En las hojas del venadillo (Neurolaena lobata), planta tradicionalmente tomada en infusión por las comunidades chocoanas para tratar afecciones relacionadas con la diabetes y la obesidad, se hallaron compuestos activos que reducen hasta en un 50 % la sobreproducción de azúcares y grasas en el cuerpo. Se trata del primer reporte de esta actividad metabólica para dicha especie, un aporte de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) que ayudaría en el futuro a obtener fármacos más precisos y eficientes.
“No lo digo yo, lo dice la ciencia”, reza un popular dicho en el país para hablar de algo que ha sido comprobado, y que más allá de una creencia es un hecho; en este caso el turno es para los saberes de las comunidades del Chocó. Allí el muy popular venadillo se roba el protagonismo por sus múltiples usos, incluso se ha hablado de su capacidad para hacerle frente al veneno de algunas víboras.
Su atractivo medicinal es tan grande, que motivó al investigador Yohum Steven Lozada Díaz, magíster en Química de la UNAL, quien se propuso estudiar si las hojas de esta plantas tenían semejante potencial para enfrentar enfermedades como la diabetes y la obesidad.
“La investigación fue la primera en el país en reportar que esta especie tiene compuestos activos en el tratamiento de dichas enfermedades, lo cual es muy promisorio y ayudaría a potenciar los conocimientos terapéuticos de la región, pues es una planta fácil de cultivar y cuenta con las condiciones climáticas ideales; por ejemplo países como Guatemala ya la exportan a Europa”, indica el investigador Lozada.
Recordemos que, según el Ministerio de Salud y Protección Social, alrededor del 50 % de los colombianos tienen obesidad; además, reportes de la Cuenta de alto Costo muestran que en el país 3 de cada 10 personas tienen diabetes, y solo en 2021 se reportaron 1.474.567 casos diagnosticados de la enfermedad, con una mayor prevalencia en Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca.
El estudio del experto Lozada se enfocó en tres enzimas: α-glucosidasa, α-amilasa y lipasa pancreática, producidas por el páncreas y el intestino; cuando estas tienen un desbalance empiezan a metabolizar o utilizar más azúcares y grasas que encuentran en el cuerpo para producir energía, lo que desemboca en problemas como el aumento de estos lípidos, y por ende de peso; y de glucosa, que en niveles muy altos termina generando diabetes.
El investigador estudió en laboratorio las hojas de esta especie, y con una mezcla de agua y etanol extrajo alrededor de 8 compuestos químicos que tendrían un efecto de control o inhibición de la sobreproducción de dichas enzimas.
“Los flavonoides son pigmentos naturales de las hojas que protegen la planta contra el daño de los rayos ultravioleta, la contaminación y otras sustancias dañinas; en el venadillo, 2 de ellos presentan el mayor efecto contra este problema, con una inhibición de alrededor del 50 %, algo nunca antes registrado para esta especie y que confirma lo que por muchos años ha sabido la comunidad; también se identificaron lactonas, sustancias con efectos antinflamatorios importantes”, explica el magíster.
La separación de los compuestos se realizó mediante un fraccionamiento de polaridad, es decir evaluando qué tan solubles son en ciertos solventes de laboratorio; así se obtienen de las mezclas las fracciones exactas tanto de flavonoides como de lactonas.
Un punto fundamental de la investigación fue poner a prueba las preparaciones tradicionales de las comunidades del Chocó para ver si tienen los compuestos activos. Allí se preparan infusiones y decocciones (calentar el agua y la planta al mismo tiempo), con las hojas de la planta.
“Mediante la técnica de cromatografía líquida de alta eficiencia (HPLC) se determinó que aunque las sustancias de interés están presentes en las recetas tienen una menor acción en las enzimas, pues las hojas están frescas, ya que no se realiza el secado que se hace en laboratorio y que permite un mayor potencial”, indica el experto, quien contó con la dirección de los profesores Óscar Patiño, del Departamento de Química de la UNAL, y Juliet Prieto, de la Pontificia Universidad Javeriana.
“En un examen de las condiciones en las que estas preparaciones tienen el mejor potencial se encontró que para obtenerlos mediante infusiones se debe calentar el agua hasta su ebullición por 15 minutos, mientras que en la decocción el proceso se debe llevar a cabo por 10 minutos a 60 °C”, concluye el magíster.