Técnicas del CSI para identificar especies en peligro de extinción

Orix. Foto: Teresa Abaigar.
Orix. Foto: Teresa Abaigar.

Investigadores de la Estación Experimental Zonas Áridas de Almería han clasificado hasta diez tipos de ungulados africanos con técnicas genéticas, a partir de muestras no invasivas, es decir, sin necesidad de capturar o inmovilizar al animal. Según los expertos, la identificación de los ejemplares es el primer paso para su conservación.

Investigadores del Grupo Conservación de Especies Amenazadas de la Estación Experimental Zonas Áridas (EEZA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Almería, han identificado por primera vez todas las especies de ungulados –mamíferos que tienen pezuña, como la gacela, la cabra o la oveja- en peligro de extinción que viven en el Norte de África a partir del análisis de fragmentos de ADN. Esta metodología ha permitido a los expertos clasificar hasta diez tipos de ungulados utilizando muestras no invasivas (heces, pelo, huesos) que evitan las extracciones de sangre y las capturas de los ejemplares. La información, genética y ecológica, obtenida de estos análisis es, según los investigadores, decisiva a la hora de elaborar y poner en marcha programas que ayuden a la conservación de estas especies, muchas de ellas amenazadas a causa de la caza ilegal.

Una de las ventajas de las técnicas genéticas es la identificación inequívoca de las especies. “La diferenciación de los distintos ungulados silvestres norteafricanos se había realizado, principalmente, a partir de estudios de campo de huellas y heces. Sin embargo, esta metodología conduce a errores de identificación. Por ejemplo, es difícil distinguir los excrementos de especies diferentes de gacelas. La similitud de la dieta y el tamaño del cuerpo del animal, sobre todo cuando son jóvenes, provoca que las heces se parezcan bastante”, explica a la Fundación Descubre una de las investigadoras responsables de este proyecto, Teresa Abáigar, de la Estación Experimental Zonas Áridas.

El estudio genómico soluciona este problema al ofrecer información específica de cada especie. De esta forma, los expertos han clasificado diez tipos de ungulados, ocho salvajes y dos domésticos. “La única forma de no incurrir en error es estudiando el ADN. Hay una parte del genoma, de toda la secuencia de genes, que es distinta para cada especie. Es como el DNI de la especie. Esto nos ha permitido no sólo identificar todos los tipos de ungulados del Norte de África sino también diferenciar los salvajes de sus equivalentes domésticos, como las cabras y ovejas, que habitan las mismas áreas. Con sólo los estudios de campo, esta distinción era muy complicada”, continúa la investigadora.

La metodología genética proporciona, además, otra ventaja: la identificación se realiza a través de muestras de tejidos, huesos, pelo o heces de los animales que sustituyen a los habituales análisis de sangre. “Es un procedimiento indirecto, puesto que no necesita la presencia del animal, y no invasivo, ya que los ejemplares ni son capturados ni inmovilizados para extraerles sangre”, prosigue la experta.

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