La masa verde ha crecido en las zonas más áridas de Andalucía, según han podido comprobar investigadores de la Universidad de Almería mediante un estudio en el que han analizado las tendencias de la vegetación en la comunidad andaluza durante más de una década.
El volumen de masa vegetal ha crecido en las zonas más áridas de Andalucía entre 2001 y 2012. Esta realidad parece contradecir las previsiones que los expertos de cambio global auguran para la región, que en un futuro será cada vez más árida e inhóspita. Sin embargo no es así, parece ser más una situación concreta que se ha dado durante el tiempo en el que un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica Superior y Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Almería, en colaboración con el Centro Andaluz de Evaluación y Seguimiento del Cambio Global (CAESCG), que han realizado una fotografía de la evolución de la masa verde de la comunidad andaluza, con la ayuda de imágenes de satélite.
Su estudio les ha permitido comprobar cómo entre 2001 y 2012, ambos incluidos, ha aumentado el volumen vegetal silvestre en las provincias orientales, las más áridas, y se ha reducido en las occidentales, que suelen tener un régimen de lluvias más intenso.
Los científicos no saben bien a qué atribuir el aumento de la vegetación en una zona y el decrecimiento en la otra, es algo que analizarán en una próxima investigación, pero sí han podido elaborar un mapa en el que se puede ver la evolución de la vegetación salvaje de toda la región, y que servirá de apoyo para la toma de decisiones de los gestores medioambientales, así como para el desarrollo de medidas de mitigación del cambio global.
Tal y como demuestra este estudio, todavía queda mucho por avanzar en el conocimiento de los cambios que se nos avecinan. Y es que, con estas imágenes los investigadores han descubierto una paradoja que se ha dado durante algo más de una década: mientras que en la Andalucía húmeda disminuye el volumen de masa vegetal, ésta crece en la seca. ¿Alguna hipótesis? Investigadores de la misma facultad como Pablo Campra han explicado este fenómeno por la concentración de la actividad agrícola en puntos muy localizados, que ha permitido la ‘liberación’ de espacios naturales; puede ser, pero no es suficiente, tiene que haber algo más.
El objetivo de este trabajo, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, ha sido conocer cómo influirá el cambio global en la vegetación de Andalucía, y más concretamente determinar “la memoria de los ecosistemas andaluces”, es decir, la respuesta de la vegetación a las alteraciones en las precipitaciones y en las temperaturas, explica Raúl Ortega, investigador principal de este proyecto.
Los científicos han partido de la base de que la respuesta de la vegetación a las variables meteorológicas se produce con un cierto “retardo” y que en función de su tipología “pueden presentar comportamientos diferentes”, como así con podido comprobar con este estudio.
El quinto Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) describe que en el Mediterráneo habrá una disminución de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas, provocados por el cambio global. Ante este escenario que se presentará en los próximos años, conocer cómo se comportarán los ecosistemas se convertirá en una de las claves para el desarrollo de políticas de mitigación, con las que conseguir que las alteraciones que se nos avecinan tengan consecuencias menos graves.
De ahí el interés mostrado por estudios como éste, en el que se pone de manifiesto cómo se comporta el medio ambiente ante los escenarios descritos por los modelos sobre el cambio global.
Los estudios disponibles hasta el momento que describen el comportamiento de la vegetación no tienen en cuenta su respuesta a los cambios en los regímenes de lluvias y de temperaturas, asegura Raúl Ortega. Éste fue uno de los motivos que llevó a los investigadores a contribuir con este trabajo al desarrollo de uno en el que se contemplen estos factores y en el que también se relacionen series temporales del índice de vegetación mejorado (EVI), “que se utiliza como una aproximación de la productividad primaria”, con series temporales de precipitación y temperatura obtenidas de una veintena de estaciones meteorológicas repartidas por toda la región.
Para su análisis, los investigadores de la Universidad de Almería han utilizado píxeles de imágenes EVI del sensor MODIS del satélite Terra de la NASA. Para tener una imagen más nítida de la masa verde andaluza definieron tres tipos de vegetación como herbazales, matorrales y árboles. Y las fotografías de satélite están compuestas por una serie de píxeles que abarcan una superficie de 230 metros cuadrados cada uno, tomadas cada 16 días entre 2001 y 2012, ambos incluidos, con las que han podido elaborar un mapa de la evolución de la vegetación durante este periodo.
Tras un estudio pormenorizado de las imágenes los investigadores han llegado a la conclusión de que la productividad de la vegetación se ve más afectada y de manera más rápida ante los cambios en la temperatura. En las zonas más cálidas es la precipitación la que hace responder de una manera más rápida a la vegetación. Al mismo tiempo, el análisis de las imágenes de satélite han permitido comprobar que los herbazales han tenido una respuesta más rápida a las variables meteorológicas que los árboles, que ofrecen más resistencia a las fluctuaciones ambientales.
Con esta información, es fácil imaginar que si se cumplen las previsiones de cambio global, la Andalucía Oriental y toda la región del sureste español en general, donde predomina el herbazal y el matorral, sufrirá más intensamente las consecuencias del aumento de la temperatura y el descenso de las precipitaciones.