Los alimentos transgénicos, procedentes de organismos modificados genéticamente (OMG), representan uno de los aspectos que han generado, y siguen generando, una mayor controversia en la actualidad; pero a pesar de ello, la población se encuentra en una situación de cierto desconocimiento.
Y es que, grosso modo, la sociedad española cree que los cultivos transgénicos son cosa del otro lado del charco, y sin embargo la realidad es bien distinta, ya que en España se cultivan transgénicos; el cultivo de maíz Bt abarca unas 110.000 hectáreas, que representan el 92% de la superficie europea cultivada con esta variedad.
En nuestra lista de la compra encontramos una gran cantidad de productos transgénicos, como se puede apreciar en la siguiente imagen.
Revolución Verde y enriquecimiento de compañías de semillas
El cultivo de OMG’s tuvo su auge a nivel mundial, anecdóticamente, con la Revolución Verde, nombre que puede hacernos pensar en la agricultura ecológica, pero que ni mucho menos representa nada relacionado con ella; en aras de erradicar los graves problemas que azotan al tercer mundo, vinculados a la desnutrición. Esos problemas que aún hoy siguen estando presentes, a pesar de haber introducido OMG en tres cereales básicos como son el trigo, el arroz y el maíz. En contraposición a sus objetivos iniciales, el mayor logro de la Revolución Verde ha sido el hecho de enriquecer a las grandes compañías dedicadas a la producción de semillas patentadas.
Según un informe de ETC Group, en 2007, en el mercado de semillas patentadas, que representaba el 82% del mercado mundial de semillas comercializadas, Monsanto, DuPont y Syngenta acaparan el 47%. Las diez primeras compañías detentan el 67% del mercado mundial de estas semillas patentadas. Las semillas modificadas genéticamente están, prácticamente, al 90%, en manos del grupo Monsanto.
CETA y TTIP ahogarán a los agricultores españoles
Para ejemplificar lo que está sucediendo en el ámbito de la agricultura mundial tenemos el caso de la adquisición de Syngenta por parte de la gran compañía asiática ChemChina, transacción completada por la escalofriante cifra de 39.000 millones de euros. Un asalto en toda regla a cualquier ápice de identidad que hoy día posea el campo. Y, a pesar de todos estos hechos, España continúa en negociaciones para instaurar tratados de libre comercio con países como Canadá y Estados Unidos (CETA y TTIP, respectivamente).
Tratados que facilitan las inversiones de las gigantes norteamericanas y que igualan ambos sistemas de producción, lo que traerá graves consecuencias para el agricultor español, que no podrá hacer competencia a unos precios inferiores debidos, en gran medida, al uso de transgénicos.
Agricultura sostenible y sensible con el medio ambiente
Poco conocidas son iniciativas como la Vía Campesina, un movimiento de carácter internacional cuyo principal objetivo es defender una agricultura sostenible, sensible con el medio ambiente y que favorezca el desarrollo económico a nivel familiar. Esta organización promueve la soberanía alimentaria, a fin de que cada pueblo pueda decidir sobre sus propias políticas agrarias y así no depender de las multinacionales. La séptima y última conferencia fue celebrada en Derio (España), pero claro, en el campo almeriense no se tiene mucho conocimiento sobre este tipo de iniciativas.
La especie humana es considerada estratega de la ‘k’, hecho que implica que esté regulada por la capacidad de carga del medio, para lo que existen determinados medios de regulación. Si el límite de esta capacidad de carga se sobrepasa, la especie en cuestión está destinada a la extinción; a la vista de los datos de población mundial puede que la raza humana esté evocada a la extinción o… quizás a trasladarse al otro extremo, y ser un estratega de la ‘r’.
Para terminar este artículo y poder servir así como reflexión para el lector, un texto extraído de una conversación mantenida durante el transcurso de la serie Utopía:
“¿Sabes quién fue la persona que causó el mayor impacto positivo sobre el medio ambiente de este planeta? Genghis Khan, porque el masacró a cuarenta millones de personas. No hubo parcela alguna sobre la tierra, los bosques resurgieron. El carbono fue arrastrado hacia afuera de la atmósfera. Y si este monstruo no hubiese existido, hoy en día seríamos un billón más de personas, peleándose por un hueco en este planeta decadente”.
Artículo de Jesús María Puertas de Lara, estudiante de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Almería.
