¿Cuál es la verdadera crisis?

    Son tiempos difíciles, nos encontramos inmersos en una profunda crisis económica que está dejando al descubierto nuestras más importantes carencias como país. Nuestra sociedad y nuestra economía parecen no estar preparadas para afrontar con garantías estos tiempos adversos.

    El escenario a corto plazo es pesimista. España es la 9ª economía del mundo pero las previsiones del Fondo Monetario Internacional la sitúan en el puesto nº 12 en el 2014.

    Quizás las cosas mejoren para entonces, pero el escenario para este próximo año no nos hace ser optimistas. España se mantendrá al cierre de este año como la única economía avanzada en recesión y aunque en 2011 volverá al crecimiento será, de nuevo, la más débil entre todas las economías avanzadas. 

    Pero lo más preocupante es la brecha tan importante que se está produciendo entre las diferentes regiones del mundo. En Europa la subida prevista se limita a un 1,3% en 2010, mientras que en Asia se marcarán tasas de crecimiento cercanas al 7%. Los países emergentes no nos esperarán y serán ellos lo que aprovechen las grandes oportunidades que se den en los próximos años.

    En el medio plazo el escenario arroja más sombras que luces. En los próximos años serán las economías más competitivas las que tengan las mejores oportunidades y las mayores probabilidades de afrontar con éxito esta difícil travesía. Serán estas economías las que competirán en los mercados globales, las que atraerán las inversiones más atractivas, a las empresas más innovadoras y al talento mejor preparado. 

    La competitividad de una región la conforman una conjunción de factores como la calidad del sistema educativo, el desempeño económico, la eficiencia del gobierno y de las empresas, las infraestructuras, el grado de innovación, etc. De todos estos factores destacaría, por encima de cualquier otro, “la calidad del sistema educativo” ya que es la base y fuente de competitividad del resto de factores. Aquellas economías con el talento mejor preparado serán las que cuenten con un mejor desempeño económico, con las empresas más competitivas e innovadoras, con los políticos más eficaces y, en definitiva, con la sociedad más preparada. 

    En este sentido, España se encuentra en una situación crítica. Según el informe de competitividad global elaborado por el Foro Económico Mundial, España se sitúa en el puesto nº 33 en competitividad a nivel mundial. Pero lo más alarmante de este informe para las esperanzas de España, son los datos que arroja en materia de educación. España ocupa el puesto nº 72 en calidad de la educación primaria, el puesto nº 99 en calidad de la educación en ciencias y matemáticas y el puesto nº 78 en calidad del sistema de educación superior.

    ¿Cómo es posible que la 9ª economía del mundo cuente con un sistema de educación superior peor que el de países como Kazajstán, Azerbaiyán, Zambia, Zimbabwe o Botswana?

    Si atendemos al ranking global de universidades que elabora anualmente la universidad de Shanghai Jiao Tong encontramos algunas claves del porqué. La 1ª universidad española que aparece en el ranking lo hace más allá del puesto 150, y la 1ª andaluza lo hace más allá del puesto 400.

    Nos encontramos inmersos en una coyuntura económica muy adversa, pero la verdadera crisis se encuentra en nuestro sistema educativo. Esta crisis educacional no repuntará con medidas políticas o económicas de corto plazo. Esta crisis necesita un cambio drástico de mentalidad en la sociedad y en los gobiernos y de una revolución en la forma de enseñar, en los valores a impulsar y en la forma en que son gestionadas las universidades. 

    Este país necesita concienciarse de que un sistema educativo de primer nivel con universidades de prestigio es el motor para el futuro de cualquier economía, y el nuestro está a punto de gripar.

    Por eso, cuando me preguntan por la crisis, me veo irremediablemente conducido a responder con una pregunta retórica ¿Crisis?, ¿Qué crisis?. 

    Afortunadamente, en este panorama tan adverso también hay luz para la esperanza. Basándonos en el mismo informe de competitividad mundial, vemos que España ocupa el puesto nº 6 del mundo en calidad de escuelas de negocio.  Nuestro país es punta de lanza en la formación de directivos, un modelo de éxito que nuestras universidades deberían interiorizar y replicar. 

    Otra signo de esperanza es el proceso de globalización que estamos viviendo y que tantas oportunidades está generando en el mundo entero. Nos encontramos en un momento clave, gracias a la irrupción masiva de las tecnologías de la información cualquier persona  puede acceder fácilmente a todos los recursos y competir en igualdad de condiciones con el resto mundo.

    Pero hay que ser consciente de que estas grandes oportunidades van de la mano con una competencia global que nos exige un grado de excelencia y preparación máxima. Para competir con garantías en este nuevo contexto, es necesario disponer de una formación universitaria del máximo nivel, tener un absoluto dominio del Inglés, contar con experiencia internacional y mantener grandes dosis de iniciativa y de ambición.

    Invertir de forma decidida por la formación de excelencia y prepararse como los mejores es el único camino posible que nos permitirá labrarnos un gran futuro. Construir nuestro propio futuro es sólo responsabilidad nuestra y está en nuestras manos.

    No hay excusas, son muchas las posibilidades con las que cuenta un joven universitario hoy en día. Instituciones como la Fundación Eduarda Justo que apuesta por identificar el talento y ayudar, a través de sus becas y seminarios, a convertir a jóvenes con potencial en futuros líderes, es un claro ejemplo.

    La canción “Lose yourself” del rapero Eminem comienza diciendo…“Mira, si tuvieras sólo una oportunidad para alcanzar todo aquello que siempre quisiste- ¿la aprovecharías o la dejarías escapar?”… 

    La oportunidad está ahí, los recursos también, sólo queda vuestra ambición y determinación por liderar vuestro futuro. Aprovechadla. 

     

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