Nadie duda a estas alturas que el futuro de la movilidad pasa por los coches eléctricos. Si bien es cierto que su presencia en las carreteras es minoritaria, sus emisiones nulas de CO2 los posiciona en un puesto ventajoso para compensar el avance del cambio climático y construir una sociedad más limpia. Sin embargo, los coches eléctricos provocan más emisiones de microplásticos que los convencionales de combustión, una realidad desconocida. Su peso mayor provoca un desgaste más acelerado de los neumáticos y frenos, algo que se espera solucionar con nuevos compuestos que se emplearán en estos componentes de los vehículos y también en pavimentos.
Para dar con una solución al incremento de la emisión de microplásticos que se espera con la implantación masiva del vehículo eléctrico, un equipo de la Facultad de Química de la Universidad de Sevilla coordina el proyecto europeo Life Neeve, en el que participan las Universidad Miguel Hernández, junto a una decena de socios internacionales y persigue reducir las emisiones de microplásticos asociadas a los vehículos eléctricos y reducir el riesgo para la salud de la población.
Cómo reducirán las emisiones de microplásticos de los vehículos eléctricos
Los equipos de investigación participantes en Life Neeve tratan de reducir las emisiones de microplásticos asociadas a los vehículos eléctricos mediante el desarrollo de materiales nuevos, que dejen escapar menos partículas y que puedan emplearse en componentes del coche como las pastillas de freno y los neumáticos, así como el propio pavimento de las carreteras.
Actualmente, entre los materiales de que están hechos los discos y pastillas de freno, neumáticos y pavimentos “hay muchos metales, algunos altamente tóxicos como el níquel, el cadmio o el silicio. Especialmente el níquel, que es cancerígeno y provoca muchas alergias”, asegura Paloma Álvarez, profesora en el Departamento de Ingeniería Química y coordinadora de la iniciativa.
Qué problemas de salud causan las partículas desprendidas de los vehículos
Las partículas desprendidas de los vehículos son muy finas, de diámetro igual o inferior a 2,5 micras, y causan problemas cardiopulmonares, agravando enfermedades respiratorias, alergias y dañando el tejido del pulmón. En la piel, estas partículas aumentan las condiciones de oxidación, acelerando el envejecimiento y, además, provocan el deterioro de los ojos.
El proyecto ya ha iniciado las pruebas en vehículos con distintas velocidades y frenadas, que traen como consecuencia distintos tamaños de partículas. “La idea es probar la composición de los discos, frenos y pavimentos actuales y diseñar nuevos”, informa Álvarez. Se va a probar en la ciudad de Murcia en cuanto a emisiones, con muestras en las ruedas de los vehículos y en el ambiente (inmisión), y la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández va a estudiar cómo afectan las micropartículas a los órganos de las personas, a través de tejidos organoides, creados artificialmente.
Esta universidad es uno de los socios del proyecto, en el que también interviene una empresa alemana, que es la que confecciona los aparatos de medición, una empresa encargada de fabricar los discos de freno, neumáticos y pavimentos, un centro tecnológico, donde se hacen las pruebas con distintos tipos de superficies, y un centro de investigaciones que es quien aporta el vehículo en el que se hacen las pruebas con distintas velocidades, frenadas y materiales.
Así, junto con la Universidad de Sevilla en este proyecto, financiado con 4.600.000 euros por el programa LIFE de la Unión Europea, participan Obras e Infraestructuras S.A. (CHM), Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), HORIBA Europe GmbH (HORIBA), Icer Brakes S.A. (ICERBRAKES), Paudire Innova S.L. (PAUDIRE), RDT Ingenieros Madrid S.L., Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), Statens Vag- Och Transportforskningsinstitut (VTI) y Asociación Empresarial de Investigación Centro Tecnológico de Construcción Región de Murcia (CTCON).