¿Se pueden integrar la ciencia y los saberes tradicionales? Así lo hacen en Iberoamérica

En un mundo que enfrenta múltiples crisis ambientales, la educación se alza como una herramienta clave para enfrentar estos desafíos. Dos destacados académicos de la Universidad de Chile, la profesora Andrea Valdivia y el doctor Iván Salinas, comparten sus experiencias y visiones sobre la educación ambiental, destacando la importancia de basarla en evidencia científica para lograr un impacto real y duradero.

La profesora Andrea Valdivia, investigadora del Centro Internacional de Cabo de Hornos y profesora de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, ha dedicado su carrera a explorar los cruces entre juventud, medioambiente, educación y activismo. En su reciente artículo, Valdivia aborda el rol educativo de las organizaciones juveniles activistas chilenas, destacando el uso de la etnografía digital para analizar sus contenidos en Instagram.

“Nuestro estudio mostró que estas organizaciones no solo buscan la transformación social, sino que también adoptan un rol educativo, utilizando plataformas digitales para difundir información sustentada en evidencia científica”, explica Valdivia. “Esto es esencial para promover cambios significativos en la percepción y acción medioambiental”. 

La profesora Valdivia se refiere al estudio Futuros y educación en los activismos juveniles socioambientales, publicado recientemente en la prestigiosa Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, donde exploró el rol educativo de las organizaciones chilenas Viernes por el Futuro, Tremendas y Wila Pacha, en relación con sus visiones de futuro.

La académica e investigadora también resalta la importancia de la educación biocultural. “La pérdida de biodiversidad está estrechamente ligada a procesos culturales humanos. Es fundamental abordar ambos aspectos para generar un cambio paradigmático en la relación ser humano-naturaleza”, comenta. Su trabajo en el Centro Internacional de Cabo de Hornos ha revelado cómo la educación puede ser una herramienta poderosa para fomentar la conservación biocultural, integrando tanto conocimientos científicos como saberes tradicionales.

Por su parte, el profesor Iván Salinas, docente del Instituto de Estudios Avanzados en Educación (IE) de la Universidad de Chile y especialista en enseñanza y educación de profesores, ha realizado un extenso análisis sobre la educación en cambio climático en Chile. El investigador destaca tres dimensiones clave: las políticas educativas, los documentos curriculares y las prácticas docentes. “Nuestro estudio reveló que menos del 5% de los objetivos de aprendizaje en el currículo chileno abordan directamente el cambio climático”, señala Salinas. “Esto muestra una clara necesidad de integrar más profundamente estos temas en diversas asignaturas, no solo en ciencias”.

El mencionado artículo científico, titulado El cambio climático en el currículum escolar de ciencias de Chilefue publicado en la revista especializada internacional Sustainability. Esta investigación se enmarca en el proyecto Fondecyt (1211286) “Educación en cambio climático en Chile: análisis exploratorio de políticas, currículo, y prácticas escolares y de formación inicial docente”, en el cual está actualmente trabajando el profesor Salinas.

El investigador de la Universidad de Chile también identifica barreras estructurales en el currículo que dificultan un abordaje efectivo del cambio climático. “El enfoque actual del currículo en objetivos de aprendizaje estandarizados limita la capacidad de abordar problemas contextuales relevantes. Necesitamos un currículo más atrevido que confíe en los docentes y promueva habilidades contextuales”, enfatiza.

Un mensaje de esperanza y colaboración

Ambos académicos coinciden en la importancia de una visión esperanzadora y colaborativa para enfrentar los desafíos ambientales. “Es fundamental que la educación ambiental se base en evidencia científica, pero también que incorpore saberes tradicionales y locales. Esto no solo enriquece el aprendizaje, sino que también fortalece la conexión de los estudiantes con su entorno”, comenta la profesora Valdivia.

Mientras que el profesor Salinas, académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades, añade que muchos profesores sienten que están “remado en soledad para mover un enorme buque, con pocos apoyos directivos y armando sus propias redes, aislados en sus establecimientos”, por esto es fundamental fortalecer las redes de apoyo y confiar en la capacidad de los docentes. “Reducir la cantidad de contenidos y permitir más espacio para definir propósitos locales en el currículo es esencial. Solo así podremos enfrentar los grandes desafíos de nuestro tiempo desde la educación escolar”, concluye.

En suma, la educación ambiental basada en evidencia científica y una colaboración estrecha entre distintos saberes y actores es vital para construir un futuro sostenible. La Universidad de Chile, a través de sus investigadores y académicos, continúa liderando estos esfuerzos, inspirando esperanza y acción en cada paso.