La Transición Española es un periodo crucial para entender el tiempo presente. Y más ahora, cuando “hay una tendencia a legitimar la violencia“, dijo el profesor de la Universidad de Almería (UAL), Juan Luis López Cruces, en la jornada de clausura del X Congreso Internacional Historia de la Transición en España, organizado por la UAL.
López Cruces, que también es director del Centro de Investigación Comunicación y Sociedad (CySOC), remarcó que es muy importante estudiar un periodo histórico como fue la Transición, en el que también hubo colectivos que consideraban la violencia como una opción viable para la consecución de objetivos políticos”.
Por qué la Transición vale para interpretar el presente
El director del CySOC hizo referencia a que en la actual “estamos viviendo una época de consagración de la mentira y legitimación de la violencia”, y a que “ahora un buen relato lo salva todo”. Ha sostenido que “conviene apartar la vista del presente y mirar al pasado, y que aprendamos las diferentes formas de violencia, y que veamos en qué coinciden, en qué se diferencia y en qué medida nos podemos salvar todos juntos, porque este es un tema candente”.
Congreso de Historia de la Transición
El Congreso Internacional ‘Historia de la Transición en España’, organizado por el Grupo de Investigación ‘Estudios del Tiempo Presente, de la UAL, pivotó en torno a la ‘Violencia como actor político’, y se ha adelantado ya que la undécima edición, la de 2026 al tener carácter bienal, se centrará en la ‘Cultura durante la Transición’. Fue clausurado el viernes por José J. Céspedes, rector de la UAL y el presidente del comité organizador del Congreso, el catedrático Rafael Quirosa-Cheyrouze.
El rector habló desde “la perspectiva de ciudadano cuya vida ha ocurrido en este periodo de tiempo de la Transición”, para recordar “todas las dificultades que conllevó”. Se ha referido a la “libertad recuperada” ya en democracia, que “ha traído grandes beneficios a la sociedad española”.
José J. Céspedes pidió “comprender bien el pasado desde el desapasionamiento y con mirada científica para poder afrontar con garantías el presente y el futuro, precisamente lo que hace este congreso, que alcanza su décima edición”. Esta longevidad, con el añadido de que se celebra cada dos años, se apoya en “el riguroso trabajo que realiza el Grupo de Investigación Estudios del Tiempo Presente”, que “está permitiendo arrojar mucha luz sobre aspectos determinantes de la historia de nuestra joven democracia y el proceso que condujo hacia ella”.
Repasó la sucesión de temáticas que se han abordado a lo largo de todas las ediciones del congreso, deteniéndose en la de esta año, “la violencia, sobre la que la mayor parte de los que estamos aquí tenemos recuerdos personales”. Era “necesario” abordarla “desde el análisis histórico riguroso”, mostrándose convencido de las aportaciones que la cita que ha clausurado ha dejado para “avanzar en el conocimiento”.
Incorporar perspectivas nuevas al estudio de la Transición
Rafael Quirosa manifestó una gran satisfacción por el éxito de la edición de este año, por la que han pasado decenas de ponentes y de comunicantes. El director hizo un balance general de los 24 años de congresos realizados: “En la suma de todos ellos ha quedado clara la necesidad de incorporar otros actores y factores a lo largo de la Transición, o sea, algo más que ese proceso de decisiones de élites institucionales y políticas, que tuvieron su papel y que no hay que excluirlas, pero que eran la versión más difundida que explicaba la llegada de la democracia”.
Esa suma “era necesaria para la compresión de este periodo”, y respecto a esta edición, “ha quedado más que demostrado que la violencia tuvo un papel importante y que tuvo muchos protagonistas, aunque también es cierto que ETA capitalizó gran parte”.
La última mesa del congreso, la tarde del viernes, estuvo dedicada a ‘las actividades de la extrema izquierda y de otros grupos nacionalistas’. En ella intervinieron Ana Sofía Ferreira, de la Universidad de Oporto e investigadora en el Instituto de Sociología de esta institución académica, y Gaizka Fernández, responsable del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.