El zooplancton tienen un papel fundamental en la supervivencia de los humedales mediterráneos, según se desprende de una investigación realizada por las universidades de Jaén y Granada, con la que también se ha podido comprobar que actúa como indicador apropiado para valorar el impacto de la agricultura sobre el entorno.
El conjunto de organismos que forman el zooplancton son esenciales en la biodiversidad de los humedales mediterráneos. “Uno de los rasgos de los ecosistemas temporales es que reviven después de cada evento de desecación. La comunidad zooplanctónica tiene mucho que ver en esa capacidad de recuperación de todo el sistema”, explican los autores.
Humedales mediterráneos en el Alto Guadalquivir
En este estudio en concreto, han examinado las características de 24 humedales de la provincia de Jaén situados en la región del Alto Guadalquivir en función de once variables referentes a su morfología, su cuenca hidrográfica y los usos de la tierra más habituales en cada zona, siendo el mayoritario el olivar. De esta manera, han establecido dos tipos de humedales según la riqueza de las especies de zooplancton localizadas: los humedales impactados y los no impactados.
“Los humedales son islas inmersas dentro de un contexto con el que interactúan, que en nuestra provincia es fundamentalmente agrícola. Esta actividad induce una drástica transformación del paisaje, con una alta tasa de pérdida y degradación de estos ecosistemas”, señalan los investigadores.
Agricultura afecta al zooplancton de los humedales mediterráneos
Esta hipótesis ha sido probada en este trabajo del que se extrae que la comunidad zooplanctónica que habita los humedales (branquiópodos y copépodos) sufre alteraciones drásticas por las prácticas agrícolas realizadas en la cuenca hidrográfica.
En su análisis detectaron siete humedales no impactados (Ardal, Castillo, Orcera, Pedernoso, Perales, Santisteban y Siles), en los que la riqueza de especies del zooplancton es superior, mientras en los impactados disminuyen e incluso desaparecen especies y la capacidad de recuperación del ecosistema se ve dañada.
Un bioindicador de los efectos de la agricultura
Según ese hallazgo, los investigadores señalan a la comunidad zooplanctónica como indicador apropiado para valorar los efectos de la agricultura sobre el entorno y apuestan porque se la considere como un elemento biológico de calidad, algo que todavía no se establece en la directiva marco europea del agua.
Los investigadores indican que es “prioritario reemplazar las estrategias de agricultura tradicional por otras más respetuosas con los humedales y sus especies”. Para ello, “hay que llegar a todos los implicados en la toma de decisiones legislativa para apostar por prácticas agrícolas alternativas con la gestión del suelo”.
Esa visión ecosistémica tiene su influencia incluso sobre el cambio climático global. Factores como la disminución de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas o la contaminación de los acuíferos afectan al hidroperiodo de los humedales a medio y largo plazo y, por lo tanto, influyen en su conservación.
Estos resultados han sido publicados por la revista científica de impacto Hydrobiologia. El artículo forma parte de la tesis doctoral del investigador de la UJA, Juan Diego Gilbert, en un trabajo en el que además de Gema Parra y Francisco Guerrero, han participados otros miembros de este grupo de investigación de la UJA como Raquel Jiménez, Enrique García y Fernando Ortega, así como de la Universidad de Granada, Inmaculada de Vicente, profesora del departamento de Ecología.
Uno de los motores de este grupo de investigación es concienciar a la sociedad de la necesidad de preservar estos ecosistemas. A nivel internacional, el 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales.