Salvador Peña, profesor de estudios de Grado en la UMA, ha sido galardonado recientemente con el Premio Nacional de Traducción 2017 por su versión de la obra Mil y una Noches. Una complicada labor de siete años, que le ha llegado a conseguir uno de los premios más prestigiosos de los traductores.
Peña se muestra “como inmerso en uno de los cuentos de Mil y una Noches”. “Estoy como en una nube, no me podía ni imaginar el reconocimiento que he tenido por mi trabajo y mucho menos cuando el sueño que me llevó a tratar de actualizar la traducción de esta obra básica de la literatura árabe estuvo al borde de convertirse en una pesadilla”, asegura el recién galardonado.
“Hubo momentos –explica- en los que me sentí perdido en una especie de laberinto en el que no intuía la salida, pero al final, con mucho esfuerzo y dedicación he logrado devanar la madeja e incluso tejer un tapiz literario muy sugerente y del que me siento muy orgulloso”.
Finalmente, ese recorrido por el laberinto ha valido la pena. Salvador Peña ha sido galardonado con el Premio Nacional a la Mejor Traducción correspondiente a 2017. El jurado ha destacado la calidad del trabajo del traductor por “la maestría y elegancia de la prosa y el verso castellano”. Este es el segundo premio importante que recibe Salvador Peña por este trabajo que ha sido editado en cuatro volúmenes por la editorial Verbum. A finales de 2016 recibió el prestigioso Premio Internacional Sheikh Hamad que se otorga anualmente en Doha, Catar, a los que difunden y desarrollan la cultura árabe. En aquella ocasión, el jurado del certamen destacó la fidelidad y precisión del texto que fue presentado por la Escuela de Traductores de Toledo, entidad con la que colabora el profesor Peña.
Al margen de su actividad como traductor, Salvador Peña se dedica a la docencia desde hace casi 40 años y está vinculado a los estudios de grado de Traducción que en la Universidad de Málaga se ofertan como titulaciones de la Facultad de Filosofía y Letras. “En la actualidad –explica- imparto dos asignaturas. Árabe y Ética de la Traducción y, aunque en ocasiones compatibilizar la docencia con la traducción es algo complicado por regla general disfruto mucho con mi trabajo docente”. “No comparto el pesimismo de quienes opinan que los alumnos de ahora son malos; antes al contrario mi experiencia me hace pensar en alumnos de buen nivel, personas con mucha curiosidad y que se toman los estudios con mucha seriedad”.
“No puedo tener ninguna queja con mis alumnos –insiste-, aunque quizás sería más apropiado decir con mis alumnas porque los estudios de Traducción están fuertemente feminizados, el porcentaje de alumnas es abrumador y, en algunos grupos, se ha llegado a alcanzar el cien por cien de la matrícula”. “Este es un dato meramente estadístico, pero creo que puede influir en la buena opinión que tengo respecto al alumnado con el que trabajo ya que a esa edad me parece que las chicas son más serias y responsables que los chicos, puede que sea sólo un impresión mía muy influenciada por la experiencia personal, pero a mí, así me lo parece”.
“La verdad –continúa Salvador Peña- es que tengo muy pocos motivos de queja, el alumnado me parece excelente, los medios técnicos de que disponemos han mejorado mucho en los últimos años y ahora disponemos de todo lo necesario para impartir la docencia en buenas condiciones y también tengo que destacar la implicación del Personal de Administración y Servicios en todo el proceso de enseñanza aprendizaje. No tengo ningún motivo de queja y espero que mi labor y la de mis compañeros docentes esté a la altura de todo lo demás porque sería señal de que estamos impartiendo una docencia de alta calidad y yo realmente creo que es así, que los docentes no desentonamos, aunque me imagino que habría que preguntarles a los estudiantes”. “La única sombra que, desde mi punto de vista, amenaza el trabajo en la Universidad –concluye- es la creciente burocratización de todas las labores relativas a la docencia y la investigación, aunque ese es un mal que afecta al sistema universitario en general, no solo a la Universidad de Málaga”.
Salvador Peña ha traducido una veintena de obras de autores muy conocidos de la literatura árabe
Salvador Peña ha compatibilizado, de siempre, su labor docente con el trabajo como traductor, muy ligado a la Escuela de Traductores de Toledo. En su trayectoria cuenta ya con cerca de una veintena de traducciones de autores muy significativos de la literatura árabe como Rauf Basta, Rachid Daif, Abdelmajid Benjelloun y Salim Barakat a los que ha sumado ahora una obra medieval de autor desconocido y que es clave en toda la literatura árabe, Mil y una noches, un trabajo muy complicado tanto por su extensión (pasa por ser la segunda obra literaria más extensa de la literatura universal tras En busca del tiempo perdido del francés Marcel Proust), como por la mezcla de prosa y poesía y la misma antigüedad del texto que puede parecer como muy alejado de la cultura occidental contemporánea.
La extensión y la combinación de textos de poesía y de prosa, fueron los causantes del “error de cálculo que a punto ha estado de convertir esta bella compilación de cuentos en una pesadilla”. “Cuando comencé el trabajo –explica- calculé que en tres años o tres años y medio relajados podría tener lista la traducción y al final han sido siete años y medio muy intensos, combinando a diario la docencia con la traducción, en época lectiva y con dedicación exclusiva en épocas vacacionales. Recuerdo que en 2013 hubo un solo día, el 23 de agosto, en el que pude desconectar del trabajo y, a pesar de todo llegue a pensar que no iba a poder terminarlo”.
“Lo más complicado –continúa- es la traducción de la poesía y el libro es sumamente rico en pasajes poéticos. Creo recordar que son más de 1.200 poemas a los que he tenido que dedicar mucho tiempo porque la poesía es básica para comprender la literatura árabe”. El trabajo realizado por Salvador Peña con los pasajes poéticos es especialmente brillante y así ha sido reconocido expresamente por el jurado. Todos los poemas traducidos se ajustan a la métrica y la rima en castellano “con maestría y elegancia”.
El tercer factor de complicación de la traducción -la antigüedad del original- es, al mismo tiempo, el motor que justifica nuevas versiones de obras clásicas y el termómetro que permite determinar el grado de interés que mantiene viva una obra como Mil y una noches. “A casi todo el mundo le choca –explica Salvador- que dediquemos tantas horas a traducir una obra que ya ha sido previamente traducida, porque a fin de cuentas la obra original no cambia, pero sí que cambia, y mucho, la sociedad a la que va dirigida la traducción. La anterior versión de la obra en español tiene más de 50 años y en ese tiempo nuestra sociedad ha cambiado mucho, en general y en la visión que tenemos del mundo árabe islámico, en particular”.
En cuanto a la vigencia de la obra “he tratado de presentarla tal y como se había concebido originalmente, alejando un poco el enfoque de las últimas versiones, con una visión excesivamente reduccionista hacia los aspectos eróticos del texto. En la obra hay erotismo, sin lugar a dudas, pero no es el único enfoque, ni siquiera es el aspecto fundamental de una obra que trata de dar una visión completa de la naturaleza humana y del cosmos y que bucea en la capacidad del relato para influir de manera determinante en nuestra manera de ser y en las circunstancias que nos determinan”. “En este sentido –concluye el profesor Peña- el poder de influencia y de transformación de los relatos sigue vigente, aunque haya cambiado el soporte de transmisión de los mismos y ahí creo que reside la actualidad de una obra escrita hace más de mil años”.
En la actualidad, Salvador Peña se encuentra trabajando en una reedición corregida de la obra y le gustaría que la editorial se animara a “publicar una versión reducida con una selección de entre 300 y 400 relatos, los de mayor interés para el público general”. “Esto es sólo un deseo mío –aclara- y normalmente no suelo tener mucho éxito con este tipo de aspiraciones por lo que me imagino que cuando termine con las correcciones para la reedición buscaré algún otro autor clásico, probablemente poeta, porque la poesía siempre ha tenido un espacio importante en la literatura árabe/islámica, por lo que, a pesar de las dificultades, considero prioritario tratar de traducir al castellano el alma poética de la identidad árabe”.