Crítica al consumo masivo de arte en la exposición de Joaquín Ivars

Exposición Sin Contemplaciones.
Exposición Sin Contemplaciones.

Joaquín Ivars presenta una exposición de fotografía en la que critica Sin Contemplaciones el consumo masivo de arte. Una muestra que podrá visitarse en la Sala de Exposiciones del Rectorado hasta el día 3 de junio. 

Ayer jueves, a las 20 horas se inauguró en la sala de exposiciones del Rectorado la exposición Sin contemplaciones del profesor de la Facultad de Bellas Artes, Joaquín Ivars. Previamente -al final de la mañana- el autor, la vicerrectora de Cultura y Deporte, Tecla Lumbreras Kraüel y la comisaria de la exposición, Natalia Bravo, profesora del Departamento de Historia del Arte, especialista, entre otros campos, en la confluencia entre la fotografía y los lenguajes de las vanguardias históricas, han presentado a los medios informativos este particular proyecto artístico. La muestra permanecerá en la sala de exposiciones del Rectorado hasta el próximo día 3 de junio.

La comisaria de la muestra explicó que las 64 fotografías expuestas son fruto “de un trabajo de cinco años de viajes y visitas a museos y son parte de un ensayo sobre Intertopías/Intercronías” en el que trabajan conjuntamente Ivars y Bravo. “Se trata –continuó– de un proyecto experimental en el que las 64 imágenes que se cuelgan en esta sala deben de ser consideradas como una sola obra, una instalación fotográfica organizada por series secuenciales”.

Las fotografías en color, de 35 x 70 cm cada una, se exhiben sin enmarcar sobre las paredes blancas de la sala de exposiciones y se configuran como una totalidad instalada envolviendo al espectador. Las series, quince en total,  están formados por entre dos y siete u ocho tomas y cada serie de fotos se alinea en horizontal con la particularidad de preservar una altura específica, siempre diferente a la del grupo siguiente. A pesar del efecto fragmentario facilitado por las diferentes cotas y por la discontinuidad de cada una de las instantáneas, la uniformidad de las imágenes refuerza el aspecto unitario del conjunto.

Todas las fotografías se centran en el mismo punto, los lugares vacíos que quedan entre cada dos obras que cuelgan en un espacio museístico. “La selección de un museo –explica la comisaria- es una opción determinada de las piezas de sus colecciones; pero es indeterminada o secundaria la selección de sus huecos, de lo que solo es “soporte invisible”, “negativo” de sus paredes frente al “positivo” de los cuadros; ausencia de aquello a lo que no podemos prestar atención porque siempre nos ocupamos de lo presente fáctico y muy poco de lo omitido incierto e improbable”.

Tanto el autor como la comisaria agradecieron a la vicerrectora la apuesta de la universidad por el arte más experimental, menos comercial y explicaron que la exposición y el ensayo aparejado es un trabajo contra el voyeurismo, de rechazo al objeto artístico como diana y una apuesta por la articulación entre las cosas y por la libertad de enfoque sobre la realidad.

Las fotografías que se presentan en el Rectorado se han realizado de forma similar en el interior de distintos museos y todas ellas han sido sometidas a un tratamiento parecido de blanqueado de los fondos que hay entre cuadro y cuadro y de barrido lateral electrónico en las partes figurativas de la toma. El resultado final da al espectador una sensación similar a la que puede tener un turista sometido a una maratón de visitas a museos. “Yo entiendo la muestra –afirmó Tecla Lumbreras- como una crítica al consumo rápido de la obra de arte, por una parte y, por otra, la veo como una especie de colofón a una escena mítica de una película clásica de Jean Luc Godard, Ban á Part, en la que los tres protagonistas recorren todo el museo de Louvre, en poco más de 9 minutos”.

El autor es consciente de que la exposición no es fácil para el gran público, de hecho han colocado a la entrada de la misma una frase que es un compendio de todas las críticas que esperan recibir, pero cree necesario provocar una reflexión en el espectador que consume arte de forma masiva y más en una ciudad como Málaga que trata de distinguirse precisamente por su oferta museística. “La sala del Rectorado me parece perfecta –concluyó- porque está muy cerca de los museos, pero no es un museo. De hecho nunca llevaría esta muestra a un museo porque sería un poco contradictorio criticar el culto al objeto artístico como diana, justo en el templo donde se ha fraguado esa manera de observar y disfrutar del arte”.

 

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