sin embargo, con la llegada de la Ilustración y, posteriormente, de las revoluciones liberales y las democracias, el papel del humor en la sociedad se convirtió en un elemento más del argumentario político y social, del que se valía la crítica, para divulgar todo tipo de ideas entre un pueblo que tomaba conciencia de sí mismo.
La viñeta en la prensa, la figura del humorista o incluso el uso del humor en discursos serios ha ido evolucionando hasta llegar a nuestros días, a las democracias maduras, en las que los ciudadanos gozan de libertades, entre ellas, la libertad de expresión.
Humor y libertad de expresión
Y es entonces cuando se produce la paradoja. Cuando las sociedades libres comienzan a replantearse los límites del humor y, como ocurre en estos días, se multiplican los casos de humoristas que pasan por los juzgados a cuenta de algún chiste que ha incomodado a algún colectivo.
La revista Mongolia, Dani Mateo, la revista El Jueves o, mucho más recientemente, el humorista Ignacio de la Puerta, que se vio envuelto en un polémica a raíz de que su chiste fuese difundido en las redes sociales por el perfil del Partido Popular. Son varios ejemplos de humoristas o publicaciones humorísticas que han tenido problemas por transgredir las líneas de lo tolerable en el humor.
Los límites los pone cada sociedad
Sin embargo, cuáles son estas líneas. Pues resulta muy complicado decirlo, ya que van variando a medida que lo hace la sensibilidad de la sociedad. Así lo sostiene el profesor de Historia Moderna de la Universidad de Málaga, Antonio Calvo Maturana, que dirige un proyecto I+D+I financiado por el Plan Nacional de Investigación, en el que colaboran investigadores de universidades norteamericanas, inglesas y españolas, para analizar la evolución del humor desde la Ilustración hasta nuestros días.
Este proyecto, que es uno de los pocos que analiza el humor desde la óptica de la Historia. Ya que lo habitual era analizar el humor desde la Psicología y disciplinas similares, como la Neurología o la Antropología.
Y servirá para organizar un congreso internacional en Málaga, que se celebrará el 23 y 24 mayo, en el que se sentarán las bases para un estudio del humor desde una perspectiva multidisciplinar.
El humor como reflejo del momento
En su proyecto, este grupo de investigadores estudian el humor “como un reflejo de la sociedad en que se desarrolla, no lo estudiamos como un fin en sí mismo”.
Y esta perspectiva les está llevando a hacer un dibujo de las distintas épocas a partir de cómo se ha empleado y el significado que ha tenido el humor.
Y la imagen del momento actual es algo sombría, a tenor de la persecución de humoristas que se está viviendo en este momento de nuestra democracia. Algo que, en opinión de Calvo Matura, refleja que “estamos en un periodo de empobrecimiento de la libertad de expresión”.
Porque las diferentes formas de humor pueden gustar más o menos, pero entran dentro de la libertad de expresión. Y es el espectador o lector quien tiene la libertad de consumirlas o no.
Hipersensibilidad y redes sociales
Sin embargo, en la etapa de hipersensibilidad que se vive ahora, alentada por las legiones de ‘ofendidos’ que se mueven en las redes sociales, provoca que algunas manifestaciones del humor se saquen de contexto e incluso lleguen a los tribunales.
“Lo que no tiene ningún sentido es meter al humorista en la cárcel o llevarlo ante los tribunales. Eso demuestra que vivimos un periodo en el que la libertad de opinión está en peligro”, opina este investigador de la Universidad de Málaga.
El humor es subversivo
El humor tiene un carácter subversivo, en la medida en que funciona para poner en cuestión postulados sociales. Y esto explica que ”la mayoría de los humoristas tengan posiciones progresistas”.
Al mismo tiempo, la sociedad en general rechaza un tipo de humor que tenía éxito hace tan solo unas décadas. Un tipo de humor que ridiculizaba problemas físicos o a colectivos concretos, como por ejemplo los homosexuales.
Este cambio de gustos, explica Calvo Maturana, es fruto de la evolución de la sociedad, que considera censurable chistes que atacan a minorías o personas distintas. “En toda la historia, figuras como Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Hobbs criticaban el humor del poderoso sobre el débil”.
El primer recopilatorio de chistes
Humor ha habido siempre. Pero hay que esperar hasta el año 248 de nuestra Era para verlo por escrito. Se trata de una serie de manuscritos anónimos llamados Philogelos (amante de la risa).
Este compendio recogía un total de 265 chistes, de los que 110 hacen referencia a recibir o impartir lecciones; 60, que se burlan de otras ciudades; una treintena sobre médicos; siete, que relatan situaciones con videntes o astrólogos; y el resto, un compendio sobre borrachos, cobardes y otros perfiles no muy bien vistos en la época. Y son unos chistes creados en un contexto determinado y con un conjunto de referencias propios de su tiempo, por lo que seguramente no harían gracia en nuestros días.
El humor analizado por historiadores
Este proyecto dirigido desde la Universidad de Málaga está analizando el uso del humor desde el siglo XVIII hasta nuestros días, porque fue en la época ilustrada cuando el humor comenzó a ser bien visto como una herramienatra para comunicar ideas serias.
Fue a partir del siglo XVIII, explica Antonio Calvo, cuando se deja a un lado la “seriedad barroca” y se da cabida al humor en la transmisión de ideas más serias.
Por su puesto, un humor “comedido y adaptado a las circunstancias de la época”. Y a ello contribuyó la expansión de la prensa, ya que ésta emplea un lenguaje más sencillo y asequible; y también más breve y conciso, en el que el humor juega un papel destacado para llegar a un público más amplio. Justamente al contrario que se hacía en la etapa histórica anterior, en la que proliferaban textos “mucho más sesudos”.
Desde el siglo XVIII el humor transmite ideas serias
Así, el siglo XVIII se puede considerar como la puerta de entrada del humor en los discursos considerados serios y su uso para la transmisión de ideas complejas. “El humor ya no es condenado por ser algo frívolo, sino que es admitido en el ámbito de lo público”.
Los ilustrados usan el humor como una sátira de las costumbres de la etapa anterior, marcada fuertemente por los absolutismos y la Contrarreforma. Y los reaccionarios se sienten atacados por Voltaire, Rousseau… porque utilizan el humor, un arma que ellos rechazan, porque no lo consideran legítimo en el debate intelectual, y no le saben plantar cara.
La llegada de las revoluciones liberales del siglo XIX supuso la consolidación del humor como una herramienta para la transmisión de ideas y como “un elemento propio de la opinión pública”.
En cuanto al siglo XX y la actualidad, analizan principalmente desde la segunda mitad del siglo, con estudios sobre el cine de la Transición y del destape, el humor en la radio, el humor hecho por mujeres y también en redes sociales.
Los “famosos” límites del humor
En la época actual, “el humor ofrece muchísimas posibilidades, pero también muchas más dudas”, afirma este investigador. Cuestiones en torno a cómo se percibe el humor en un contexto de libertad de expresión, lo que lleva a los “famosos” límites del humor.
“Ahora discutimos más que nunca los límites del humor. Porque ya no vivimos en una sociedad absoluta en la que hay ciertas cosas que son sagradas, en principio la libertad de expresión nos permite bromear sobre todo, pero hay ciertas cosas sobre las que la sensibilidad va cambiando y ya no hacen tanta gracia”.
El debate sobre los límites del humor está servido, sobre todo ahora que las redes sociales se han convertido en el foro público que censura y aprueba, y donde todo el mundo tiene voz. Al fin y al cabo, el humor está hecho para el gran público y éste es el que tiene el papel de decidir qué le hace gracia y qué no. Mientras esto se decide, riámonos un rato, aunque sea de nosotros mismos.